En la carretera larga y ardua que conecta Puno, la ciudad más grande del sur peruano, con la capital boliviana de La Paz, los viajantes que se aproximan de Bolivia cruzan la frontera en las orillas del Lago Titicaca cerca de la ciudadecita boliviana de Copacabana. AllÃ, el ingreso a Bolivia está marcado por una cartelera grande que proclama la intención de Bolivia de combatir el tráfico en cocaÃna y los precursores quÃmicos necesarios para transformar la coca en la popular droga estimulante. La cartelera es un recuerdo visual duro de que aunque el presidente boliviano Evo Morales, él mismo un ex cocalero, haya adoptado una polÃtica de defensa de la coca, su gobierno tiene toda intención de desmantelar el negocio de la cocaÃna.
Siendo el tercer productor más grande de coca, de la cual se extrae la cocaÃna, durante décadas Bolivia ha observado una polÃtica de erradicación de la coca ordenada desde Washington, pero ha pagado un precio alto. En esta década, cinco presidentes fueron quitados del cargo en cinco años, por lo menos en parte a causa del resentimiento caldeado.
âHa sido un abordaje negativo antiguoâ, dijo Kathryn Ledebur de la Andean Information Network (AIN), cuyos análisis de la polÃtica boliviana de la coca informan gran parte de este artÃculo. âLos EE.UU. necesitan alejarse de la simple medida del tamaño del cultivo de coca o de la cantidad que es erradicada y ver cómo esto se desdoblará en los próximos añosâ, le dijo ella a la Crónica de la Guerra Contra las Drogas.
Como ex lÃder del sindicato de los cocaleros en el Chapare, Morales tiene credibilidad junto a los cocaleros para imponer lo que se conoce como âerradicación cooperativaâ, a diferencia de la erradicación forzada en busca de las metas de las polÃticas estadounidenses que han engendrado conflicto e inestabilidad polÃtica en uno de los paÃses más pobres de Latinoamérica (la renta media anual es de menos de $1.000). Aunque la erradicación cooperativa empezara en el Chapare antes de la elección de Morales, ella ha acumulado fuerza durante su presidencia, y, en los dos últimos años, Bolivia ha visto el menor aumento en la producción de coca de cualquiera de los tres grandes productores de la región andina.
Los otros dos grandes productores son Colombia y Perú. De acuerdo con las estimativas estadounidenses, la producción de la coca en Perú aumentó de 68.000 acres en 2004 para 95.000 acres en 2005, un aumento de 38%, mientras que la producción colombiana aumentó de 285.000 acres para 360.000 acres, un aumento de 26%, pese a la fumigación aérea esparcida a los cultivos de coca allá. En Bolivia, por el otro lado, los EE.UU. estimaron que la producción aumentó de 61.000 para 65.000 acres, un alza de sólo 8%. (La Oficina de la ONU Contra las Drogas y el Delito, por el otro lado, estimó una caÃda de 8% en la producción de la coca boliviana durante el mismo perÃodo, pero ambas estimativas están muy próximas en términos del tamaño real del cultivo boliviano en 2005.)
En total, cuando se examinan los datos regionales de producción de la coca para los cinco años anteriores, pese a la polÃtica estadounidense de buscar erradicar la coca agresivamente, la producción total de la coca ha aumentado de manera gradual, subiendo de 125.000 acres en total en 2000 para cerca de 500.000 acres en 2005. Esta subida firme en la producción total de coca plantea la cuestión sobre si cualquier polÃtica basada en la prohibición que vise reducir la producción tendrá éxito con tanto que la demanda global de cocaÃna siga alta. Pero, el gobierno Morales está haciendo lo que parece ser un esfuerzo de buena fe tanto para disminuir el Ãndice del alza como para apaciguar a los estadounidenses.
Ese plan debÃa seguir hasta el término de un estudio para ver cuánta coca es necesaria para los mercados legales, pero ese estudio aún tiene que ser acabado y el acuerdo sigue en vigor. La mayor parte de la reducción en la producción de coca informada por la ONU está ahora en el Chapare y el conflicto violento que plagó los esfuerzos anteriores de erradicación forzada es cosa del pasado.
A pesar del esfuerzo exitoso en el Chapare, los funcionarios estadounidenses han seguido criticando las polÃticas sobre la coca del gobierno Morales. El verano pasado, el secretario antidroga de los EE.UU., John Walters, les dijo a los reporteros que el ânivel actual de cooperación [antidroga]â de Bolivia âno es lo que ha sido en el pasado ni lo que necesita ser para seguir reduciendo el problemaâ. Y pocos dÃas antes, un alto funcionario de la USAID, Adolfo Franco, declaró delante del Congreso que: âEn Bolivia, Evo Morales y su partido Movimiento al Socialismo (MAS) han seguido flaqueando en la polÃtica económica, la democracia y el combate a los narcóticos...â.
Los EE.UU. también han sido crÃticos de un acuerdo entre Morales y los cocaleros para aumentar el lÃmite legal de 30.000 acres para 50.000. Los funcionarios estadounidenses han criticado el acuerdo por permitir un aumento en la producción de coca. Pero, Ledebur de la AIN le dijo a la Crónica que âla idea de que el aumento en la producción permitida lleve a un aumento real en la producción está equivocada. El aumento responde simplemente por la coca que está siendo producida realmenteâ.
Pero, la Embajada de los EE.UU. en Bolivia ha adoptado un abordaje ligeramente más amistoso, el cual reconoce el éxito en el Chapare. El mayo pasado, un mes antes que Walters y Franco criticaran las polÃticas de la coca de Bolivia, la embajada le pidió a Bolivia que quitara la policÃa financiada por los EE.UU. del Chapare, donde habÃa sido responsable por proteger a los erradicadores e impedir los cortes de ruta que habÃan plagado la región en el pasado. La embajada también alabó públicamente el nombramiento de Morales del ex cocalero del Chapare, Felipe Cáceres, como âzar antidrogaâ de Bolivia como una âopción excelenteâ.
Aunque el gobierno Morales haya adoptado la erradicación cooperativa en el Chapare y polÃticas pro coca que busquen aumentar los mercados legales para la coca y reconocer sus atributos positivos como parte de la cultura boliviana y como alimento y medicamento, también ha seguido trabajando con las autoridades estadounidenses en los esfuerzos de interdicción de la cocaÃna y ha informado niveles récordes de aprehensiones de cocaÃna el año pasado.
Irónicamente, con el Chapare esencialmente pacificado ahora, es en la región de las Yungas, hogar del cultivo permitido legal, que los problemas están surgiendo. La producción de la coca se ha expandido más allá de los 300.000 acres permitidos y los esfuerzos del gobierno boliviano para restringir el tamaño del cultivo han resultado en conflictos entre los cocaleros y las fuerzas armadas. El mayo pasado, el gobierno Morales firmó un acuerdo que permite a los cocaleros en una parte de las Yungas donde la producción ha sido ilegal cultivar un cato por familia, y las negociaciones están en curso con los cocaleros en otras partes de las Yungas.
Pero ese acuerdo también pedÃa que un destacamento gubernamental siguiera los esfuerzos de erradicación y el primer conflicto violento con los cocaleros en dos años sucedió allà en septiembre, cuando dos cocaleros fueron muertos a tiros por los miembros de un equipo conjunto de erradicación de militares y policÃas durante un choque por la erradicación. El conflicto habÃa estado preparándose desde febrero pasado cuando el destacamento ingresó a las Yungas de Vandiola tras un acuerdo para eliminar la coca en un parque nacional. Pero otras negociaciones sobre el cultivo de coca fuera del parque flaquearon y, en septiembre, el destacamento armó campamentos en la región. Aunque los agricultores locales dejaran que la erradicación entrara en el parque, el 29 de septiembre ellos intentaron impedir que los erradicadores accediesen a lo que ellos consideraban un área legÃtima de cultivo de coca, con el saldo de dos agricultores muertos.
Desde entonces, las cosas se han calmado un poco en las Yungas de Vandiola después de un acuerdo que permite que 650 familias cultiven 400 catos de coca, pero sigue la tensión. Mientras tanto, en las principales regiones de cultivo de las Yungas, hay cada vez más tensión por los esfuerzos para reducir el cultivo allÃ, que excede en mucho el lÃmite legal.
Pero, el comercio de coca para usos medicales y alimenticios legÃtimos aún está en su infancia y las tiendas de coca como Starbucks aún son un relámpago ante los ojos de empresarios entusiasmados. Con todo, el gobierno Morales ha logrado controlar considerablemente el conflicto civil alrededor de la coca, ha trabajado con el gobierno de los EE.UU. en los esfuerzos de interdicción y está llevando a cabo campañas reales de erradicación. En ese sentido, las polÃticas bolivianas de la coca están funcionando como nunca antes. ¿Será que el gobierno de los EE.UU. reconocerá esto o será que seguirá criticando a Morales por permitir que la producción aumente en algunas regiones? Busque una respuesta a esta pregunta el próximo mes, cuando salga el informe anual de certificación.
Mientras tanto, la Crónica de la Guerra Contra las Drogas va a visitar el Chapare y, probablemente, las Yungas la próxima semana y también va a buscar una comprensión más profunda de las cuestiones de analistas, cultivadores y funcionarios bolivianos y del gobierno estadounidense. Esté atento.
(Phil va a publicar más varios informes en las próximas semanas, durante y después de su estada. Lea el informe de la semana pasada desde Perú aquà y los informes corrientes de la bitácora de Phil desde la región aquÃ.)
Add new comment