De acuerdo con un informe de enero poco percibido de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés), las sobredosis de drogas mataron a más de 33.000 personas en 2005, el último año para el cual hay datos firmes disponibles. Eso vuelve la sobredosis de drogas la segunda causa más grande de muerte accidental, atrás apenas de los accidentes con vehÃculos motorizados (43.667) y por delante de las muertes por arma de fuego (30.694).
Lo más perturbador es que los datos de 2005 son solamente los últimos en un incremento aparentemente tan inexorable como ése en muertes por sobredosis que, en comparación, las épocas de las epidemias de heroÃna en los años 1970 y la oleada de crack en los años 1980 son irrisorias. De acuerdo con los CDC, unos 10.000 murieron de sobredosis en 1990; hacia 1999, esa cifra habÃa alcanzado 20.000 y, en los seis años entre aquel entonces y 2005, aumentó en más de 60%.
Afortunadamente, algunos se preocupan. Reduccionistas de daños como Bigg, algunos profesionales de la salud pública y un puñado de epidemiólogos, incluso los de los CDC, han estado observando la tendencia en alza con cada vez más inquietud y algunas organizaciones reformadoras de las polÃticas de drogas dedican alguna energÃa a medidas que pueden hacer caer esas cifras.
Pero como indicó en febrero Mike Males, el sociólogo de la juventud y antiguo crÃtico de la fascinación presuntuosa del establishment de las polÃticas de drogas por el consumo de tóxicos entre adolescentes, la reacción oficial y de la prensa al informe de los CDC ha sido de âcompleto silencioâ. Es porque la gente equivocada está muriendo, argumentó Males: âLa toxicomanÃa que estalla y se concentra en estadounidenses de mediana edad está matando a decenas de miles y hospitalizando a cientos de miles cada año, destruyendo familias y comunidades, sometiendo cientos de miles de niños a abuso y abandono y llenando sistemas de crianza temporal a puntos inmanejables, fomentando la violencia armada entre narcotraficantes de barrios deprimidos, incitando una epidemia de criminalidad de mediana edad y prisiones que les cuestan a los estadounidenses decenas de billones de dólares al año y, ahora, creando una epidemia de toxicomanÃa derivada entre adolescentes y adultos jóvenes. Con todo, porque la epidemia de drogas actual es de adultos blancos de mediana edad â una población poderosa que âno deberÃa consumir drogas abusivamenteâ - los medios y funcionarios no pueden hablar sobre ella. La regla rÃgida de los medios y del oficialismo: Drogas SÃLO pueden ser discutidas como crisis de jóvenes y minorÃasâ.
Las cifras le dan razón a Males. No solamente los estadounidenses mueren de sobredosis de drogas en números nunca vistos antes, son las personas de mediana edad â no los jóvenes â quienes más se están muriendo. Además, en su mayorÃa, no sufren sobredosis de heroÃna o cocaÃna, sino de Oxycontin [oxicodona], Lorcet [hidrocodona] y otros opiáceos creados para el control de los dolores, pero desviados con frecuencia para el mercado negro lucrativo originado pela prohibición.
El octubre pasado, el epidemiólogo Leonard Paulozzi de los CDC le dio al Congreso una muestra de lo que el informe de enero sostuvo. Las tasas de mortalidad por drogas âson actualmente más que el doble de lo que eran durante los años de mortalidad máxima por crack a principios de los años 1880 y cuatro a cinco veces más altas que las tasas durante el punto más alto de la mortandad por heroÃna en 1975â, dijo en deposición delante del Comité de Supervisión e Investigaciones de la Cámara.
âLas estadÃsticas de mortandad indican que estas muertes se deben sobre todo al consumo indebido y abusivo de medicamentos recetadosâ, prosiguió Paulozzi. âDichas estadÃsticas son respaldadas por estudios de los registros de médicos forenses del estado. Dichos estudios informan con coherencia que un alto porcentaje de la gente que muere de sobredosis de medicamentos recetados tienen antecedentes de toxicomanÃaâ.
Pero ello es más complejo que una mera correlación entre aumentos en la prescripción y consumo abusivo de analgésicos opiáceos y una tasa de mortandad creciente, dijo el Dr. Alex Kral, director del Programa de Salud Urbana de RTI International, una gran organización sin ánimo de lucro en materia de sanidad. Kral, quien ha estado realizando investigaciones epidemiológicas sobre las sobredosis de opiáceos durante 15 años, dijo que hay varios factores presentes.
âNo ha habido un gran aumento en el consumo de heroÃnaâ, dijo. âLo que ha cambiado ha sido el consumo de opiáceos recetados. Probablemente el Oxycontin es una grande parte de la respuesta. Las empresas farmacéuticas han propuesto versiones buenas y altamente útiles de opiáceos, pero ellas también han sido desviadas y consumidas ilÃcitamente de manera epidémica durante los últimos 15 añosâ.
Pero Kral también señaló con el dedo al recurso al aprisionamiento masivo y al tratamiento forzoso de infractores de la legislación antidroga en cuanto concausa. âLo que pasa es que las personas que consumen opiáceos son reducidas a prisión o cárcel y se abstienen de la droga, pero cuando salen y empiezan a consumir otra vez, lo hacen en los mismos niveles que antes y no tienen el mismo tipo de tolerancia. Sabemos que la liberación temprana de la cárcel o prisión es un factor de alto riesgo para la sobredosisâ, dijo.
âLa última pieza del rompecabezas es el tratamiento de la drogodependenciaâ, dijo Kral. âAdemás de los problemas de tolerancia de la gente que se ha estado absteniendo en el tratamiento, ha habido un incremento en el consumo de metadona y buprenorfina, lo que es bueno, pero la gente está logrando sufrir sobredosis con ellas tambiénâ.
Hay medios de reducir el número de vÃctimas, dijeron varios reduccionistas de daños, y el Narcan [naloxona], antÃdoto para los opiáceos, fue mencionado por todos ellos. La naloxona es parte considerable de la respuesta, dijo Bigg de la Chicago Recovery Alliance. âTiene 40 años de existencia, es un antÃdoto puro y no posee efectos colaterales. Ella anula consistentemente las sobredosis via inyección intramuscular; es muy sencillo suministrarla. Si la gente tiene naloxona, es mucho, mucho más fácil evitar muertes por sobredosisâ.
âLa naloxona deberÃa ser ofrecida sin receta médicaâ, dijo Bigg. âMientras tanto, siempre que un médico prescriba opiáceos, también deberÃa recetar naloxonaâ.
âDurante dos años hemos estado hablando de intentar reclasificar la naloxona para que sea ofrecida sin receta médica o tal vez prescrita por un farmacéuticoâ, dijo Hilary McQuie, directora occidental de la Harm Reduction Coalition. âEl problema es que no sólo se necesita movimiento en el Congreso, también hay que tratar con el proceso de la FDA y es difÃcil encontrar a alguien en la comunidad activista que comprenda ese trámiteâ.
Los reduccionistas de daños también tienen que lidiar con el aspecto cambiante de las sobredosis de drogas. âEstamos acostumbrados a tratar a consumidores de drogas inyectablesâ, admitió McQuie, ây la verdad es que nadie tiene una buena iniciativa para tratar con consumidores de medicamentos recetados. En nuestras reuniones cabilderas sobre la prohibición de financiar el cambio de jeringas de parte del gobierno federal, hemos empezado a platicar sobre esto, especÃficamente respecto a difundir la naloxonaâ.
Pero aunque la epidemia de sobredosis preocupe al movimiento, nadie quiere gastar dinero para hacer caer las cifras. âEs una cuestión muy importante, los profesionales de la reducción de daños la tienen muy presenteâ, dijo McQuie. âPero no lo hemos divulgado mucho en la prensa porque no hay fondos para la prevención a la sobredosis. Tenemos un programa buenÃsimo en San Francisco para entrenar a directores de hoteles residenciales y consumidores de drogas en cambios de jeringas. Es muy barato; cuesta apenas $70,000, incluida la naloxona. Pero no logramos interesar a los financistas en esto. Redactamos propuestas de financiación para hacer esta especie de trabajo alrededor del estado y nunca recibimos dineroâ.
Perversamente, la Oficina de PolÃtica Nacional de Fiscalización de las Drogas de EE.UU. también es contraria a hacer que la naloxona sea de fácil acceso â con base en que es un riesgo moral. âPara empezar, no estoy de acuerdo con darles un antÃdoto para opiáceos a profesionales no médicos. Eso es lo primeroâ, dijo Bertha Madras, vicedirectora de reducción de demanda de la ONDCP en enero. âSimplemente no creo que sea una buena polÃtica de salud públicaâ.
Pero peor aún, Madras argumentó que la oferta de naloxona puede incentivar a que consumidores de drogas sigan consumiéndolas porque temerÃan menos las sobredosis. Además, prosiguió, la sobredosis puede ser justamente lo que el médico ordenó para los usuarios. âA veces tener una sobredosis, estar en una sala de urgencias, tener ese contacto con un profesional de la salud es lo suficiente para hacer que una persona se dé cuenta de la realidad de la situación y haga que alguien le provea serviciosâ, dijo Madras.
âLa secretarÃa antidroga argumenta que si se quitan las posibles consecuencias, en este caso, una sobredosis fatal, se facilita el consumo, pero apostar la vida de alguien en eso es simplemente cruel y rarÃsimoâ, bramó Bigg.
Kral de la RTI observó que ahora hay 44 programas de naloxona administrados por grupos comunitarios por todos los EE.UU. âSerÃa una maravilla si hubiera más de ellos, porque están evitando muchas muertes, pero son controvertidos. La ONDCP dice que justifican el consumo de drogas, pero no se puede rehabilitar a un usuario de drogas muertoâ.
Aunque sigan las luchas por el acceso a la naloxona, dijo Bigg, se puede hacer otras cosas. âNecesitamos comprometer a la gente y eso quiere decir superar la vergüenzaâ, dijo Bigg. âCada dos meses, recibo una llamada de una familia que ha perdido un familiar para la droga y le pregunto si está dispuesta a ofrecerse y conversar con los reporteros para impedir que eso suceda otra vez y me dice âlo voy a pensarâ y nunca más tengo noticias suyas".
Otro medio de reducir la mortandad serÃa empezar organizaciones locales de personas cuyos amigos o familiares hayan muerto o aún consumen o corren riesgo. âPodemos llamarlas âLo primero primeroâ, lo que quiere decir que primero, mantengamos vivos a los nuestrosâ, sugirió.
âCuando la gente descubra que hay naloxona disponible, que es un remedio que no surte malos efectos â no surte efecto ninguno a menos que se esté consumiendo opiáceos â, que no se puede consumirla abusivamente y que su familiar podÃa haberla tomado y aún estar vivo, es difÃcil percatarse de esoâ, dijo Bigg. âTodos los que hayan perdido a un ser amado lo quieren de vuelta y es difÃcil aceptar que aún podÃa estar vivo hoy si hubiera naloxonaâ.
A despecho de la aparente discreción de grupos reformadores de las polÃticas de drogas, ellos también han estado luchando en el frente de las sobredosis. âTrabajamos para aprobar proyectos innovadores sobre la prevención a la sobredosis en California y Nuevo Méxicoâ, dijo Bill Piper, director de asuntos nacionales de la Drug Policy Alliance. âTrabajamos para hacer progresar proyectos de prevención a la sobredosis en Maryland y Nueva Yérsey. Hubo un proyecto de ley en 2006 en el Congreso que habrÃa creado un programa federal de subvenciones para la prevención a la sobredosisâ, dijo él con mordacidad, agregando que no se invierte ni siquiera un dólar del gobierno federal en ese tipo de prevención. âHemos intentado introducirlo en el nuevo Congreso, pero no logramos encontrar a alguien que tome la iniciativa. Francamente, a pocos polÃticos les importa esta cuestión. A sus funcionarios les es aún más indiferenteâ.
Se necesita una enorme campaña de concienciación pública, dijo Piper, añadiendo que la DPA prepara un informe sobre este mismo tema que debe aparecer en algunas semanas.
En el Ãnterin, mientras polÃticos y burócratas de la lucha contra la droga apartan su mirada y posibles donadores adinerados mantienen sus bolsos herméticamente cerrados, mientras EE.UU. se preocupa por jugadores de béisbol tomando esteroides y adolescentes fumando marihuana, los cadáveres se amontonan como leña.
Comentarios
basta de prohibicion.... alucinennn jejejeje
lo q pasa es q las personas se vuelven locas cuando prueban algo bueno, y cada quieren consumir mas xq mas es la idea tonta, por cierto...... pero deberian legalizar la ganjha... x esa nadie se ha muerto de sobredosis.......y las otras tambien, xq no, asi todo el mundo las hisiera normales y se regulara su consumo...... al igual que el cigarrillo o el alcohol........ chauuuuuuuuuu ...... i dejen de pelear por los demas, alla problemas de ellos q se drogan..... ustedes solo fumen ganjha y si no les gusta fumar pz tomenselas x te.... sabe bien.....
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