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Reportaje: La nueva estrategia de Canadá: Entran las mínimas obligatorias, sale la reducción de daños

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El jueves, Stephen Harper, el primer ministro canadiense, reveló la nueva Estrategia Antidroga Nacional de Canadá y, de algunas maneras, ella es un alejamiento radical de lo que en general se ha entendido por el abordaje progresista de Canadá a las políticas de drogas. Aunque el gobierno liberal anterior ponderara la despenalización de la marihuana y adoptara la reducción de daños – por lo menos en principio, si no siempre en la práctica -, dichas ideas no tienen cabida en la era Harper.

El plan conservador proporcionará $63.8 millones a lo largo de dos años a la prevención, al tratamiento y a la represión legal, pero renunciará a cualesquier iniciativas de reducción de daños. Cerca de $22 millones de la financiación serán invertidos en la represión, en tanto que cerca de $32 millones serán destinados al tratamiento y $10 millones a la prevención en la forma de una campaña de concienciación. Hasta el momento, el plan no está recibiendo una acogida amigable ni de analistas ni de reformadores de las políticas de drogas ni de políticos de la oposición.

Harper y Clement, junto con una representante del Ejército de Salvación de Winnipeg, anunciando la estrategia antidroga
Discursando en la sede del Ejército de Salvación en Winnipeg, junto con el ministro de Sanidad, Tony Clement, y el ministro de Seguridad Pública, Stockwell Day, a su costado, Harper prometió acabar con el “vicio en drogas” de Canadá, luchar contra su “cultura de las drogas” y meter al país en cintura. “Somos necesarios todos nosotros para afrentar el problema del consumo de drogas”, dijo el primer ministro. “Romper con el vicio en drogas de Canadá exigirá un enorme esfuerzo. Pero, a partir de hoy, nuestro país está de camino a la recuperación”.

El país va a buscar una política de doble sentido, dijo Harper. “Si estás adicto a las drogas vamos a ayudarte y si vendes drogas vamos a castigarte”.

Será una lucha difícil contra una cultura que “desde los años 1960” ha hecho poca cosa para desincentivar el consumo de drogas y “lo romantizó con frecuencia – lo romantizó o lo volvió algo chévere, lo volvió aceptable”, dijo Harper. “En cuanto padre, yo no digo todas estas cosas inocentemente. Mi hijo escucha mis discos de los Beatles y me pregunta qué significan aquellas letras. Ahí está, al alcance. Adoro estos discos y no voy a guardarlos. Pero, dicho eso, ha habido una cultura que no ha combatido el consumo de drogas y contra eso somos todos nosotros”.

La estrategia involucra los ministerios de Justicia, Seguridad Pública y Sanidad en un plan de tres niveles para prevenir el consumo de drogas, tratar a los que dependen de las drogas y perseguir la producción y el tráfico de drogas. Como la criticadísima campaña mediática antidroga para los jóvenes en los EE.UU., la estrategia de Harper prevé una campaña pública de concienciación con miras a los adolescentes.

La estrategia también promete condenas mínimas obligatorias para delitos de drogas “graves”, pero, hasta el momento, Harper se negó a decir cuáles serían esas sentencias y para cuáles delitos. Dentro del gobierno conservador hay muchas ganas de perseguir a los cultivadores de marihuana, pero si Harper quiere reducirlos a prisión bajo mínimas obligatorias, va a tener que esperar hasta que el partido presente legislación a fines de este año.

“Actualmente, no hay sentencias mínimas de prisión para producir y traficar drogas peligrosas como metanfetaminas y cocaína”, dijo Harper. “Pero son crímenes serios; los que los cometen deberían cumplir sentencias largas”.

En cuanto al Insite, el local de inyección segura, el cual su gobierno aprobó por más seis meses a regañadientes la semana pasada, Harper lo llamó “la segunda mejor estrategia a lo mejor” y dijo que seguía con sus dudas. “Si sigues siendo un drogadicto, no me importa cuánto daño se reduzca, vas a tener una vida corta e infeliz”, dijo.

Acto continuo, esa postura atrajo réplicas mordaces. La nueva estrategia es “un enorme retroceso”, dijo la Canadian HIV/AIDS Legal Network.

“El gobierno federal está ignorando pruebas científicas ampliamente publicadas sobre el valor de invertir en programas de reducción de daños”, dijo Richard Elliott, el director ejecutivo del grupo. “Parece claro que la nueva estrategia antidroga está basada en la ideología en lugar de las pruebas y, desde todos los ángulos – derechos humanos, salud pública o uso del dinero del contribuyente -, eso es irresponsable e inaceptable”.

Elliott criticó a Harper por afirmar que más represión legal es una medida de reducción de daños. “Es pura trampa y cartón”, dijo Elliott. “La realidad es que algunas personas no pueden o no quieren parar de consumir drogas. La reducción de daños reconoce este hecho pragmática y realistamente ofreciendo programas y servicios probados para mitigar el daño que acompaña el consumo de drogas. Arrestar y prender a la gente no puede ser considerado reducción de daños”.

Thomas Kerr, un profesor del Departamento de Medicina de la Universidad de Columbia Británica que ha estudiado el Insite y su efecto sobre la prevención de la proliferación del VIH/SIDA, se unió a Elliott en las críticas a Harper por el Insite. “El gobierno sigue tergiversando la ciencia acerca de la reducción de daños. En el caso del Insite, hemos demostrado que ha habido un incremento de 33% en el índice de admisión a programas de desintoxicación”, le dijo Kerr al Toronto Globe & Mail. “La instalación no está perpetuando la adicción de ninguna manera. En verdad, está ayudando a la gente a parar de consumir drogas”.

El Nuevo Partido Democrático también fue rápido en criticar la estrategia antidroga de Harper. “Necesitamos combatir el problema muy real de las pandillas formadas por jóvenes, de la violencia y de los huecos de drogas en nuestras comunidades”, dijo la crítica de la salud del NPD, Judy Wasylycia-Leis. “Pero todos los días los canadienses saben que apenas penalizar un problema de salud pública no es la solución. No necesitamos más propaganda – necesitamos invertir en reducción de daños, concienciación, tratamiento y represión”.

Libby Davies, la parlamentaria de la región este de Vancouver y crítica de las políticas de drogas del NPD, también hizo su aporte. “Esta sedicente estrategia antidroga no trata de las necesidades muy reales en nuestras comunidades. Los canadienses, expertos o no, están de acuerdo que precisamos invertir en soluciones reales y de largo plazo para el consumo de drogas y los problemas que resultan de la drogodependencia grave”.

No todos hicieron comentarios hirientes de la estrategia antidroga de Harper. La Asociación de la Policía Canadiense expresó su apoyo al abordaje riguroso del gobierno a las drogas. La organización ha pedido leyes más duras y un nuevo sistema de consecuencias ajustadas para impedir e inhibir el consumo de drogas. El presidente del grupo, Tony Cannavino, ha llamado la promesa de desmantelamiento del consumo de drogas ilegales y de los traficantes hecha por el gobierno “un hito, porque mucha violencia está relacionada con las drogas”.

No son solamente los policías que están hallando algo que les gusta en la estrategia antidroga de Harper. “Estamos gratos por el compromiso del gobierno con el incremento de la inversión en los servicios de tratamiento de la adicción”, dijo Gail Czukar, vicepresidenta ejecutiva del Centro de Toxicomanía y Salud Mental de Toronto. “Los servicios de tratamiento de la adicción carecen críticamente de más apoyo del gobierno”.

Pero aun el centro advirtió que la estrategia ignoraba el problema más grave de Canadá con las drogas: el alcohol. “Una estrategia antidroga abarcadora no debería ignorar las consecuencias nocivas de la ingestión de alcohol”, dijo Czukar.

La Asociación Canadiense de Medicina también alabó la estrategia, llamándola un “paso positivo hacia delante” y un abordaje equilibrado. “La Asociación Canadiense de Medicina acoge favorablemente las medidas anunciadas por el gobierno federal para prestar una atención más grande a los efectos del consumo de drogas ilícitas sobre la salud, así como elogia el incremento de recursos asignados al tratamiento y a la prevención”, dijo el presidente de la CMA (sigla en inglés), el Dr. Brian Day. “La estrategia anunciada no prevé suficientes medidas de reducción de daños, pero, a pesar de todo, reconoce que las sanciones penales no bastan y que también hay que tratar la toxicomanía como un verdadero problema de salud”.

Con todo, la CMA parece no molestarse con algunas sanciones penales. “El gobierno ha declarado querer hacer frente a los productores y vendedores haciendo muestras de una compasión más grande hacia las personas que se enfrentan a una dependencia de drogas ilícitas, lo que la CMA acoge favorablemente”. dijo Day.

Ahora empiezan las verdaderas batallas. El fuerte movimiento de reducción de daños de Canadá luchará mucho por programas que encuentra eficaces, los partidos de la oposición de Canadá utilizarán la estrategia antidroga como mazo, con el que van a machacar a Harper y los conservadores, y los progresistas y libertarianos canadienses pelearán para detener las mínimas obligatorias y cualesquier otras acciones que amenacen transformar las políticas de drogas canadienses en un eco de la guerra a las drogas a la estadounidense.

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