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Editorial: Sí, la verdad es que la guerra a las drogas sigue decepcionando, la DEA y el ONDCP

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David Borden, Director Ejecutivo

David Borden
Cuando el secretario antidroga anunció hace algunas semanas que los precios de la cocaína habían subido – una señal de éxito en la guerra a las drogas, afirma él -, me sorprendí, pero no me espanté. Me sorprendí – un poco – porque, en la mayor parte del tiempo durante las últimas décadas, el precio ha caído, caído, caído. Los precios de la cocaína al por menor o “callejeros” son cerca de 40% de los que eran a principios de los años 1980 y eso sin hacer los ajustes inflacionarios. Calcule la inflación y se aproxima de los 20%, una disminución multiplicada por cinco.

No me espanté simplemente porque dentro de esta caída excesiva y duradera, hubo incrementos de vez en cuando, quizá una vez a cada cuatro años más o menos. Me sorprendí con la manera que uno se sorprende cuando se echa una moneda a la suerte y se ve que en las dos sale cara. Eso no sucede casi nunca – o se consigue dos cruces, una es cara y la otra es cruz, o en la primera sale cruz y en la segunda sale cara. Pero en uno en cada cuatro intentos saldrá cara en las dos en promedio.

Me sorprendí otra vez el miércoles, cuando vi el mismo reportaje por segunda vez algunas semanas después, de esta vez en el Los Angeles Times. Pero mi sorpresa no fue tanta – el ONDCP y la DEA son obviamente incentivados a presentar un reportaje que les parezca favorable con tanto que haya interés en ello.

Desdichadamente, la palabra clave aquí es “parece”. Desde luego parece un gran salto cuando se lee lo que le dijeron al Times: “[E]l costo de la cocaína aument[ó] 24%, de $95.89 para $118.70 por gramo durante un período de seis meses con plazo final en junio”. Ya, pero cuando se examina la hoja informativa de la DEA, uno se entera que esa cifra es un promedio que incluye todas las compras de cocaína durante el período de tiempo, tanto al por mayor (del traficante al vendedor) como al por menor (del vendedor al cliente). El promedio al por menor – la cantidad significativa cuando se trata del resultado final – pasó de $145.42 para $166.90, un aumento menor que 15%.

En última instancia, en realidad el precio no es el resultado final para que se juzgue el programa para la droga, por supuesto. El resultado final que importa, aparte de las cuestiones de las libertades civiles, es el perjuicio general para la sociedad oriundo tanto de las drogas como de las políticas de drogas. Aumentar los precios puede resultar en más criminalidad, por ejemplo, y en más dependientes sufriendo de destitución financiera y siendo llevados a circunstancias extremas. El precio – en este caso, el precio ajustado para un gramo puro – es considerado una medida de la oferta de una droga – cuanto más alto el precio de la droga, tanto menos disponible está y se esperan menos usuarios. O por lo menos ésa es la teoría. En esta discusión, el precio al por menor es definido por compras de hasta 10 gramos, la escala utilizada por la DEA en su programa de recopilación de datos llamado STRIDE.

Si es así, parece muy tonto hablar de incremento de los precios en medio año para $167 a la luz de esto:

(Usted va a percibir que faltan algunos años. Fue difícil encontrar datos para 2000-2006 en línea esta mañana. Agradecería si alguien pudiera indicarme el camino y publicaré un cuadro completo aquí y en nuestra bitácora. Los datos sobre los precios vienen del susodicho programa STRIDE, dividido por las cifras del Índice de Precios al Consumidor de la Agencia de Estadísticas del Labor.)

Dada la pequeña cantidad que el precio callejero de la cocaína aún representa cuando comparada con el pasado, esta noticia reciente simplemente no me parece algo de que se deba jactar. Además, la crítica de la DEA dice que ellos analizaron datos que remontan a abril de 2005, pero apenas discuten lo que pasó a partir de diciembre último. Me imagino qué quiere decir eso.

Lo importante es que cuando se presentan apenas los últimos seis meses a los reporteros, tras varias décadas de datos que muestran algo distinto – cuando ni siquiera se presenta por entero la línea del tiempo que fue analizada en el mismo estudio que se acabó de completar, el argumento es débil. Perdón, la guerra a las drogas sigue fracasando, tal como siempre lo ha estado.

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