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Reportaje: Marchas Globales de la Marihuana ocurren en más de 200 ciudades en todo el mundo

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De Albuquerque a Amberes y Auckland, de Bakersfield a Berlín y Buenos Aires, en unos 232 municipios y ciudades por todo el mundo, decenas – si no cientos – de miles de miembros de la cultura cannábica internacional se echaron a las calles en la Marcha Global de la Marihuana anual para exigir el fin de la prohibición de la marihuana. Las manifestaciones fueron de puñados o docenas de personas en pueblos estadounidenses a más de 20.000 en Toronto.

músicos en la manifestación de la MGM en Amberes, con el polo “Libertad para Cultivar” de la ENCOD
Ahora en su cuarta década, las Marchas Globales de la Marihuana (conocidas anteriormente como Marchas Mundiales de la Marihuana) se han vuelto un fenómeno en todo el mundo, una oportunidad para que los aficionados a la hierba salgan y sean contados. Coordinadas hace mucho por el activista veterano pro marihuana e ibogaína, Dana Beale, y su grupo Cures Not Wars, la Marcha Global de la Marihuana ahora recibe asistencia de la revista Cannabis Culture de Vancouver y de su editor, el “Príncipe de la Marihuana” canadiense, Marc Emery.

Ahora las marchas ocurren en todo continente habitado y en pueblos y metrópolis por todos los Estados Unidos, que respondieron por 118 de las 232 ciudades listadas por los organizadores. Los manifestantes se echaron a las calles en 66 ciudades europeas, en sorprendentes 21 ciudades latinoamericanas y en 11 ciudades canadienses, así como en Australia, Nueva Zelanda, Irlanda, Israel y Japón.

La vasta mayoría de las acciones de la Marcha Global de la Marihuana ocurrió pacíficamente y sin polémicas, pero hubo docenas de arrestos en la celebración Mardi Grass de Nimbin en Australia, más detenciones en Buenos Aires y, en Europa Oriental, tanto las autoridades rusas como búlgaras realizaron operativos contra los manifestantes, pese a que en Praga miles hayan marchado y fumado sin mucho rollo con la policía.

La escena más fea ocurrió en Moscú, donde la policía atacó a la muchedumbre, pegándoles a los manifestantes y arrestando a cerca de 30 personas, con cuatro organizadores siendo inmediatamente juzgados, condenados y sentenciados a 10 ó 15 días de cárcel por realizar una marcha ilegal - las autoridades moscovitas se rehusaron a expedir una autorización a instancias del Servicio Federal de Control de las Drogas y Sustancias Psicotrópicas – y por “apología del consumo de drogas”, que es crimen en Rusia.

Las conductas oficiales en Rusia, donde los guerreros antidrogas federales convocaron una “respuesta dura” a las marchas, se reflejaron en la cobertura de la prensa. “Adictos a la marihuana dispuestos a marchar en Moscú” ["Marijuana Addicts Willing to Rally in Moscow"], decía un titular periodístico un día antes de la marcha.

Igualmente, quizá con menos brutalidad, la policía en Sofia, Bulgaria dispersó una muchedumbre de 400 manifestantes pro marihuana reunidos en el centro de la ciudad en apoyo a la legalización de la marihuana. Los manifestantes no tenían permiso, dijo la policía. Pero en Praga, unas 1.500 personas realizaron una marcha y una fiesta de la marihuana sin el asedio de la policía.

póster de la marcha húngara (de kendermag.hu)
Pero fue la marcha en Toronto que atrajo las muchedumbres más grandes, según se informa. Unas 20.000 personas, muchas fumando marihuana abiertamente, marcharon y se reunieron en la ciudad más grande de Canadá. Son casi 8.000 más que las que marcharon en Toronto el año pasado. Liderados por Emery, el “Príncipe de la Marihuana” de Canadá, orador tras orador denunció la prohibición de la marihuana para la aclamación y el aplauso de la multitud afable.

“Hasta el momento, Canadá tiene la medalla de oro por asistencia”, se rió Emery. “Toronto fue la Marcha Global de la Marihuana más grande del mundo y hace unas dos semanas yo hablé en la marcha del 20 de abril en Vancouver, que también fue la más grande en el mundo. Soy un verdadero imán para grandes muchedumbres”, alardeó.

Para Emery, las marchas mandan un mensaje de incentivo a la gente de todo el mundo. “La marcha de Toronto tuvo una enorme cobertura, probablemente más que cualquier otro evento único”, le dijo él a la Crónica. Emery estaba especialmente encantado que la agencia oficial de noticias china Xinhua republicara el artículo y le citara diciendo: “Es increíble que 20.000 personas se estén encontrando a poco más de 900 metros de la legislatura para exigir que la marihuana sea legalizada, para celebrar nuestra cultura y desafiar la ley con casi la sanción abierta de toda la Ciudad de Toronto”.

“Si se está leyendo esto en China y pensando, ummm, la Plaza de Tian’anmen fue una acción masiva en desafío al gobierno – para mí, el logro más grande de todos”, dijo. “Cientos de millones de chinos pueden leer sobre nosotros y eso es inspirador de verdad. Estoy contento que ese mensaje llegara del otro lado del mundo. La gente está viendo que puede desafiar el gobierno sin que le pase nada. La verdad es que no comprendo cómo la prensa en un país censurado como la China terminó imprimiendo esa habla, pero lo acepto”.

En Australia, el festival Mardi Grass de Nimbin, un evento de tres días, atrajo a 10.000 personas, con la policía “arrestando” a 109 personas, pese a que 60 de ellas fueran presas por marihuana, lo que resulta en una multa, no en arresto. La policía también estableció exámenes toxicológicos al borde de la carretera e irritó a los frecuentadores del festival cabalgando entre la muchedumbre. Pero aunque la policía reclamara del “lado siniestro” del festival, los organizadores reaccionaron con burlas. En un comunicado de prensa del martes, los organizadores del festival observaron que “¡La policía pierde la oportunidad de arrestar a miles!” Aunque los terribles comunicados de prensa de la policía dominaran la cobertura periodística del fin de semana, los organizadores señalaron que el festival tuvo “una agresión, 10.000 personas – por eso tantos policías prefieren el afecto apacible del cannabis en los festivales”.

La policía debería mantener distancia, argumentaron los organizadores. “No hay pruebas de los consumidores de cannabis de que la presencia de la policía o el Winnebago vaya a hacer que cualquiera pare de fumar marihuana. Y, diez mil en el MardiGrass siendo tan pacíficos seguramente es el mejor ejemplo posible de cómo el cannabis no crea la psicosis ni ofrece el riesgo a la salud [que los políticos australianos] John Howard, Pyne y Abbott siguen intentando decir que ofrece. Mientras ellos han estado echándole la culpa al cannabis por los problemas mentales, ellos deberían haber estado viendo el peligro que se avecina. Pero las drogas que aumentan sus propias ganancias, el alcohol y el tabaco, siguen siendo las que más hacen mal física, mental y socialmente”, concluyeron.

marcha de Toronto (cortesía de la Cannabis Culture)
En los EE.UU., las muchedumbres no fueron tan grandes. Hasta varios miles de personas participaron de la marcha del Día de la Conciencia sobre el Cannabis de San Francisco en la Plaza del Ayuntamiento durante una tarde de sol, mientras que una marcha en Bakersfield atrajo a 250 personas y una en Eureka atrajo a pocas docenas. Números similares fueron informados por todo el país.

Si las Marchas Globales de la Marihuana de los Estados Unidos fueron relativamente silenciosas este año, también lo fue la polémica que a veces las perseguía en el pasado. Algunos reformadores de las políticas de drogas han criticado las marchas, discutiendo que ellas perpetúan estereotipos negativos de los consumidores de marihuana y no hacen progresar una agenda política cuidadosamente planeada, pero, este año, aunque haya alguna duda sobre la utilidad de las marchas, hay poco esfuerzo para desincentivarlas.

“Nos hemos pronunciado a diestra y siniestra sobre esta cuestión”, dijo el fundador de la National Organization for the Reform of Marijuana Law (NORML), Keith Stroup. A pesar de estar jubilado oficialmente, Stroup aún puede ser encontrado casi todos los días en la oficina de la NORML en el centro de Washington, DC. “Ha habido años en que nosotros ignoramos las marchas. Pensábamos que si no están bien promovidas y no vienen grandes números de personas, se puede dejar la impresión de que sólo a un puñado de hippies le importa la cuestión. No queríamos reforzar los estereotipos negativos”, le dijo él a la Crónica.

“Por el otro lado, hay algo impresionante en este tipo de activismo de base”, prosiguió Stroup. “Seguramente ya no estamos desincentivando a nuestra gente de participar. En verdad, parte del motivo por el cual mudamos nuestra conferencia anual de la primavera al otoño fue para evitar el conflicto con los activistas estaduales y municipales, muchos de los cuales querían celebrar el 20 de abril o la marcha global. Realizar nuestra conferencia en la primavera los forzaba a escoger entre la conferencia o los eventos locales. Este año, con el cambio en la programación, probablemente tuvimos más filiales estaduales y municipales participando que nunca antes”.

El director adjunto de la NORML, Paul Armentano, le dijo a la Crónica que una docena de sucursales de la NORML más o menos organizó y coordinó las marchas locales. “Nuestra sucursal de Bakersfield realizó una grande marcha y también supimos de Indianápolis y Boston y seis u ocho otras sucursales”, dijo.

El Students for Sensible Drug Policy (SSDP), el grupo estudiantil de reforma de las políticas de drogas con sucursales en más de 100 campi, no toma una posición sobre las marchas, pero su director de campo, Micah Daigle, no está muy entusiasmado con ellas. “Ni siquiera me había percatado de la Marcha Global de la Marihuana”, le dijo él a la Crónica. “Estoy trabajando con las sucursales para intentar cambiar las políticas de los campi y nunca creí que estas marchas fueran muy útiles”, dijo.

Pero el SSDP no estorbará el camino de las sucursales que quieran participar, dijo Daigle. “Nuestras sucursales son autónomas y a nos gusta que tomen la iniciativa. Si quieren organizarse en torno de una marcha como esa, muy bien. Pero siempre he pensado que las marchas y protestas deberían ser parte de una campaña general y nunca consideré estas marchas mal organizadas muy útiles. Tampoco somos una organización puramente concentrada en la marihuana, pero si nuestras sucursales quieren hacer algo con esto yo las incentivo a hacerlo”.

Joep Oomen dirige la ENCOD, la coalición europea de reforma de las políticas de drogas, y ayudó a organizar la Marcha Global de la Marihuana en Amberes. Para Oomen, dichos eventos son parte de un juego de tácticas para los activistas. “Nadie puede afirmar tener la mejor manera de hacer funcionar la reforma”, le dijo él a la Crónica. “Es una combinación de cosas y las Marchas Globales de la Marihuana son un factor importante porque pueden mostrar a las personas que hay más que tener miedo de la prohibición que de una alternativa tolerante”.

Nos vemos en las calles en próximo año.

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