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Carta Abierta: Malograste el Reportaje del “Soplón”, Anderson Cooper

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Estimado Sr. Cooper:

David Borden
Como un televidente de CNN que generalmente aprecia su trabajo, me quedé atónito con cómo su informe sobre el movimiento “Paren de Soplar” erró el blanco por mucho. Es fácil encontrar a alguien dispuesto a hacer una declaración extrema, como Cameron Giles, el artista del hip-hop, cuando él dijo que no entregaría a un asesino en serie. Pero ¿cree usted que la voz más extrema en el aire sea aquélla que merece una parte tan grande del tiempo de entrevistas en su reportaje?

Mi problema no es con las críticas hechas contra personas como Giles o el movimiento Paren de Soplar. Me preocupo con lo que no fue dicho. Por ejemplo, el momento más interesante en el reportaje fue el comentario de David Kennedy sobre las tácticas policíacas en la guerra contra las drogas. Sin embargo, usted no ofreció ni una segunda oración sobre eso en la pantalla (por lo menos en la versión de CNN) para que el profesor Kennedy explicara cuáles podrían ser esas tácticas o por qué ellas podrían producir tal efecto. ¿Piensa de verdad que esos tres segundos constituyen un cumplimiento adecuado de su responsabilidad profesional de proporcionar reportajes equilibrados e informativos?

Un examen de verdad de la cuestión del “soplo” fue hecho en el documental de 1999 de Ofra Bikel para Frontline, Soplón ["Snitch"]. Uno de los presos que Bikel entrevistó, Clarence Aaron, recibió tres sentencias de prisión perpetua mientras cursaba la facultad a los 23 años a causa de un papel menor en una transacción de drogas – “asociación delictuosa”, como la llama el gobierno. Todos los otros participantes recibieron menos tiempo, aunque su nivel de responsabilidad en la transacción hubiera sido más grande. El primo de Aaron, James, en verdad, fue meramente condenado a libertad vigilada – a cambio de atestar contra Aaron – y salió libre de la sala de justicia.

De acuerdo con Aaron, su primo le dijo que “tuvo que hacer lo que [él] tenía que hacer” y que eso incluía mentir al jurado. Uno de los objetivos de la fiscal Deborah Griffin, aparentemente, era causar la anulación del juicio y forzar a Aaron a cambiar por un abogado menos hábil que el que él tenía y ella logró usar a James para manipular la situación a fin de ocasionar eso. Si James no cooperara, le dijo él a Aaron, ella amenazaba “poner[lo] en la prisión por el resto de [su] vida”.

Por supuesto, Aaron aún está en la prisión hasta hoy día. Se puede leer un poquito más sobre él en una columna de Debra Saunders del San Francisco Chronicle aquí. Ella escribe sobre él todos los años, en la época de perdón de Navidad, en vano hasta el momento.

Desdichadamente, el caso de Aaron es atípico principalmente por la cantidad de atención que ha recibido. El cambio de indulgencia – o aun dinero – por la deposición que ayudará a la fiscalía es una táctica absolutamente rutinaria en la guerra a las drogas. En verdad, la DEA siguió usando a un “superdelator” llamado Andrew Chambers para numerosos procesos criminales después que un tribunal había determinado que era un perjurador reincidente. El buen sentido nos dice que la deposición adquirida de esta manera no siempre es confiable. Es un comentario asqueroso sobre el estado de nuestro sistema de justicia que los fiscales usen una táctica así tan a menudo. El hecho de que las leyes de condenas mínimas obligatorias que le granjearon a Aaron sus sentencias de prisión perpetua fueran aprobadas por el Congreso sin audiencias ni asesoramiento de expertos en otras formas (de acuerdo con mi colega Eric Sterling, que apareció en el documental de Bikel) es igualmente preocupante. El uso de estas leyes para prender a pequeños infractores durante largos períodos de tiempo también es muy común, pero el término “mínima obligatoria” no apareció en su informe ni una vez. Usted tampoco hizo mención de que fue el chivatazo incorrecto de un informante anónimo que llevó a la matanza de la nonagenaria Kathryn Johnston por oficiales de la policía en un allanamiento inadvertido en la propia ciudad natal de la CNN, Atlanta.

La investigación del Sentencing Project ha descubierto que literalmente uno en tres negros jóvenes entre 20 y 29 años está bajo la supervisión del sistema de justicia penal – prisión, cárcel, libertad vigilada o condicional – en cualquier día dado. Aquí en Washington, los números son aún más altos. ¿Cuán difícil debe ser para todas estas personas con condenaciones en sus antecedentes encontrar empleos legítimos? ¿Qué tipo de impacto dicho operativo masivo y corriente causa sobre los lazos de la familia, de la amistad o de la comunidad? ¿Cuántas de estas personas van a la cárcel o a la prisión, qué tipos de cosas aprenden allí, cuántos de ellos contraen enfermedades graves allí y las traen acá afuera? ¿Con qué frecuencia reciben condenas mínimas obligatorias severas como Clarence Aaron? En una conferencia de que participé recientemente, un profesor de la Facultad Morehouse, lamentando la situación, entabló una conversación llamada “¿Dónde Están los Hombres?” ["Where are the Men?"]. ¿Qué deberíamos hacer de diferente, o qué deberíamos dejar de hacer si vamos a eso, en qué orden tratar de eso? ¿Qué hace todo esto para cambiar a las personas, en su mayor parte en formas que no queremos, para causar más criminalidad? Simplemente no creo que uno en cada tres hombres negros en este grupo de edad sea criminal en ningún sentido significativo de la palabra.

Sugiero respetuosamente que el sobreuso y el maluso del sistema de justicia penal – no las letras de algunos rappers - son los principales motivos por los cuales el sentimiento antipolicía es tan fuerte en algunas de nuestras comunidades. Les insto a hacer un informe de seguimiento para echar un vistazo más profundo a estas cuestiones. Al fin, sólo porque Lou Dobbs cree que podemos detener las drogas en la frontera, eso no quiere decir que vaya a suceder – y, si pudiéramos, la gente simplemente usaría más de las drogas que pueden ser cultivadas o hechas aquí. Por lo tanto, necesitamos cambiar fundamentalmente la manera por la cual lidiamos con las drogas. Terminar la práctica desgraciada de comprar o coaccionar deposiciones de “soplones” para prender a personas por años o décadas sería un comienzo.

No sea parte del problema, Sr. Cooper, sea parte de la solución – hable sobre esto.

Sinceramente,


David Borden, Director Ejecutivo
Stop the Drug War
Washington, DC
http://stopthedrugwar.org

Permission to Reprint: This content is licensed under a modified Creative Commons Attribution license. Content of a purely educational nature in Drug War Chronicle appear courtesy of DRCNet Foundation, unless otherwise noted.

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