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Reportaje: Llegó el verano y es tiempo de… ser preso de camino al festival (si usted no tiene cuidado)

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Con el Día de los Caídos en el pasado, empezó la temporada de festivales musicales de verano - y con ella la imposición especial de la legislación antidroga dirigida hacia los frecuentadores en lo que podía ser llamada una forma de perfilación cultural. Si los años anteriores sirven de indicio, los amantes de la música deben prepararse para encontrar de todo, de anuncios de “puestos de fiscalización de drogas” que no lo son – al contrario, son trampas para atraer a los asustados – y verdaderos controles inconstitucionales de drogas en las carreteras que fingen ser “verificaciones de seguridad” (con sabuesos rastreadores de drogas y todo) a policías encubiertos trabajando dentro de la propia área del festival.

Richard Anderson, vía commons.wikimedia.org
Festivales conocidos en EE.UU. como el Bonaroo en Tennessee y el Wakarusa en Kansas, bien como incontables festivales menores, especialmente en el campo, han atraído labores especiales de la fuerza pública en el pasado. Como probablemente este año no será diferente, los frecuentadores de los festivales necesitan conocer sus derechos y como ejercerlos cuando se encuentren con la policía.

Las acciones policíacas de represión ya se ponen en marcha. El fin de semana pasado, el Summer Camp Festival 2008 en Chillicothe, Illinois, atrajo a unos 13.000 aficionados para escuchar una formación diversa de bandas, incluso Flaming Lips, George Clinton & Parliament/Funkadelic, Blind Melon, Roots y New Pornographers. También atrajo a las policías de la ciudad y del estado, que reivindicó hacer 20 arrestos por drogas – por marihuana, éxtasis y LSD – entre ellas en y alrededor del festival.

La policía estaba satisfecha. “Creo que mucho de ello tuvo que ver con la reunión de todas nuestras agencias antes del evento para planear de veras nuestro ataque”, le dijo Steven Maurer, jefe de policía de Chillicothe, al HOI-19 TV News. “Nuestra meta es impedir que ingrese y eso hicimos bastante”.

Mientras tanto, allá abajo en el noreste georgiano, algunas otras agencias de la ley también se habían reunido para planear un ataque. Éste no visaba directamente a los frecuentadores, sino a la gente que viaja por las carreteras en general. En lo que el Northeast Georgian describió como “una de las más grandes interdicciones y verificaciones de seguridad en las carreteras de la comarca en por lo menos cinco años”, funcionarios de la Comisaría de la Comarca de Habersham, del Destacamento Antidroga del Noreste de Georgia, del Destacamento Antidroga de la Guardia Nacional de Georgia, de la Policía Estadual de Georgia, de la Agencia de Investigación de Georgia, de la Unidad Reguladora de Vehículos Automotores de la Secretaría de Seguridad Pública de Georgia, de la Prisión Estadual de Lee Arrendale, de la Prisión Estadual de Phillips y de la Policía de Cornelia participaron de un puesto de control de veinticuatro horas en una carretera local.

La policía se jactó del éxito de su puesto de control, que se granjeó 74 arrestos, 31 de ellos por delitos de drogas. “Salió bien, creo”, dijo el sheriff De Ray Fincher de la Comarca de Habersham. “El operativo resultó en la incautación de $36,000 en drogas ilegales. Y se calcula que una cantidad total de efectivo, drogas y vehículos tenga un valor de $82,000”.

La policía sí pasó algunas multas por infracciones de las leyes de tráfico, le dijo Fincher al WNEG-TV 32 News. “Pillamos a mucha gente sin seguro, sin permiso de conducir o con el permiso suspenso”, dijo. Y algunos fumadores de marihuana: “La mayoría de nuestros casos estuvo relacionada con la marihuana; de cualquier modo, sí tuvimos varios casos de metanfetamina y uno de cocaína”, explicó Fincher.

En un fallo de la Corte Suprema de 2000, Indianápolis vs. Edmonds, el tribunal superior sostuvo que los puestos de fiscalización de drogas indiscriminados en las carreteras eran inconstitucionales visto que los conductores eran parados sin sospecha por un propósito de represión legal – no de seguridad pública.

Pero Fincher fue abierto sobre su puesto de fiscalización carretero constitucionalmente sospechoso. “Intentamos hacer todo lo posible para impedir la actividad relacionada con la droga en la Comarca de Habersham, ya sea ir de paso, ya parar por aquí”, dijo, observando que los arrestos por drogas en la comarca estaban en alza. “Eso significa apenas que hemos tomado un abordaje verdaderamente agresivo a la represión a la droga”.

“Tras la estela del caso de Indianápolis, la fuerza pública ha intentado descubrir una forma de aún conducir puestos de fiscalización de drogas que estén conformes con aquella decisión”, dijo Adam Wolf del Proyecto de Reforma de la Ley sobre las Drogas de la ACLU. “Se trata de intención. Si la intención es la de realizar un control básicamente para fines de represión legal, no está bien. Si es para fines de seguridad pública, como controles de sobriedad, está bien”.

Una impugnación constitucional de cualquier puesto de control se resumiría a intención, dijo Wolf. “Si resulta ante todo que la intención era de ser un puesto de fiscalización de drogas, sería un registro irrazonable y no estaría en conformidad con la Constitución”, dijo. “Se debería cancelar ese tipo de control, pero será necesario que alguien lo impugne”.

Fijándose en el informe de efectivo y bienes incautados del sheriff Fincher, Wolf indicó que el propósito de los controles podía realmente tratarse de algo más que la represión legal o la seguridad pública. “Con frecuencia se hacen estas cosas para financiar las agencias de la ley. La confiscación de activos es realmente una gallina de los huevos de oro”, dijo.

No importa si los controles u otras tácticas especiales de la ley sirven para recaudar dinero, trabar la lucha contra la droga o de hecho para la “seguridad pública”, los expertos consultados por la Crónica dijeron impresionantemente lo mismo: Prepárese, no sea burro y no renuncie a sus derechos.

“La manera más eficiente de ser arrestado por tenencia de marihuana que no sea lanzar humo en el rostro de un policía es fumar marihuana mientras se maneja o se está aparcado en su auto, especialmente de camino a un festival”, dijo Steven Silverman de la Flex Your Rights, el grupo de las libertades civiles que ha lanzado un vídeo que instruye a la gente a como ejercer sus derechos. “Usted tiene una expectativa mínima de privacidad y apesta. Los policías pueden olerlo y, si lo hacen, ahí tiene causa probable para registrarle”.

“Mantenga sus artículos personales fuera de la vista”, recomendó Wolf de la ACLU. Una bolsita llena de hierba en el asiento delantero es toda la causa probable que un policía necesita para registrar el vehículo y arrestar al dueño.

registro de auto
“La única cosa segura que hacer es no portar”, dijo Keith Stroup, fundador y actualmente asesor sénior de la National Organization for the Reform of Marijuana Laws (NORML, por su sigla en inglés). “Pero el problema es que se puede ofrecer buena marihuana en los festivales o no. Si usted va a llevar algo, mantenga la cantidad la más baja posible y, por Dios, ¡no fume en el auto!”

Si le paran en un control (o le hacen parar por algún motivo) y no le ha dado a la policía causa probable para registrarle a usted o a su vehículo, entonces es hora de ejercer sus derechos. En tales situaciones, la gente debe ser educada, pero firme, dijeron los expertos.

“Si la policía le hace parar, es muy probable que los oficiales le pidan que consienta con un registro”, dijo Silverman. “No lo haga. Nunca jamás consienta, bajo cualquier circunstancia. Ello puede venir en términos de orden, pero es una solicitud. Si usted consiente, está renunciando a su protección de la Cuarta Enmienda contra registros e incautaciones irrazonables. No van a ‘ser moderados’ con usted; van a confiscar lo que encuentren, arrestarle y encarcelarle. No haga su trabajo por ellos”.

“No hay ninguna circunstancia que pueda imaginar en que usted deba consentir con un registro”, estuvo de acuerdo Stroup de la NORML. “Si les da permiso, renuncia a sus salvaguardias de la Cuarta Enmienda. Pueden decir que va a ser más fácil si usted coopera, pero es mentira. El único motivo para que estén ahí es verificar si usted lleva contrabando, arrestarle y encarcelarle si lo hace”.

“Basta decir no a los registros sin orden”, repitió Wolf de la ACLU. “Los policías no le dirán que tiene el derecho de no consentir, pero usted lo tiene y la gente lo ha estimado desde la fundación de la República”.

Hay otros riesgos carreteros para el frecuentador incauto. La fuerza pública puede ponerse creativa en su guerra interminable contra los usuarios y vendedores de drogas.

“Cualquiera que maneje para ver su banda favorita también debe tener ciencia de los falsos puestos de fiscalización de drogas”, dijo Silverman. “Los puestos de fiscalización de drogas son inconstitucionales, pero lo que hacen algunos sheriffs es armar un gran letrero que dice ‘Control de drogas adelante’ cerca de los locales de los festivales y luego observan quienes salen de la autopista en el desnivel siguiente o quienes botan algo por la ventana de su auto. Entonces, los paran por arrojar basura o no señalizar al cambiar de carril o algo así. Si usted ve dicho letrero, siga manejando – es un farol pensado para ver a quien asusta”.

“Cuando usted vea un letrero como ése, prosiga dentro del límite de velocidad, manejando con seguridad por el trayecto”, aconsejó Wolf.

Wolf cree problemático el acoso de los frecuentadores de festivales que van allende tácticas de represión legal en particular. “La perfilación con base en la raza no está bien, la perfilación con base en el género no está bien y la perfilación con base en el tipo de concierto a que se asiste no está bien”, dijo. “Es irrazonable e injustificable que la policía objetive a un grupo de personas porque va a cualquier tipo de concierto en específico”.

“Simplemente tener una calcomanía de Grateful Dead o un peinado rastafari no constituye sospecha razonable de nada”, concordó Silverman.

Pero en el mundo real, puede constituir. Los frecuentadores de festivales y demás viajeros en autopistas necesitan tener ciencia de sus derechos y también de los hechos de la vida en los Estados Unidos de hoy cuando se echen a las carreteras este verano.

Una cosa más tan pronto como se llegue realmente al festival. “Hay una gran falacia que dice que los policías deben revelarse si son infiltrados”, dijo Silverman. “Eso está mal y es burricie creerlo. Los policías pueden mentir y mienten legalmente al hacer sus trabajos. Es probable que creer en eso haya resultado en la prisión de miles de personas”.

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