La semana pasada el senador Tom Coburn (R-OK), un presunto conservador que defiende el libre mercado y también es médico, pidió en el pleno del Senado de EE. UU. que se ilegalicen los cigarrillos y otros productos tabaqueros. Coburn puede haber estado simplemente tratando de anotar puntos polÃticos contra los demócratas mientras el Senado debatÃa un proyecto de ley para que la Administración de Alimentos y Drogas (FDA, por sus siglas en inglés) lo reglamente â lo aprobaron el jueves y ahora lo encaminaron al gabinete del presidente -, pero, sin embargo, el Ãmpetu prohibicionista contra el tabaco ha sido articulado claramente ahora en el Congreso de EE. UU.
En vez de autorizar la FDA a reglamentar la venta, la publicidad y la fabricación del tabaco, se deberÃa simplemente prohibir la sustancia, dijo Coburn. âSi realmente queremos marcar la diferencia en la salud y eliminar la dependencia del tabaco, lo que hay que hacer es detener la adicciónâ.
Hacer que la FDA reglamente el tabaco solamente confundirÃa a la agenda, argumentó el republicano de Oklahoma. La misión de la agencia es asegurar la seguridad de los alimentos y los fármacos y no hay nada seguro en el tabaco, dijo. Y reglamentar el tabaco significa no prohibirlo, añadió. âEn este proyecto, permitimos que los productos existentes de tabaco jamás sean eliminadosâ.
Respecto a los fumadores, blancos de un ostracismo social cada vez más grande y una regulación cada vez más dominante y objetos favoritos de tributación localizada, la prohibición total podrÃa ser el posible desenlace. Pero Coburn indicó que los demócratas, que respaldan la legislación de reglamentación, tratarÃan de bloquear la total prohibición porque buscan beneficiar a un grupo de interés fundamental: los abogados litigantes. âHemos presenciado todas estas demandas a lo largo de los años en que miles de millones de dólares han pasado a los cofres de los abogadosâ, dijo.
Sin duda, Coburn intentaba anotar puntos polÃticos al acusar a la mayorÃa de estar en el bolsillo de los abogados litigantes, pero ahora alguien en el Congreso de EE. UU. puede adherir a su cruzada. Se sabe muchÃsimo bien que el sentimiento prohibicionista todavÃa corre profundamente en aquel augusto organismo deliberativo.
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