El Gabinete de PolÃtica Nacional de Fiscalización de las Drogas de la Casa Blanca (ONDCP, la sigla en inglés para la secretarÃa antidroga de EE.UU.) ha fracasado en sus propios términos cuando se trata de las polÃticas de marihuana, de acuerdo con dos informes que examinan datos del gobierno de un renombrado investigador de la marihuana. No ha reducido considerablemente el consumo de marihuana pese a incrementar constantemente las cifras anuales de arresto y las corrientes campañas de propaganda, mientras que, al mismo tiempo, tergiversa y distorsiona datos sobre la gente que está en tratamiento por âdependencia de la marihuanaâ a fin de afirmar falsamente que la marihuana es una droga peligrosa, cuando, en realidad, menos de la mitad de todas las personas tratadas a causa de la marihuana cuadra con los criterios tÃpicos para la toxicomanÃa.
Con base en las propias cifras del gobierno, el ONDCP ha fracasado en lograr su meta declarada en 2002 de reducir el consumo de marihuana en un 25% hasta 2007, descubrió Gettman. Conforme al sondeo nacional, el año pasado hubo 14.5 millones de fumadores de marihuana en comparación con los 14.6 en 2002. De 2002 a 2007 el consumo anual de marihuana cayó ligeramente de 25.9 a 25.1 millones. A la verdad, el número de estadounidenses que han consumido marihuana en algún momento de sus vidas aumentó, de 95 millones en 2002 para más de 100 millones en 2007.
Igualmente, el consumo de marihuana entre adolescentes â cuya reducción es una de las metas declaradas del ONDCP â sigue alto. Más de uno en cada nueve (12%) de niños con 14 y 15 años y uno en cada cuatro (23,7%) de los que tienen 16 y 17 consumieron marihuana en 2007. Pero, perturbadoramente, hubo 472.000 niños de 12 y 13 años y 627.000 de 14 y 15 que no consumieron marihuana en 2006, pero todavÃa consumieron drogas ilegales. Casi mitad de ellos usó inhalantes y obtuvo analgésicos ilegalmente.
A grandes rasgos, hubo 35.7 millones de consumidores de drogas ilÃcitas al año en Estados Unidos en 2007, el 14,4% de la población. De todos los consumidores de drogas ilÃcitas, el 41% consumió apenas marihuana. El otro 29% consumió marihuana y por lo menos una droga ilÃcita, en tanto que el 30% consumió otras drogas ilÃcitas, pero no marihuana.
âEl gobierno Bush no ha logrado reducir ni fiscalizar el consumo de marihuana en Estados Unidosâ, concluyó Gettman. âSe han distorsionado cambios marginales respecto al consumo de marihuana y otras drogas para sustentar falsas afirmaciones de que se ha logrado progreso gradual en la reducción del consumo de marihuana y otras drogas. En esencia, el consumo de marihuana es el mismo que cuando el gobierno Bush tomó posesión y el consumo total de drogas ilÃcitas ha aumentado. Los datos sobre el consumo de drogas no corroboran las afirmaciones del gobierno Bush de que sus polÃticas han causado un impacto considerable sobre el consumo de drogas ilÃcitas en Estados Unidosâ.
La estabilidad â no la reducción â del consumo de marihuana sucede pese a por lo menos 127 anuncios antimarihuana televisivos, radiofónicos e impresos distintos del ONDCP, además de por lo menos 34 comunicados de prensa centrados principalmente en la marihuana y, como mÃnimo, 50 informes del ONDCP u otras agencias del gobierno de EE.UU. acerca de campañas sobre o contra la marihuana.
Para John Walters, director del ONDCP, las ligeras reducciones en el consumo de marihuana entre adolescentes querÃan decir que âlos adolescentes están captando la idea respecto a los daños de la marihuana y están cambiando su comportamiento â para lo mejorâ, como observó en un comunicado de prensa de septiembre de 2007. Con todo, fue forzado a admitir en el aliento siguiente que âel consumo abusivo de medicamentos recetados entre adolescentes sigue siendo una preocupación inquietanteâ.
Igualmente, en un comunicado de prensa de julio, Walters pidió una âintervenciónâ contra el consumo de marihuana entre adultos e intentó definir la experiencia de la marihuana mientras lo hacÃa. âLa marihuana es el punto ciego de las polÃticas de drogasâ, dijo Walters. âLos nacidos en la década de 1950 tienen la percepción de que la marihuana se trata de diversión y libertad. No es asÃ. Se trata de dependencia, enfermedad y disfunción. Como revelan los datos publicados hoy dÃa, la marihuana es una parte mucho más grande del problema de nuestro paÃs con la adicción que la mayorÃa percibe. Aunque el consumo de marihuana haya caÃdo bruscamente, el consumo adulto, con todas las consecuencias sociales, económicas y sanitarias que ello conlleva, no va a mejorar hasta que empecemos a ser más honestos con nosotros mismos sobre la gravedad de esta droga. Demasiados de nosotros están en negación y es tiempo de una intervenciónâ.
âLas propias estadÃsticas del gobierno demuelen las afirmaciones de éxito del secretario antidroga de la Casa Blanca en su obsesiva guerra contra la marihuanaâ, dijo Rob Kampia, director ejecutivo del Marijuana Policy Project (MPP, por su sigla en inglés) en Washington, DC. âLa guerra más intensa contra la marihuana desde âLa locura del porroâ, incluso cifras plusmarquistas de arrestos cada año desde 2003, ha desperdiciado miles de millones de dólares y no ha producido nada, excepto dolor y vidas arruinadasâ.
Si el ONDCP no ha logrado reducir el consumo de marihuana, ha tenido bastante éxito en hacer subir el número de personas forzadas a ingresar a tratamiento de la toxicomanÃa a causa del consumo de marihuana. El problema es que muchas de las personas que buscan tratamiento para la âdependencia de la marihuanaâ no son dependientes ni necesitan tratamiento. El porcentaje de admisiones por que la marihuana fue la principal sustancia de consumo abusivo encaminadas por el sistema de justicia penal aumentó del 48% en 1992 al 58% en 2006. Pero menos de la mitad (45%) de las admisiones cumplÃa con los criterios para la dependencia asentados por el Manual Diagnóstico y EstadÃstico de la Asociación Americana de PsicologÃa.
âIncrementos en las admisiones al tratamiento a causa de la marihuana, citados con frecuencia por los funcionarios como prueba de que la marihuana es peligrosamente adictiva, son más el resultado de polÃticas de justicia penal que de diagnóstico médicoâ, señaló Gettman. âEstas polÃticas aumentan los costes públicos de proveer servicios de tratamiento de la toxicomanÃa y reducen los fondos y la oferta de tratamiento de problemas más graves con las drogas.
El dinero de sus impuestos costea tratamiento innecesario de la drogodependencia para usuarios de marihuana. Programas del gobierno sufragan el tratamiento en el 62% de las admisiones en que la marihuana sea la principal droga consumida abusivamente y en el 60% de ingresos al tratamiento a causa de la marihuana encaminado por el sistema de justicia penal.
âEn miles de casos, el contribuyente parece estar financiando el tratamiento de no adictos cuyo único problema es el de que los pillaron con marihuanaâ, dijo Gettman.
Con base en datos oficiales, Gettman también descubrió que, comprobadamente, el ONDCP no habÃa logrado cumplir su meta de dos años de 2002 de una reducción del 10% en el consumo de drogas entre adolescentes y adultos ni su meta de cinco años de una reducción del 25% en el consumo de drogas entre esos dos grupos. El consumo de drogas entre adolescentes sà disminuyó, pero menos que las metas del ONDCP. Hubo una reducción poblacional del 7% en el consumo actual de drogas ilegales de 2002 a 2004 y una reducción del 16% de 2002 a 2007. Pero, entre los adultos, aunque la población de consumidores actuales de drogas ilÃcitas cayera el 1,5% de 2002 a 2004, la verdad es que aumentó el 4,8% de 2002 a 2007. Ese incremento en el consumo de drogas ilÃcitas entre adultos se debió al uso de analgésicos opiáceos, de acuerdo con el sondeo nacional sobre el consumo.
Y asà está la guerra contra la droga ilÃcita más popular de Estados Unidos. Mientras que el secretario antidroga se lanza en improperios contra la marihuana, los niños y adultos se vuelven hacia los analgésicos. ¿Eso es progreso?
Add new comment