Reportaje: ¿La adicción es una enfermedad cerebral? Proyecto Biden que la definirá así está tramitando el en Capitolio

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Un proyecto de ley presentado por el senador Joe Biden (D-DE) que definiría la adicción como enfermedad cerebral está tramitando en el Senado. Profesionales del tratamiento químico, científicos destacados y defensores de la rehabilitación lo ven como algo bueno. Sin embargo, hay algunos escépticos.

[inline:NIDAcover.gif align=left caption="tapa del libro del NIDA con la imagen de un encefalograma"]El proyecto de ley, la Ley Reconociendo la Adicción como Enfermedad de 2007 [Recognizing Addiction as a Disease Act of 2007] (S. 1011), también cambiaría el nombre del Instituto Nacional del Abuso Químico (NIDA, sigla en inglés) para Instituto Nacional de las Enfermedades de la Adicción y cambiaría el nombre del Instituto Nacional del Abuso de Alcohol y Alcoholismo para Instituto Nacional de Trastornos Alcohólicos y Sanidad.

“La adicción es una enfermedad neurobiológica – no una opción de estilo de vida – y ya es hora de que empecemos a tratarla de esa manera”, dijo el senador Biden en una declaración cuando presentó este proyecto esta primavera. “Debemos dar el ejemplo y cambiar los nombres de nuestros institutos federales de investigación para reflejar esta realidad con precisión. Al cambiar la manera por la cual hablamos de la adicción, cambiamos la forma por la cual la gente piensa en la adicción, ambos los cuales son pasos cruciales para superar el estigma social asociado frecuentemente con la dolencia. Este proyecto es un paso pequeño, pero importante, hacia la eliminación del estigma social que rodea el tratamiento de las enfermedades de la adicción”, dijo el senador Biden.

La medida está consiguiendo apoyo bipartisano. Fue aprobada por el comité de Sanidad, Educación, Trabajo y Pensiones (HELP, sigla en inglés) del Senado en junio con el respaldo del senador Mike Enzi (R-WY), el presidente de la bancada minoritaria. “La ciencia nos muestra que la adicción al alcohol o a cualquier otra droga es una enfermedad”, dijo Enzi en una declaración por ocasión de la votación. “Aunque la decisión inicial de consumir drogas sea una opción, llega una época en que el consumo seguido prende el interruptor de la adicción en el cerebro. Esa época puede variar por depender de factores que van de la genética y del ambiente al tipo de la droga y a la frecuencia del consumo. En razon de eso y de los estereotipos y desafíos seguidos que con frecuencia son barreras para las personas que sufren de drogodependencia y buscan tratamiento, tengo orgullo de apoyar esta legislación. Pese a que los nombres de los Institutos cambien, su misión – impedir y tratar la adicción a las drogas y al alcohol – seguirá siendo la misma”.

Los políticos están siguiendo el consejo de investigadores neurológicos liderados por científicos del NIDA quienes han estado trabajando durante años para encontrar el eslabón mágico entre el cerebro y el consumo de drogas compulsivo. La Dr. Nora Volkow, actual directora del NIDA, ha estado a la cabeza de la carga y Biden y Enzi pueden haber estado leyendo sus informes.

“La drogadicción es un enfermedad cerebral”, dijo Volkow en un típico comunicado de noticias del NIDA. “Pese a que el consumo de drogas inicial pueda ser voluntario, una vez que la adicción se desarrolla este control queda considerablemente trastornado. Estudios de imágenes han mostrado anormalidades específicas en los cerebros de algunos, pero no todos, individuos adictos. Aunque los avances científicos en la comprensión de la adicción hayan sucedido con una velocidad sin precedentes en los últimos años, permanecen las preguntas sin respuestas que resaltan la necesidad de más investigaciones para definir mejor los procesos neurobiológicos involucrados en la adicción”.

Previsiblemente, las comunidades del tratamiento y de la rehabilitación, ansiosas por un cambio de ambiente social que dé más apoyo y castigue menos a los adictos, apoyaron la legislación. “Reconocer la adicción es el próximo paso hacia delante”, dijo Daniel Guarnera, coordinador de relaciones gubernamentales de la NAADAC -- The Association for Addiction Professionals. “El NIDA y sus científicos han demostrado abrumadoramente que la adicción no es un rasgo conductual, sino que es causada por cambios fisiológicos en el cuerpo que hacen que la gente quiera consumir sustancias adictivas. Este proyecto también permite que la terminología alcance la ciencia”.

Pese a que el proyecto no sea nada más que un pronunciamiento congresal y un nuevo bautismo de dos institutos, aún es un paso importante, dijo Guarnera. “Sí, es simbólico, pero ese simbolismo es sumamente importante, porque el texto debe reflejar el conocimiento médico y ello ha demostrado que el abuso químico es un fenómeno físico”.

“Aprobamos este proyecto por completo”, dijo Pat Taylor, directora ejecutiva de Faces and Voices of Recovery, una coalición partidaria del tratamiento y del restablecimiento. “Creo que la idea de rebautizar las agencias es estupenda. La gente que sufre de problemas con las drogas y el alcohol puede recuperarse y sí se recupera de la adicción. Llamarlos ‘usuarios abusivos’ sólo los estigmatiza”.

Taylor y su organización están apoyando el proyecto activamente, dijo. “Hemos mandado cartas de aprobación del proyecto”, dijo “Las personas culpan a otras por sus problemas con las drogas y el alcohol, entonces esta cuestión es importante para la comunidad del restablecimiento. Necesitamos repensar la manera por la cual conversamos sobre esto”.

¿ La adicción es una enfermedad cerebral de veras? Algunos investigadores creen que eso es demasiado sencillo. Scott Lilienfeld, profesor de sicología en la Universidad de Emory, le dijo a ABC News esta semana lo siguiente: “Lo que yo hallo preocupante en la retórica respecto de la enfermedad cerebral es que ha sido grosera y demasiadamente simplificada, ha reducido un problema increíblemente complejo a la explicación que no es necesariamente la más importante. Es posible aprehender un problema psicológico en muchos niveles. La explicación de bajo nivel se refiere a las moléculas en el cerebro. Hay otros niveles, incluso el de los rasgos de personalidad y humores de la gente, el de los padres de la gente, el ambiente. Un nivel superior a éste es el de la comunidad”.

“Cada nivel revela algo útil”, prosiguió Lilienfeld. “La enfermedad cerebral es sólo un nivel entre muchos y ni siquiera es el más útil. Insinuar que es el único nivel de explicación es contraproducente”.

Algunos inconformistas van más allá. “No, la adicción no es una enfermedad del cerebro”, dijo el Dr. Jeffrey Schaler, psicólogo y profesor en el Departamento de Justicia, Derecho y Sociedad en la American University en Washington, DC, y autor de "The Myth of Addiction” [El mito de la adicción]. “Enfermedades son lesiones físicas, anormalidades celulares. La adicción es un comportamiento, algo que una persona hace. Enfermedades son algo que una persona tiene”, discutió.

“No se puede curar de gana una enfermedad real”, prosiguió Schaler. “Pero la gente vive cambiando de gana comportamientos que no le gusta”.

Otros creen que el propio concepto de adicción es demasiado impreciso. “No hay ninguna concepción clara de lo que la gente quiere decir con a palabra ‘adicción’ y hay varios trabajos sobre este concepto insatisfactorio”, dijo el profesor John Davies, director del Centro de Sicología Social Aplicada en la Universidad de Strathclyde en Escocia, otro crítico destacado del modelo “la adicción es una enfermedad cerebral”. “Consumir drogas y ‘adicción’ no son sinónimos”, prosiguió Davies, observando que muchos “usuarios de drogas por diversión” se vuelven “adictos” en cuanto terminan en la Justicia.

“Por supuesto, la gente puede meterse y sí se mete en un lío terrible cuando no logra administrar su vicio con eficiencia”, reconoce Davies. “Pero examine los datos. El consumo de drogas perjudicial tiene mucha relación con la clase social, en tanto que el consumo de drogas por sí mismo tiene menos. La gente desiste de la presunta ‘enfermedad’ cuando sus vidas cambian, cuando se consiguen una nueva pareja, un nuevo empleo, una mudanza de casa”.

“La cruzada del senador Biden es parte de una lucha política de décadas para aislar vicios en drogas en los usuarios y oscurecer los factores sociales e históricos que, al fin, subyacen los supuestos problemas de las drogas”, dijo Richard De Grandpre, autor de "The Cult of Pharmacology: How America Became The World's Most Troubled Drug Culture" [El culto de la farmacología: Cómo los EE.UU. se volvieron la cultura de drogas más problemática del mundo] (vide reseña la próxima semana aquí), citando el caso de los ex combatientes de la guerra de Vietnam que se viciaron en opiáceos, pero quienes, en su mayoría, perdieron el vicio rápidamente tras regresar a casa.

“Estos ex combatientes consumían crónicamente y eran considerados adictos. ¿Qué pasó con sus vicios?” preguntó De Grandpre. “La epidemia temida no se materializó porque los factores sociales que sustentaban el consumo de heroína en Vietnam habían casi desaparecido tras el regreso”.

Davies cree que el rótulo adicción tiene consecuencias perniciosas para los usuarios problemáticos también. “Empeora mucho las cosas”, dijo. Ello hace creer a la gente que las raíces de su comportamiento están más allá de su poder de control, lo que es la última cosa que se necesita cuando se está intentando hacer que alguien cambie su comportamiento”.

Cómo los reformadores de las políticas de drogas (p. ej., los que, sobre todo, están interesados en relajar las políticas prohibicionistas de drogas) deben responder al proyecto Biden? Retóricamente, tanto el modelo de la “enfermedad” como el de la “opción” han sido utilizados varias veces para justificar políticas durísimas – el primero para los vendedores de drogas, quienes en su mayoría no son ni capos ni monstruos que buscan viciar a los niños en sus artículos, pero que son acusados como tales en el tribunal de la opinión pública – el segundo para los usuarios problemáticos o aun los consumidores en general, porque deberían parar de una vez ya que es una opción.

“Tengo una tendencia a pensar que cambios terminológicos que reduzcan la leña echada al fuego de la discusión sobre las drogas van a ayudar más que perjudicar nuestra causa”, dijo David Borden, director ejecutivo de Stop the Drug War (DRCNet, la editora de este informativo). “Términos como ‘Enfermedades de la Adicción’ abarcan menos impacto verbal o retórico que algunos más cortos, como ‘Abuso Químico’, y son menos útiles para fines de propaganda política. Si los nombres de las agencias cambian, la terminología emitida por las agencias también tendrá que cambiar, por lo menos un tanto, y eso será útil – para los políticos, será más difícil concentrar su retórica en declaraciones sin sentido como ‘todo uso es abuso’, si ‘abuso’ ya no es el término escogido y aprobado por el gobierno en la discusión”.

“Sin embargo, son preocupaciones políticas”, señaló Borden. “Si ‘enfermedad’ es un término científicamente impreciso por describir el conjunto de condiciones conocido por lo común como ‘adicción’ – y me parece que probablemente lo es -, entonces el Congreso y el NIDA no deberían estar usando el término para ese fin. Me sentiría más a gusto con el proyecto si utilizara un texto ligeramente diferente”. Pero, él cree que, probablemente, es un saldo positivo. “Creo que el mensaje obvio del cambio terminológico sería decir que las personas que sufren de problemas con las drogas no son criminales de veras y eso es bueno”.

“Además, si la adicción no es una enfermedad, obviamente aún hay alguna dolencia que algunas personas tienen, físicas para algunas de ellas por lo menos, que les dificulta hacer opciones más favorables”, añadió Borden. “Sino no creo que habría miles de personas corriendo el riesgo de ser arrestadas o de sufrir sobredosis por inyectarse heroína diariamente ni millones haciendo sabidamente lo que hacen consigo mismos al fumar cigarrillos. Entonces, no sé si la imprecisión en el término escogido para la discusión es un problema muy grande”.

Schaler no está de acuerdo. “Los reformadores de las políticas de drogas juegan el juego del estado terapéutico cuando apoyan la idea de que la drogadicción es una enfermedad tratable”, dijo. “Eso quiere decir que los médicos, en lugar de los agentes antidrogas solamente, tienen más poder sobre la gente”.

En principio, ni el decreto congresal ni las inquietudes de los terapeutas acerca de la idea correcta a ser pasada a los pacientes ni las preocupaciones de los partidarios por lo que resultará por fin en políticas mejores deberían quedar en segundo lugar en este debate – fundamentalmente, la cuestión es científica y filosófica. Como el Congreso sujeta las riendas financieras para el grueso de la investigación sobre las adicciones en este país, sin embargo, ahora sus opciones pueden afectar de hecho la terminología que será usada en el futuro durante algún tiempo. Y, de hecho, ella puede causar un impacto de maneras que van más allá de sus propósitos iniciales.

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