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Oriente Medio: Crisis política libanesa resulta en cosecha extraordinaria de hachís

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El gobierno libanés paralizado por luchas políticas internas y el ejército libanés ocupado con la lucha contra los radicales islámicos han proporcionado todo el ímpetu necesario para que los agricultores regresen a su cultivo comercial favorito en el Valle de Beca: el cannabis. De acuerdo con la Agence France Press, el valle está listo para producir su cosecha más grande de cannabis desde el fin de la guerra civil libanesa en 1990.

persa fumando hachís (de la DrugLibrary.org)
La mayor parte del cannabis libanés es procesada en hachís. Luego, ello es encaminado hacia mercados en Europa y regiones, incluso Israel. El verano pasado, durante la guerra israelí de un mes de duración con el Hezbolá, activistas israelíes convocaron un boicot al hachís libanés.

Pero, como el gobierno libanés está enredado en una lucha por el poder con el Hezbolá y el ejército libanés está ocupado durante gran parte de esta primavera y verano luchando para echar a los radicales islámicos de un campamento de refugiados palestinos, el gobierno libanés no ha podido o no ha querido tomar medidas enérgicas contra los agricultores de hachís como en los últimos años.

Los agricultores están contentos. “Este año ha sido realmente excepcional”, le dijo un agricultor a la AFP mientras inspeccionaba su cultivo cerca de un pueblo en el Valle de Bekaa. “Si el estado nos deja en paz durante los próximos tres años, nuestra crisis agrícola se terminará y podremos salir del bosque”, agregó.

El Valle de Bekaa es una región pobre y predominantemente chiita dominada por el Hezbolá. También tiene una larga tradición de contrabando y militancia.

Durante la guerra civil libanesa (1975-1990), los agricultores y narcotraficantes del Bekaa ganaron cerca de $500 millones al año con el hachís, pero bajo la presión de los EE.UU., el gobierno libanés reconstituido tomó providencias militares contra los agricultores después de la guerra civil, mientras que, al mismo tiempo, las Naciones Unidas y ello prometían asistirlos en desarrollar sustentos alternativos. El agricultor y sus colegas dijeron que sabían que estaban infringiendo la ley, pero que el gobierno y la ONU no habían cumplido sus promesas desde principios de los años 1990.

“La gente está harta y desesperada a causa de la mala situación económica”, dijo el agricultor, cuya familia ha estado cultivando cannabis durante medio siglo. “La región entera está sufriendo y el hachís da dinero fácil”.

De hecho. Cuatrocientos cincuenta gramos de hachís salen por entre $1,000 y $1,500 en los mercados locales, dependiendo de la calidad. La cosecha de este año está estimada en $225 millones, menos que los años de apogeo durante la guerra civil, pero mucho más que cualquier año desde entonces.

El teniente coronel Adel Machmouchi, jefe de la Agencia de Represión a las Drogas del Líbano, le dijo a la AFP que su agencia no había podido erradicar los cultivos este verano por motivos de seguridad. “Visamos a ocho sectores en las regiones de Bekaa y Hermel, pero el ejército no pudo asegurar totalmente la seguridad de mis agentes a la luz de sus batallas con los islamistas en el campamento de refugiados de Nahr-al-Bared”, dijo.

Machmouchi también se quejó que los agricultores de quienes sus agentes planeaban alquilar tractores para cortar los cultivos incumplieron a última hora, diciendo que habían sufrido amenazas. Los hombres de Machmouchi se encontraron con algo más grave que amenazas cuando finalmente hallaron tractores, dijo.

“Habíamos logrado encontrar dos tractores de la región sureña de Bekaa y mientras estábamos erradicando el hachís ellos empezaron a disparar contra nosotros y fuimos forzados a batir en retirada”, dijo. “Queríamos regresar al día siguiente, pero sabíamos que nos estaban esperando y no queríamos que el problema se intensificara, entonces desistimos”.

El gobierno puede amenazar a los agricultores con largas sentencias de prisión, pero, con tanto que el gobierno central no responda las solicitudes de los agricultores de ayuda al desarrollo, seguirán recurriendo al cultivo de cannabis, dijo Jihad Sakr, director de servicios sociales para la región vecina de Hermel. “La gente necesita mandar a sus hijos al colegio, necesita cuidado médico, necesita comer y está desesperada”, dijo. “Entonces, es estupendo que les hagan promesas, pero si no les dan ningún subsidio, no les queda otra opción”.

A su vez, la ONU le dijo a la AFP que, actualmente, estaba trabajando en un proyecto de desarrollo alternativo para los agricultores en Hermel y el Bekaa. Irónicamente, el plan sirve para que los agricultores cultiven cáñamo. “Estamos en vías de instaurar el programa y esperamos implementarlo en el sitio hacia el año que viene”, dijo Edgar Chebab, director de la división de energía y medio ambiente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

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