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Reportaje: Defensores de terapeuta y pacientes del dolor logran una audiencia en el Congreso… por fin

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Por primera vez en más de una década, la intrusión de mano dura de la Administración de Represión a las Drogas (DEA, sigla en inglés) en el campo de la medicina estuvo bajo examen del Congreso la semana pasada. La revisión general de la reglamentación de la medicina de parte de la DEA ocurrió en una audiencia de 12 de julio delante del Subcomité de Criminalidad, Terrorismo y Seguridad Interna del Comité de la Cámara sobre el Judiciario presidido por el diputado Bobby Scott (D-VA).

Aunque la audiencia también incluyera deposiciones y preguntas de los miembros sobre el rol de la DEA en la persecución de dispensarios de marihuana medicinal y la obstrucción de la investigación sobre la marihuana (vea esta noticia corta) y también su aparente menosprecio de la cantidad de pseudoefedrina necesaria para fines comerciales y medicinales legítimos, deposiciones de Siobhan Reynolds del grupo de apoyo a los pacientes y terapeutas del dolor, la Pain Relief Network, y del abogado y partidario en la cuestión del dolor crónico, John Flannery, plantearon el tema de los procesos federales de médicos que prescriben altas dosis de analgésicos opiáceos.

Las audiencias lograron un sentido añadido de oportunidad al día siguiente, cuando el terapeuta del dolor nacionalmente conocido, el Dr. William Hurwitz, fue sentenciado a cinco años de prisión por acusaciones de narcotráfico. Al pronto Hurwitz había sido sentenciado a 25 años de prisión, pero su primer veredicto fue anulado y él fue condenado por 16 cargos de narcotráfico en un nuevo juicio en abril. Aunque los defensores de los pacientes del dolor y los partidarios de Hurwitz crean que él ni siquiera debería haber sido condenado, ellos tomaron la sentencia mucho más corta – la cual, con el tiempo cumplido, puede hacer egresar a Hurwitz en 17 meses – más o menos como una victoria.

Con todo, Hurwitz sigue entre rejas por lo que es, a lo mejor, relajamiento en el trato de algunos pacientes que le mintieron y revendieron las drogas que él les prescribió para los dolores crónicos. Como tal, él es un símbolo del número creciente de médicos que han sido perseguidos y procesados por el Ministerio de Justicia, la DEA y también por fiscales estaduales que han seguido el ejemplo de los federales.

“El subcomité ha recibido numerosas denuncias sobre la reglamentación de la medicina de parte de la DEA”, dijo el diputado Scott mientras iniciaba la audiencia. Volviéndose hacia el abuso de medicamentos recetados, Scott observó que: “Cuando surgió por primera vez, el abuso de Oxycontin se puso desenfrenado en áreas como la Apalachia y en la zona rural de Nueva Inglaterra. La DEA respondió adoptando el plan de acción para el Oxycontin, que involucraba la persecución de médicos que prescribían altas dosis de analgésicos. La DEA afirma que esta política no tenía la intención de impactar la oferta de drogas legítimas necesarias para tratar a los pacientes; sin embargo, las pruebas sugieren que la decisión de la DEA de procesar a los médicos ha hecho cundir el pánico dentro de la comunidad de la medicina, de tal forma que algunos médicos no están dispuestos a prescribir medicaciones para el dolor en dosis suficientemente altas para tratar a sus pacientes. El resultado es que muchos estadounidenses conviven con dolores crónicas sin tratamiento”.

El primer testigo fue el vicedirector del gabinete de fiscalización del desvío de la DEA, Joseph Rannazzisi, quien inmediatamente no estuvo de acuerdo con la idea de que la DEA estuviera intentando regular la medicina. “El título de esta audiencia, ‘La regulación de la medicina de la DEA’, es impreciso”, reclamó. “La DEA no regula ni la medicina ni la práctica de la medicina. La DEA sí investiga las infracciones de la Ley de Sustancias Controladas [Controlled Substances Act], pese a la fuente de la infracción, ya sea un traficante de cocaína colombiano, ya sea un traficante de marihuana o un médico que abusa de la autoridad para dispensar sustancias controladas”.

Diciendo que la DEA consideraba el desvío de medicamentos recetados uno de sus desafíos más significativos, Rannazzisi dijo “pequeños números de médicos inescrupulosos” eran parte del problema. Sin embargo, dijo, la agencia no visaba a los médicos. “Hablando generalmente, en cualquier año dado, la DEA arresta menos que 0,01 por ciento de los 750.000 médicos inscritos junto a la DEA por una infracción criminal. Casi siempre esas infracciones son groseras en naturaleza y son actos que están claramente fuera del curso usual de los padrones médicos reconocidos”.

Eso provocó una réplica mordaz de Reynolds de la Pain Relief Network, cuyo compañero, Sean Greenwood, era un ex paciente de Hurwitz que falleció el año pasado mientras la familia cruzaba el país en busca de un médico que quisiera tratar sus dolores crónicos, durante su deposición subsiguiente. “La DEA sostiene que sólo procesa a 0,01 por ciento de los inscritos”, dijo. “Sin embargo, ese dado es equívoco porque un número muy pequeño de suscritos prescribe medicamentos opiáceos y un número aún menor quiere prescribirlos en dosis que aliviarían los dolores graves”.

“Entonces, el número real de médicos que son presos es mucho más grande cuando se echa un vistazo al denominador correcto y esto me lleva a mi próxima cuestión, la cual yo hallo ser en verdad la más importante”, prosiguió Reynolds. “Esta agencia del gobierno toma los hechos a la ligera, se vale de una retórica increíblemente inflamatoria, habla de criminalidad, adicción y dependencia y los confunde todos y quizá no tenga ciencia del hecho de que, al fin, todo esto recae sobre y estigmatiza a personas muy, muy enfermas. Pero, en realidad, eso es lo que pasa”.

Cuando llegó su vez de deponer, Flannery, un ex fiscal y empleado del Congreso y autor de "Pain in America -- And How the Government Makes It Worse", discordó de la discordancia de Rannazzisi con el título de la audiencia. “El título de la audiencia, que es la regulación de la medicina de parte de la DEA es, desdichadamente, apto”, replicó Flannery. “La DEA ha estado regulando la medicina y que vengan aquí y digan que no saben quiere decir que o están haciéndolo conscientemente o irresponsablemente. Y no puedo creer que lo estén haciendo irresponsablemente, porque vemos la calidad de la gente que trabaja en la agencia. Y eso significa que hay un propósito ideológico en regular la medicina. Ellos no aprueban ciertas prácticas médicas. Y, si eso es, deberían llevarlo al Congreso y contarnos el porqué, con estadísticas y explicaciones, porque entonces debería ser una política formal en vez de la secreta que es presentemente”.

Flannery acusó la DEA y el Ministerio de Justicia de tácticas de “gato por liebre”. El estándar legal para el proceso criminal de médicos es el de que ellos tienen que estar actuando fuera del curso de la medicina profesional con la intención de traficar drogas, no tratar a pacientes, señaló Flannery. “Ellos crean estos padrones para cada uno de los casos”, dijo Flannery. “¿Y cómo lo hacen? Llaman a un médico pagado a la sala de justicia, el cual viaja por todo el país, y el padrón es creado por el médico de la DEA en cada uno de los casos”.

Es mejor que las determinaciones de lo que constituye conducta criminal de los médicos – a diferencia de la simple impericia – queden a cargo de los consejos médicos estaduales, dijo Flannery bajo el cuestionamiento simpático del diputado Scott.

El diputado Randy Forbes (R-VA), presidente de la bancada minoritaria, defendió el gobierno Bush, preguntando si la marihuana debería ser legalizada, preocupándose por las sobredosis de medicamentos recetados entre adolescentes y las “pharma parties” e indagando sobre el cultivo de marihuana en las florestas nacionales, mientras que el diputado Louie Gohmert (R-TX) proporcionó alivio cómico involuntario. Gohmert entró en la sala de audiencias, anunció que los votantes en su distrito no apoyaban la legalización de la marihuana, después se lanzó a un cuento rarísimo sobre una bolsa de semillas esterilizadas de marihuana de las cuales algunas plántulas brotaron que él había visto una vez en un caso judicial antes de volver a quedarse en silencio.

Aunque la audiencia de la semana pasada marcara la primera supervisión de la regulación de la medicina de parte de la DEA en más de una década, no fue suficiente, le dijo Reynolds a la Crónica. “Pese a que enviara una deposición escrita, estábamos limitados a cinco minutos, entonces pasé mi tiempo explicando básicamente cómo me sentí ofendido con la naturaleza absurda del testimonio de la DEA y del ONDCP, negando la posibilidad de intimidación de los médicos”.

“Éste es un paso en una jornada lenta hacia el esclarecimiento”, le dijo Flannery a la Crónica. “En Jerrold Nadler y Bobby Scott, no se puede encontrar dos abogados mejores que sean sensibles con estas cuestiones, pero el Congreso está inmerso en muchísimos otros asuntos y es muy difícil disuadir a los congresistas de sus prejuicios acerca de lo que se trata la guerra a las drogas. Poquísimos comprenden que se trata del gobierno invadiendo la medicina – no procesando a narcotraficantes. Vamos a tener que volcar un trasatlántico en orden a lograr providencias”.

Pero audiencias como las de la semana pasada son un primer paso. “He requerido más audiencias, pero no sé si ése es el próximo paso”, dijo Reynolds, quien fue invitada a atestar por el diputado Nadler. “Me han dicho que necesitamos concienciar el Congreso. Hemos estado haciéndolo, pero parece haber muchos oídos cerrados en esta cuestión. Sin embargo, cada vez más hay alguna conciencia de que este problema es terrible”.

Reynolds añadió que ella y los demás están trabajando con el comité para buscar leyes que relajen la presión de la DEA sobre los terapeutas del dolor. “Tanto Nadler como Bobby Scott mostraron verdadera preocupación y vinieron después preguntando qué podían hacer”.

El vocero de Nadler, Shin Inouye, le dijo a la Crónica el jueves que Nadler está examinando el asunto. “Él está muy interesado en la cuestión, pero aún no he escuchado nada específico sobre nuevas leyes”, dijo Inouye.

Hay un largo camino que recurrir antes que los estimados 40 a 70 millones de pacientes de dolores crónicos y de terapeutas que buscan tratarlos en los Estados Unidos puedan vivir sin miedo de la DEA, pero la audiencia de la semana pasada fue un buen – aunque insuficiente – comienzo y dispone las bases para acciones ulteriores.

La deposición escrita de todos los testigos en la audiencia está disponible en línea en inglés aquí.

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