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Editorial: Legalizar el Tráfico de Drogas para Interrumpir la Financiación del Terrorismo

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David Borden, Director Ejecutivo

David Borden
Un conflicto que no aparece en el radar de los Estados Unidos siempre que merece es la guerra civil entre el gobierno cingalés y los Tigres Tamiles. Los Tigres son un grupo maleado que, entre otros abusos, usa niños como soldados. (Yo no conozco lo suficiente sobre el gobierno de Sri Lanka para aventar una opinión sobre sus antecedentes de derechos humanos - una rápida búsqueda electrónica no reveló nada muy obvio o ultrajante, pese a que yo sea lento para confiar demasiado en cualquier gobierno.) No conozco muy bien las causas del conflicto o las cuestiones que lo motivan. A pesar de todo, los Tigres son una mala noticia. Naturalmente, los medios de comunicación localizados más cerca del conflicto lo cubren con mucho más destaque.

Un artículo en el Asia Times el fin de semana pasado informó detalladamente sobre la corrida armamentista en ambos lados y predijo el recrudecimiento de un combate intenso. El tráfico de drogas fue mencionado:

El gobierno cingalés ha hecho acusaciones varias veces de que las embarcaciones de los Tigres transportaban drogas ilegales de Birmania, pese a que ninguna prueba concreta haya sido presentada. Con todo, los Tigres sí parecen mantener relaciones íntimas con los grupos criminales organizados en Rusia, Lituania y Bulgaria, así como con grupos terroristas extranjeros.

Cualquiera que sea su fuente, los Tigres Tamiles parecen tener mucho dinero para adquirir armas de cualquier y todo lugar. Rifles modernos de asalto, ametralladoras, armas antitanque (granadas lanzadas por mísiles), morteros y aun mísiles SA-7 de Rusia, China y Europa.

Sin pruebas concretas, nunca se debería confiar en cualesquiera acusaciones del gobierno de comisión de tráfico de drogas hechas contra sus opositores - no apenas porque el gobierno tiene un incentivo a hacer con que sus oponentes tengan la peor apariencia posible, sino también porque hay combatientes de las drogas dentro del gobierno que quieren la plata y desean atención, y porque es una táctica que los gobiernos usan para intentar hacer con que la comunidad internacional y los EE.UU. en particular se involucren más en sus luchas.

Dicho eso, seguramente eso puede ser verdad - John Thompson del Instituto Mackenzie, un instituto de consultoría canadiense preocupado con la violencia organizada y la instabilidad política, discutió la cuestión de grupos terroristas usando el tráfico de drogas para financiar sus actividades en una entrevista con este boletín en Octubre de 2001 -- es un factor considerable para muchas organizaciones así y algo que tiende a mantenerlas por ahí como meras organizaciones criminosas así que los conflictos políticos y ideológicos hayan desaparecido.

Una fuente de información cuestionablemente más fiable que muchos gobiernos acerca de la cuestión - el blog Orthodox Anarchist, publicado en Jerusalén - ha hecho una observación similar sobre el tráfico de hachís en Israel, que es extensa, sino principalmente, suplido por el Hezbolá, de acuerdo con las fuentes citadas. El autor Dan Sieradski escribió el mes pasado que, "con un peso en el corazón, estoy oficialmente boicoteando el hachís a partir de este momento", confesó haber ayudado sin querer a financiar los mísiles del Hezbolá a través de su consumo de ello e instó a "todos mis lectores que viven en Israel a cesar su consumo de hachís inmediatamente, por el bien de Israel y el de los libaneses que viven bajo el yugo de la opresión por poderes de Irán y Siria".

Sierdaski prosiguió recomendando, como "una solución imperfecta", que el tráfico extranjero sea reemplazado por un mercado domésticamente suplido a través de la despenalización del cultivo de una pequeña cantidad de plantas de marihuana en casa. Entonces, aunque Sieradski haya proferido esta confesión para sí mismo y sus amigos por su pequeña contribución al tráfico de drogas ilícitas con todos sus males, él también ha señalado implícitamente la culpa que los gobiernos merecen por crear todo ello mediante la prohibición de las drogas. Sobre esa idea, la franca legalización estaría más próxima de una solución perfecta.

No una solución perfecta, claro - no hay política perfecta en lo tocante a los problemas humanos y las deficiencias que existen con relación al consumo de sustancias que alteran el estado mental. Pero es una solución mejor que cualquier otra. Yo no puedo decir hasta qué punto el tráfico de drogas ilegales está ayudando al Hezbolá, pero claramente la prohibición de las drogas contribuye mucho con la violencia, ya sea global, localizada, política o económica. Es apenas a causa de la prohibición que la economía subterránea del mundo es de un tamaño tal que puede ayudar tanto a grupos terroristas, lo suficiente para hacer con que la guerra civil se intensifique literalmente en lugares como Sri Lanka o Colombia.

En una época para la cual la violencia política se ha vuelto la cuestión definidora, seguir apoyándola a través de leyes malconcebidas cuando existen alternativas viables no hace ningún sentido. Ya es hora de que nuestros lectores piensen claramente sobre esta cuestión.

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