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Latinoamérica: Lucha mexicana contra la droga visa a santos informales de los pobres y los narcos

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¡Cuidado, San Malverde! ¡Ojo, La Santa Muerte! Los enemigos del tráfico de drogas ilícitas violento y próspero de México los persiguen. El fin de semana pasado el San Diego Union-Tribune informó que las autoridades mexicanas destruyeron decenas de santuarios religiosos que rinden homenaje a La Santa Muerte, una santa católica informal favorecida por los pobres y también por los criminales y los narcotraficantes, y a San Malverde, una figura parecida fundada en un salteador campesino de fines del Siglo XIX.

foto de San Malverde con hoja de marihuana, llavero de Malverde y hebilla de hoja de marihuana con Malverde (colección personal del autor)
Los narcotraficantes de México se han apoderado de las imágenes de los dos santos y han sido encontradas en paredes, tatuajes, colgantes, hebillas y aun han sido grabadas en las empuñaduras de las pistolas. Para la fuerza pública estadounidense, encontrarse con cualquiera de los santos es un fuerte indicio de narcotráfico. Pero los santos también son generalmente reverenciados por los católicos pobres de México. Marchas por La Santa Muerte han atraído a miles de seguidores en México, D.F., y la cerveza de marca San Malverde está a la venta en Sinaloa, su estado natal y sede del Cartel de Sinaloa.

Cuatro santuarios a La Santa Muerte y uno a San Malverde fueron destruidos el sábado en Tijuana y en la cercana Playa de Rosarito. El alcalde Jorge Ramos de Tijuana dijo que fue una acción militar, pero las Fuerzas Armadas no lo han confirmado. Dos días después, funcionarios municipales y federales destruyeron otras 34 capillas a La Santa Muerte que habían surgido últimamente a lo largo de la carretera entre Monterrey y la ciudad fronteriza de Nuevo Laredo.

Para los funcionarios, los santos no sancionados están, como los narcocorridos, celebrando las proezas de los narcotraficantes, prueba de la cultura de la droga que se filtra en la cultura cívica general. “Es un asunto que debe entablar un gran debate social en Tijuana”, dijo Ramos en una entrevista esta semana. “¿Deberíamos permitir estos espacios donde buscan protección asesinos a sueldo que matan a niños, familias y policías? ¿De qué lado estamos? Yo estoy del lado de la tranquilidad y de la seguridad”.

Ramos, filiado al Partido Acción Nacional (PAN) del presidente Felipe Calderón, promueve la censura como respuesta a la narcocultura que se disemina. Él hace campaña en pro de un paquete de proyectos de ley ante la Asamblea de Baja California que prohibiría la emisión de narcocorridos y también de vídeos e imágenes que “glorifiquen” a los narcotraficantes.

Pero dichos planes cuentan con sus críticos, quienes argumentan que destruir los santuarios no va a lograr nada y que los santos informales son adorados por muchas personas que no tienen nada que ver con el narcotráfico. “Destruir estas capillas no va a hacer nada para disminuir la delincuencia”, dijo José Manuel Valenzuela, investigador en el Colegio de la Frontera Norte, un instituto de investigación tijuanense. “Alguien que vaya a cometer un delito podría ir tanto a una iglesia católica como a un santuario de La Santa Muerte o a ningún lugar”.

Se enojó la gente que fue a los santuarios tijuanenses la semana pasada y descubrió que habían sido destruidos. “Siento mucho coraje”, dijo Zaida Romero, 33, vendedora de ropas usadas y madre soltera de siete, parada al costado de una pila de escombros y metales retorcidos el día en que los santuarios fueron destruidos el 21 de marzo. “Ella me ha ayudado mucho, mucho, mucho”, dijo Romero, mientras explicaba que La Santa Muerte la había auxiliado a superar el cáncer.

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