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En el corazón de México, sucede un debate sobre alternativas a la lucha contra la droga

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A las 6:30 hora local el miércoles por la noche, la última irrupción de la violencia de la lucha contra la droga de México ocurrió en Culiacán, capital del Estado de Sinaloa en el noroeste mexicano, hace mucho una región productora de drogas y sede de uno de las organizaciones más temidas del narcotráfico nacional, el Cartel de Sinaloa. Dos pistoleros y dos policías culiacanenses murieron en una serie de tiroteos que estalló cuando soldados y policías mexicanos intentaron arrestar a narcos sospechosos.

santuario de San Malverde, santo patrón de los narcos (y otros), en Culiacán – la placa agradece a Dios, a la Virgen de Guadalupe y a Jesús Malverde por limpiar los caminos – de parte de los indígenas de Angostura a Arizona'

Las muertes sucedieron a un kilómetro más o menos del hotel en el centro de Culiacán donde muchos intelectuales, académicos y figuras políticas se hospedaban mientras estaban en la ciudad para un Foro Internacional sobre Drogas Ilícitas organizado por Ríodoce, el semanario local de denuncia. Los conflictos armados sangrientos fueron intervalos conmovedores para una conferencia que dedicó el martes y el miércoles a buscar alternativas a la lucha contra la droga de México, que ha presenciado casi a 1.000 muertos hasta este momento del año y aproximadamente 4.000 desde que el presidente Felipe Calderón convocó al Ejército a principios de 2007.

Aunque Calderón y sus aliados en el gobierno Bush estén buscando un paquete de ayuda antidroga de $1.4 billón para intentar doblegar a los carteles al fortalecer el envolvimiento de los militares mexicanos en la reyerta conforme a la Iniciativa Mérida, la conferencia de Culiacán estuvo dedicada a buscar un sendero distinto. Su subtítulo era “Iniciativa Mérida y experiencias de despenalización”.

Organizado por Ríodoce como respuesta a la violencia que parece estar saliendo fuera de control, el foro reunió a destacados expertos mexicanos en materia de drogas, como Luis Astorga, director del programa de la UNESCO que estudia los aspectos socioeconómicos de la droga y del narcotráfico; el Dr. Humberto Brocca, un médico mexiquense que lidia con jóvenes deambulantes y drogadicción; Ricardo Ravel, periodista del semanario mexiquense Proceso y autor de varios libros sobre los carteles mexicanos; el general Francisco Gallardo, el principal defensor de los derechos humanos en las Fuerzas Armadas de México; Jorge Hernández Tinajero, asesor de la diputada Elsa Conde y miembro fundador de la AMECA (la Asociación Mexicana de Estudios sobre Cannabis) y Carlos Montemayor, destacada figura entre la intelligentsia mexicana, entre otros.

A ellos se sumaron Francisco Thoumi, especialista colombiano en materia de drogas y director del Centro de Estudio y Observatorio de Drogas y Delito (CEODD) en la Universidad de Rosario en Bogotá; y Ethan Nadelmann, director ejecutivo de la Drug Policy Alliance de Nueva York. Aunque por poco tiempo, también asistieron varias figuras políticas locales, incluso un ex gobernador, un congresista estadual, el coordinador estadual de derechos humanos y el coordinador estadual del izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD). La asistencia de las figuras políticas de la región en la sesión inaugural del foro muestra que, considerándose la fuerte presencia militar (cerca de 1.000 efectivos más del Ejército mexicano fueron desplegados a Culiacán la semana pasada, juntándose a los otros 2.000 más o menos que ya trabajan en el estado), los niveles crecientes de violencia y la corrupción endémica entre agentes de la ley y políticos, la élite política del estado empieza a buscar alternativas a más soldados, más narcos y más violencia.

“El narcotráfico se ha vuelto uno de los problemas más complejos e importantes que enfrentamos hoy”, dijo Ismael Bojórquez, director de Ríodoce, mientras inauguraba la conferencia el martes por la mañana en la Torre Académica del campus culiacanense de la Universidad Autónoma de Sinaloa. “Nuestros esfuerzos para combatirlo no han producido resultados. ¿Cómo protegemos a los consumidores de drogas? Hoy día, proponemos que, dado el fracaso de nuestras políticas de drogas, necesitamos examinar alternativas”.

[Gran parte de la discusión en el foro se concentró en la Iniciativa Mérida y la militarización de la lucha contra la droga de México. Véase esa discusión acá.]

Jorge Hernández Tinajero, fundador de AMECA, explicó una alternativa, la despenalización del consumo y de la tenencia de marihuana como primer paso hacia una reforma significativa de las políticas de drogas en México. “Hay una propuesta ante el Congreso que eliminaría las sanciones penales para la tenencia de marihuana”, explicó, argumentando que debería tratarse con los fumadores de marihuana fuera del sistema de justicia penal.

Aunque reconozca que tal cambio sucederá poco a poco, si es que sucede, Hernández Tinajero también expuso un argumento antiprohibicionista general. “Es falso decir que debemos depender de los militares y de la policía para reducir la oferta de drogas”, dijo. “¿Quién confía en la policía? Nadie”, dijo, para ovaciones y risas del público.

Aunque la conferencia de Ríodoce marcara la primera reunión pública para discutir alternativas a la lucha contra la droga en Sinaloa, es un problema que se ha estado agravando hace años, dijo Nery Córdova, poeta, ensayista e integrante de la Facultad de Ciencias Sociales en la Universidad Autónoma de Sinaloa. “Lo hemos estado discutiendo hace rato, y no sólo profesionales y académicos”, le dijo a un público absorto de estudiantes, miembros de la comunidad y demás partes interesadas. “Es un problema que involucra a millones aquí en México. La prohibición ha sido muy rentable”, observó.

Pero aunque la prohibición haya sido lucrativa para algunos, también impone costes altísimos a otros, dijo Córdova. “Hemos visto al Ejército allanar miles de pueblos y ahora cientos de pueblos en las montañas desaparecen nomás. Hemos visto masacres de inocentes por los militares y, al mismo tiempo, los medios nos dicen que matar a un narco es salvar la patria. Pero el uso de la fuerza y violencia institucionales apenas genera más violencia”, dijo.

“La prohibición ha sido ineficiente e inútil”, dijo José Manuel Valenzuela, profesor del Departamento de Estudios Culturales en El Colegio de la Frontera Norte en Tijuana y autor de libros galardonados sobre cultura popular y “narcocultura”. “La prohibición corrompe no solamente a la policía y al Ejército, sino también muchas otras esferas de la sociedad. Nos hemos acostumbrado a confrontarlo de manera brutal”, dijo.

Hay una salida mejor, dijo Brocca, citando la experiencia de Holanda. Pero alcanzar una solución mejor, dijo, exige mirar hacia adentro. “Culpar las drogas oscurece los problemas reales”, dijo. “Le tenemos miedo a la verdad”.

Con todo, dijo Brocca, los tiempos cambian. “Estamos acostumbrados a trabajar en las trincheras y hemos estado esperando que el cambio venga desde arriba, pero esto está cambiando. Este proyecto de despenalización es el resultado de un grupo nuestro – políticos, médicos, académicos, celebridades – que se reúne para hacer presión por el cambio”.

Pero aunque expositor tras expositor demostraran fuertes argumentos a favor de un cambio de paradigma en las políticas de drogas, fue Nadelmann de la DPA, con su energética presentación pública no interrumpida por la necesidad de traducción corriente, quien se llevó los aplausos y más cautivó a la muchedumbre.

“La guerra contra las drogas es un desastre; va en contra del buen sentido, la ley de la economía y los derechos humanos”, le dijo Nadelmann a un público absorto. “Nuestras políticas han resultado en un régimen mundial de prohibición que se vale del derecho penal con relación a algunas drogas, pero no a otras. Tales decisiones no se fundaron en la ciencia ni en la medicina; tuvieron menos que ver con los peligros de las varias sustancias que con quienes las consumían”, dijo, citando la historia racista de la legislación antidroga en los EE.UU. y comparándola con la “histeria” contemporánea por la gente que sale de México hacia EE.UU., un abordaje que repercutió bien junto a su público mexicano.

Aunque varios oradores en el foro pusieran la lucha contra la droga de México dentro del ámbito del neocolonialismo estadounidense - ¡ah, cuánta diferencia hace estar fuera de EE.UU.! -, Nadelmann no estuvo de acuerdo. “Es fácil creer que las políticas de drogas estadounidenses respecto a México sirven ante todo para avanzar intereses políticos, militares y económicos estadounidenses o que la verdadera intención es humillar a México. Creo que, en su mayor parte, eso es falso”, dijo. “Lo que vemos es simplemente la proyección internacional de nuestra psicosis interior. Somos locos cuando se trata de la droga y México debe ser barrido. No es racional y no hace progresar nuestro interés nacional. Nuestro interés está en la paz, seguridad y mercado abiertos y la lucha contra la droga estadounidense no sirve a esos intereses. Nuestra locura nos socava”, argumentó.

“¿Cuál es la alternativa? La regularización legal debe estar en discusión. Lo que México experimenta hoy recuerda a uno de la Chicago bajo Al Capone – la criminalidad, la violencia, la corrupción”, prosiguió Nadelmann. “Ellas no son las consecuencias de las drogas, sino de un abordaje prohibicionista fracasado.”

Más o menos cuando Nadelmann decía esas palabras sucedieron las últimas matanzas en Culiacán. Mientras los integrantes del público dejaban el foro, se iban a sus casas y prendían sus televisores, los narcos, soldados y policías de México estaban ocupados reforzando los argumentos escuchados en la Torre Académica.

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