Suroeste Asiático: EE.UU. aumentan presión para fumigar adormiderales, el gobierno afgano resiste – hasta el momento

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Desde hace mucho tiempo, los guerreros antidrogas de los EE.UU. han querido desencadenar aspersiones de herbicidas en cuanto arma para impactar el cultivo próspero de adormideras de Afganistán, pero el gobierno afgano del presidente Hamid Karzai – junto con una serie de aliados en la OTAN – ha resistido firmemente a las súplicas estadounidenses. Sin embargo, debido a la cosecha plusmarquista de adormidera del país este año, los estadounidenses están aumentando la presión, pero en vano hasta el momento.

[inline:opium-smaller.jpg align=left caption="los artículos del traficante de opio (foto del editor de la Crónica, Phil Smith, durante una visita a Afganistán en septiembre de 2005)"]Afganistán produjo 93% de la oferta global de adormidera este año y está exportando heroína refinada y opio crudo cada vez más, de acuerdo con la Oficina de la ONU Contra las Drogas y el Delito. Aunque el gobierno afgano haya llevado a cabo campañas de erradicación manual, ellas han sido de poca eficacia, alcanzando menos de 10% del cultivo este año.

Para los estadounidenses, erradicar la adormidera es una meta fundamental en Afganistán, no sólo por las razones tradicionales de las políticas de drogas, sino porque parte de los lucros del cultivo, calculados en $3 billones este año, termina financiando la insurgencia talibán a través de los impuestos que los rebeldes cobran de agricultores y mercaderes.

Pero, para el gobierno Karzai y algunos países de la OTAN que tienen efectivos en Afganistán, además de algunos elementos sorpresa del gobierno de los EE.UU., entre ellos el Pentágono y la CIA, una inmensa campaña de erradicación aérea corre el riesgo de desestabilizar el gobierno afgano al alienar a los agricultores y empujarlos hacia los brazos pacientes del Talibán. El gobierno afgano también ha planteado inquietudes sanitarias y ambientales respecto de la utilización generalizada de herbicidas químicos, particularmente de glifosato o Roundup, el veneno que los estadounidenses están pasando.

Durante por lo menos dos años, una cabalgata de altos funcionarios estadounidenses, inclusive el presidente Bush, la secretaria de Estado Condoleezza Rice, el asesor de seguridad nacional Stephen Hadley y el secretario antidroga John Walters, se ha reunido con Karzai para intentar convencerlo a cambiar su postura – en vano. En abril de este año, el gobierno Bush nombró a William Wood como nuevo embajador en Kabul, justo después de haber pasado un período de cuatro años como embajador en Colombia, escena de la campaña más grande de erradicación aérea respaldada por los EE.UU. en contra de un cultivo de droga. En agosto, funcionarios estadounidenses empezaron a aumentar la presión.

“Sin duda, la erradicación aérea es la salida más eficaz”, dijo Thomas Schweich, vicesecretario de Estado para asuntos internacionales de estupefacientes y represión legal, en una rueda de prensa de agosto en Kabul. “Se entra y se consiguen grandes manzanas de tierra en un período muy corto de tiempo. Se lo hace con una pérdida mínima de vidas, ya que no hay que luchar para entrar ni luchar para salir. No se negocia nunca con nadie”, dijo.

“Estamos trabajando para convencer a ministros clave y al presidente Karzai a aceptar esta estrategia”, le dijo un funcionario estadounidense “que no quiso ser identificado en razón de la sensibilidad política de la cuestión” al New York Times esta semana. “Queremos convencerlos a dar muestras de un poco de poder. El gobierno tiene que mostrar su poder en las provincias remotas”.

Este fin de semana, funcionarios del Departamento de Estado tomaron la medida atípica de mandar a uno de sus principales expertos en erradicación de cultivos a Kabul para intentar persuadir el gobierno afgano que el glifosato es seguro. El experto, Charles Helling, asesor científico sénior del gabinete de asuntos internacionales de estupefacientes y represión legal del departamento, se encontró con funcionarios afganos que han sido contrarios públicamente a la utilización de herbicidas para suprimir la adormidera.

“Él está aquí para explicar qué es y cómo funciona. Está aquí para discutir la ciencia del glifosato, no para persuadir a alguien que debería estar fumigando desde aviones o algo por el estilo”, le dijo un funcionario anónimo de la embajada a la Reuters. Pero la implicación era clara: El glifosato es seguro y debería ser adoptado por el gobierno afgano.

Pero, a fecha de esta semana, los afganos no se la estaban tragando. “Hemos rechazado la fumigación de la adormidera en Afganistán por buenos motivos: el efecto sobre el medio ambiente, otros cultivos menores y la genética humana”, le dijo el ministro en funciones para operativos antidrogas, el General Khodaidad, al
Guardian
el martes. “Fue una discusión muy amigable, pero es difícil cambiar nuestra opinión”, añadió. “Escuchamos a sus expertos y ellos escucharon a los nuestros y, por fin, aceptaron que nuestro punto de vista no iba a cambiar. Nuestra responsabilidad es con el pueblo de Afganistán”.

Con todo, ahí está la presión. Se insinúa que el gobierno Karzai pueda buscar aliviar parte de ello permitiendo un proyecto de fumigación limitada del suelo la próxima primavera, pero, hasta el momento, los afganos siguen firmes.

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