El primer examen federal de los “campamentos militares”, terapias selváticas y cosas similares con miras a jóvenes problemáticos, inclusive aquellos enviados a causa del consumo de drogas, ha encontrado alegaciones generalizadas de abuso en dichas instalaciones. El estudio del Tribunal de Cuentas de los EE.UU. (GAO, sigla en inglés) lanzado el miércoles también examinó 10 casos en que hubo muertes de adolescentes en esos programas.

De acuerdo con el estudio, apenas en 2005, 1.619 alegaciones de abuso fueron hechas contra dichas instalaciones de tratamiento residencial. “El GAO no pudo identificar un número más concreto de alegaciones porque no logró ubicar ninguna página web, agencia federal u otra entidad que recopile datos abarcadores para todo el país”, señaló el informe.

Los programas privados pueden estar sujetos a reglamentación estadual o no, dependiendo del estado. No hay normas federales que gobiernen las instalaciones residenciales para los jóvenes, algo que el diputado George Miller (D-CA), presidente del Comité de Educación y Trabajo de la Cámara, puede estar preparando para cambiar, pero todavía no.

“Esta pesadilla ha permanecido siendo un secreto abierto durante años”, dijo Miller en una declaración. “El Congreso debe tomar providencias y debe tomarlas con rapidez”. Él ha presentado un proyecto que busca incentivar los estados a promulgar reglamentos.

El GAO examinó 10 casos entre 1990 y 2004 en que hubo muertes de adolescentes en estas instalaciones. Tres de las víctimas fueron puestas en las instalaciones por sus padres a causa de su consumo de drogas.

En un caso, una joven de 16 años fue enviada a una escuela de supervivencia en el desierto a causa de depresión y los recelos de sus padres acerca del consumo de drogas de su parte. Sus padres pagaron $25,000 a los administradores de la instalación y más $4,000 a un “servicio de transporte” que la arrastró de su cama a las 4 de la madrugada y la colocó en medio de una caminata por el desierto de Utah. La joven se murió tres días después de insolación.

En la segunda fatalidad relacionada con el tratamiento de la drogodependencia, un joven de 16 años fue enviado a una escuela de supervivencia en la selva porque sus padres temían “consumo de drogas de poca monta, bajos resultados académicos y asociación con un nuevo grupo de pares que le estaba causando un impacto negativo”. Él murió de una úlcera perforada en el 31º día del programa de 90 días de duración a $18,000 después que el personal del programa ignoró sus varios colapsos y sus súplicas por ayuda.

En el tercer caso, una chica de 15 años que fue puesta en un programa de terapia selvática a causa de su pasado de consumo de drogas y problemas mentales murió de deshidratación y agotamiento por calor aun antes que sus padres lograran regresar a la casa. Cuando llegaron, después de dejar a su hija, un mensaje telefónico de la instalación los aguardaba. Había habido un accidente, decía el mensaje. Pero, en vez de eso, la joven murió tras colapsar varias veces en una caminata agotadora.

Todos los años, miles de adolescentes son encaminados al tratamiento de la adicción a las drogas, aun tras ser pillados una vez fumando marihuana. El secretario antidroga utiliza datos sobre el tratamiento de la drogodependencia adolescente para argumentar que la marihuana es un problema serio, pero no menciona que la mayoría de los adolescentes “que buscan” tratamiento a causa de la marihuana es mandada por los tribunales o las escuelas. Él tampoco menciona que, cuando se trata de instalaciones de tratamiento como aquéllas examinadas por el GAO, la cura puede ser infinitamente peor que la enfermedad.