Editorial: Ya Es Hora de Hablar en Serio Sobre el Opio en Afganistán

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David Borden, Director Ejecutivo, 28 de Julio de 2006

[inline:borden12.jpg align=right caption="David Borden"]Yo no diría que muchos países son verdaderamente racionales respecto de las políticas de drogas todavía, pero algunos de ellos tienen más gente, en más cargos importantes, que los que tenemos aquí. Cuando lo son, ello tiene a trascender los límites políticos tradicionales - por ejemplo, el líder del partido conservador, David Cameron, en Gran Bretaña, que sugestionó la legalización durante la campaña para su elección al cargo, y otros en su partido que le pidieron esta semana que apoyara a un esquema de autorización para el opio afgano en oposición al régimen actual de prohibición total y esfuerzos de erradicación esporádicos e ineficaces.

Lo que algunos de los Tories están diciendo es que no es realista pensar que podemos ser eficaces contra una industria que es 50% de la economía batalladora del país, que cuando los esfuerzos de erradicación ocurren, ellos llevan los agricultores al rincón del Talibán y parecen estar correlacionados con irrupciones de violencia, que instituir un cultivo legal de adormideras (que podían ser usadas y, en verdad, son algo necesarias para el mercado medicinal legal) reduciría el mercado ilícito y le daría un golpe a los malhechores al traer dinero directo y reducir su acceso a ello.

Dadas las amenazas considerables existentes a la seguridad y el rol que los movimientos que funcionan desde Afganistán han desempeñado en algunas de ellas, yo voto en el realismo. Estos bretones están correctos - tratar de desenchufar el tráfico de opio de Afganistán es una verdadera locura -- apenas descubriríamos el tamaño de la locura si pudiéramos vencerla de veras. La guerra contra las drogas es una guerra que no puede ser vencida - demasiadas personas están determinadas a usarlas y están dispuestas a pagar la plata que es necesaria para adquirirlas.

En ese sentido, los bandidos siempre tendrán más recursos para trabajar que los chicos buenos. En un sentido más amplio, las líneas que dividen los bandidos de los chicos buenos están más que borradas, cuando el enemigo incluye aparentemente a agricultores tercermundistas necesitados que sólo quieren salvar a sus familias del hambre y ciudadanos estadounidenses y europeos normales que sólo quieren ser dejados en paz para permitirse sus pasatiempos en privado.

Cameron, claro, está en el otro extremo del actual primer ministro británico Tony Blair, y aun si los conservadores estuviesen en el poder, sin lugar a dudas ellos todos no apoyarían a sus puntos de vista sobre la legalización. Hacer algo es aún más difícil que eso. Y obviamente que los afganos pueden decir lo que pasa en su país también y ni todos ellos están de acuerdo aun con la propuesta moderada de autorización para la oferta medicinal. (Nuestro editor, Phil Smith, descubrió eso cuando él participó de la conferencia de Septiembre último en Kabul sobre la idea.)

Pero, hay que empezar en alguna parte y un líder político importante en un país que es el aliado más íntimo de los Estados Unidos parece un lugar tan bueno como los otros. Un país desesperado como Afganistán, que necesita urgentemente estabilidad y reducir la criminalidad, también parecería un lugar valedero, aún más a la luz de nuestros propios intereses relacionados allí. Ya es hora de hablar en serio sobre el opio en Afganistán.

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