Editorial: A Veces Dicen la Verdad
David Borden, Director Ejecutivo
[inline:borden12.jpg align=right caption="David Borden"]Es alternadamente refrescante o asombroso escuchar a servidores públicos que tratan de las polÃticas de drogas decir la verdad sobre ellas ocasionalmente. Esta semana, los reformadores pudieron ser testigos de algo de ambos.
La enunciación refrescante de la verdad vino de Gran Bretaña, donde un Comité Parlamentario destrozó duramente el esquema oficial de clasificación de las drogas usado en la Ley de Abuso de Drogas y la agencia que es responsable por mantenerlo. Muchas de las clasificaciones parecÃan haber resultado de ârespuestas reflejas a las tempestades en los mediosâ, acusó el comité, sin ninguna consistencia ni âpruebas sólidas para respaldar el punto de vista de que la clasificación tenÃa un efecto disuasivoâ. âEl sistema actual de clasificación está lleno de anomalÃas y claramente no es adecuado a su propósitoâ, dijo el presidente. âPor lo que hemos visto, el abordaje del ACMD y del Ministerio del Interior a la clasificación parece haber sido basado en particularidades y conservadurismoâ (Lea los dos artÃculos abajo en esta edición para saber todo sobre ello.)
¡Hay que apreciar eso! Pero por el momento hay algo que no me gusta â no me gusta nada. En Filadelfia, una de las ciudades que sufre bajo una crisis de heroÃna hecha con fentanil y la onda resultante de sobredosis frecuentemente fatales, el programa de reducción de daños Prevention Point Philadelphia, trabajando conjuntamente con un médico local, ha empezado a distribuir naloxona, una medicación que, si usada en el momento adecuado durante una sobredosis, puede salvar la vida de la vÃctima.
La distribución de naloxona es un tipo de programa conocido como âreducción de dañosâ, la idea de la cual es que ya que sabemos que la gente va a usar drogas pese a como las combatamos, hay cosas que se pueden hacer para ayudarles a salvar sus vidas y las vidas de otros â aun antes de parar de usar drogas, por si acaso aun si ellos nunca paran de usar drogas. Los programas de trueque de jeringas son otro ejemplo de la reducción de daños en funcionamiento.
El gabinete del secretario antidroga reaccionó a la aventura del PPP con crÃticas. Si los consumidores de heroÃna tienen la oportunidad de sobrevivir a una sobredosis, discurrió el raciocinio, es âdesinhibidorâ para el objetivo de hacer con que los adictos paren de usar la droga. âNo queremos mandar el mensaje de que hay una manera segura de usar heroÃnaâ, dijo una vocera del ONDCP. Pero âlos adictos muertes no se recuperanâ, como dice el mantra común en el campo de la reducción de daños.
Aunque la posición del secretario antidroga esté equivocada a muerte en esto â fatalmente equivocada, en verdad â el comentario parece una explanación bien verdadera de la manera horrible que muchos guerreros antidrogas piensan. Es un corolario directo del comentario de la vocera que es mejor que los que pueden ser salvados se mueran a fin de disuadir a los otros de consumir drogas â mejor asegurarse que las drogas maten â para que todos estén seguros de que las drogas sà matan. Pero los muertos por sobredosis están definitivamente (y permanentemente) muertos, en tanto que aquellos que, a través de la suspensión de la asistencia salvadora de vidas a algunos, son salvados asà de la muerte a través de sus propias opciones, pueden o no existir.
Aquellos que se oponen a la reducción de daños están en realidad apoyando a la âintensificación del dañoâ â una tentativa de aumentar los peligros de las drogas de propósito a través de las polÃticas â a cuestas de vidas, y, en mi punto de vista, de la moralidad también.
Pero de eso se trata verdaderamente la prohibición, la intensificación del daño en escala global. Por eso la necesidad de legalización â ideas tan moralmente difuntas como aquellas expresadas esta semana por el gabinete del secretario antidroga pueden ser dejadas en reposo y sus consecuencias asombradoras finalmente detenidas.
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