Editorial: Newark Merece Algo Mejor de Sus LÃderes
En una acción que guarda semejanza con las varias luchas de México con el narcotráfico â muy a menudo una agencia entera de la policÃa es disuelta (porque también ha sido corrompida â como en Tijuana la semana pasada) y entonces reconstituida (para enfrentarse a una crisis de criminalidad y violencia) â el alcalde de Newark, Nueva Yérsey, anunció que la ciudad ha creado una nueva unidad antinarcóticos en un esfuerzo para reducir el Ãndice de homicidios de la ciudad.
[inline:borden12.jpg align=right caption="David Borden"]El anuncio ocurrió un dÃa después que dos adolescentes fueron muertos en un tiroteo en un proyecto habitacional de Newark, de acuerdo con un artÃculo en el New York Times el martes. En otra señal de que la caÃda nacional en la violencia de los últimos años puede estar invirtiéndose, 2006 presenció el Ãndice de homicidios de Newark alcanzar su nivel más alto en una década â 104 asesinatos â y las matanzas de los dos jóvenes durante el fin de semana ya fueron el cuarto y quinto este año.
El alcalde Cory Booker expresó compasión por las vÃctimas, pese a su participación en la violencia que llevó a ello: âEstos hombres no son santos que han muerto, pero son nuestros hijos... QuÃtenme mi corbata, quÃtenme mi terno y cerca de 10 años y yo me encajo en esa descripción: jóvenes negros muriéndo en nuestra ciudad en Ãndices que son inaceptablesâ.
Mi pregunta al alcalde es sobre la naturaleza de la respuesta. Si las personas que pelean son miembros de nuestra familia colectiva, que deben ser rescatados donde sea posible de un ambiente negativo que los ha atraÃdo a un estilo de vida criminoso, ¿por qué la pieza central del nuevo esfuerzo es una campaña de represión legal que sólo puede terminar con el largo encarcelamiento de muchos de ânuestros hijosâ? La confusión y los sentimientos de desespero juveniles no terminan como por arte de magia tras 17 años y 365 dÃas y las leyes sobre las drogas de Nueva Yérsey para los adultos son duras, asà como la legislación federal sobre las drogas. ¿Cuántos de ânuestros hijosâ terminarán en la prisión durante largos perÃodos de tiempo, enviados allà a causa de este nuevo programa?
Otro comentario revelador vino del Director de la PolicÃa, Garry McCarthy, que de acuerdo con el artÃculo explicó que Newark se habÃa quedado sin unidad especial antinarcóticos durante años en razón de los temores de que dicho trabajo corromperÃa a los investigadores. Ãl prosiguió para explicar algunas medidas de salvaguardia que están preparando para impedirlo. Soy escéptico â hay demasiado dinero involucrado en el narcotráfico, como los lectores de la Crónica de la Guerra Contra las Drogas lo saben, los informes de la corrupción policÃaca de todo el paÃs abundan todas las semanas. Es terriblemente difÃcil evitarlo â acuérdense de México.
Más palabras de cautela vinieron del sociólogo Peter Moskos, de la Facultad John Jay de Justicia Criminal, quien atestó esfuerzos similares durante su época como oficial de la policÃa en Baltimore. âNadie ha ideado una manera por la cual la policÃa puede retener un barrioâ, le dijo él al Times. Añado a eso que, si lo hubieran ideado, ¿no deberÃamos esperar que el narcotráfico lucrativo se mudara a un barrio distinto? No hay efectivos suficientes (huy, policÃas) para monitorear todas las esquinas por toda la ciudad y nunca existirán.
Moskos señaló que âcuando los escuadrones antinarcóticos irrumpen en su casa, no es una experiencia placenteraâ. Pero McCarthy promete tratar el combate antidroga como âplaza de guerraâ â una señal de que los pobres de la ciudad de Newark que ya son cercados deben esperar que más puertas sean derribadas sobre ellos. McCarthy y Booker deben tener presente las recientes tragedias en Atlanta y Nueva York (matanzas de gente desarmada por la policÃa que han instigado el ultraje general) antes de decirles a sus efectivos (huy, ¿por qué sigo haciendo eso?) que se enfrenten a una âplaza de guerraâ que sólo puede llevar a más carnicerÃa de ese tipo.
Formar un destacamento o división es una buena manera, polÃticamente por lo menos, de poder afirmar que se está haciendo algo respecto al problema. Pero eso no justifica ignorar las pruebas abrumadoras, acumuladas durante décadas, de que la estrategia no funciona y que el motivo por el que no funciona es que no puede funcionar. Newark merece algo mejor de sus lÃderes que esto.
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