Editorial: Allanamiento vs. Allanamiento

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Las imágenes de la guerra en Irak se han vuelto una visión diaria en las redes de noticias de la TV a cable. Uno de los segmentos que recurrieron esta semana fue una cinta de soldados estadounidenses entrando a la fuerza a una casa, supuestamente en busca de insurgentes u otros perpetradores de la violencia terrorista.

[inline:borden12.jpg align=right caption="David Borden"]Pese a que la imagen fuera transmitida apenas como segundo plano para la discusión de los reporteros sobre la situación política de los EE.UU., ella saltó a mi vista.

Lo que me llamó la atención era la manera cuidadosa con la que los soldados hacían su trabajo. Con una fuerza cuidadosamente medida ellos abrieron la puerta, se pusieron a un lado, miraron con cautela y sólo entonces entraron – con armas empuñadas, por supuesto, pero lenta y cuidadosamente.

Eso llamó mi atención por el fuerte contraste que tenía con la forma que los equipos paramilitarizados de la “SWAT” conducen los operativos aquí en los EE.UU. Originalmente, los equipos de la SWAT fueron creados como unidades selectas para ser usadas en situaciones de emergencia de alta intensidad – secuestros, disparos, ese tipo de cosa. Ellos eran desplegados algunos miles de veces por año entonces, pero, ahora, el número anual gira en torno de 40.000. De acuerdo con "Overkill”, un informe lanzado el año pasado por el Instituto Catón, la gran mayoría de despliegues de la SWAT son para servicios rutinarios de órdenes de búsqueda en casos menores de drogas.

Típicamente, o por lo menos comúnmente, los equipos de la SWAT no muestran el tipo de cuidado y moderación que nuestros soldados en Irak mostraron cuando entraron en aquel inmueble. En vez de eso, vemos frecuentemente a los oficiales de la SWAT vestidos de negro derribando rápidamente la puerta, entrando deprisa y gritando, tirando bombas de impacto moral y apuntando con armas a las cabezas de adultos, niños y animales confundidos y desorientados, quienes fueron infelices lo suficiente para estar en casa cuando ello sucedía. Los allanamientos tienden a ser hechos de madrugada o en plena noche, para aumentar la desorientación y la confusión. Por supuesto, con esto también aumentando el trauma, aun cuando nadie termina herido físicamente.

Como se puede esperar, la crítica de estas tácticas puede volverse intensa. Muchos defensores de la policía los defienden con igual intensidad. Entre los principales argumentos está el de que la policía necesita usar estas tácticas, porque algunas personas de adentro son criminales peligrosos, quienes tendrán más chances de sacar sus armas y disparar si no lo hacen. Uno de los contraargumentos es el de que dichas tácticas tienden a intensificar las situaciones – la mayoría de las cuales en verdad sí empieza como un operativo rutinario e inocuo – en algo más tenso, más chocante, con más probabilidad de terminar en tragedias innecesarias.

Tragedias como el asesinato de la octogenaria Kathryn Johnston por la policía de Atlanta el año pasado. Cuando la policía tomó su departamento de asalto, Johnston, incapaz de raciocinar ponderadamente en los escasos segundos disponibles que los invasores armados, ruidosos y súbitos de su hogar eran en realidad apenas policías que no querían hacerle ningún daño, sacó un arma dada a ella por su sobrina para su protección en el barrio maleado en que vivía y abrió fuego. Ella hirió a tres de los invasores (este, oficiales de paz), antes de que ellos pudieron dispararle y matarla. Obviamente, las tácticas de la SWAT no produjeron un resultado favorable en este caso, ni para Johnston ni para los mismos oficiales. Por supuesto, resulta que tenían la dirección equivocada, no se encontró ninguna droga allí y todo estaba basado en la palabra no corroborada de un informante anónimo y remunerado. Varios indicios de improbidad policíaca han sido divulgados en los medios desde esa época, una por una contradiciendo las declaraciones hechas por los portavoces del departamento presionados para esconder la tremenda culpa que el departamento merece.

Entonces, regresamos a nuestros soldados en Bagdad, aquellos en aquel vídeo, que a pesar del gran peligro de su situación demostraban tanto cuidado cuando entraban en la casa de un insurgente sospechoso, que a pesar de la posibilidad muy real de que alguien adentro intentaría dispararles o explosionarles. Estoy seguro que las cosas han salido mal respecto de la conducta de los efectivos estadounidenses en muchas ocasiones, porque eso está incrustado en la naturaleza de la guerra. Pero, también comprendo que la manera por la cual estos soldados en particular lidiaron con este allanamiento es en verdad lo que se esperaba de ellos y que eso es lo que nuestros soldados suelen hacer.

Entonces, me es difícil aceptar el argumento de la policía de que ellos tienen que usar las tácticas paramilitares en allanamientos antidrogas rutinarios por el bien de la seguridad de la policía. ¿Y la seguridad para nosotros? Respeto el riesgo que nuestros policías corren todos los días, sólo por ser policías. Pero, el propósito del trabajo es proteger la seguridad pública, no poner a miembros del público en peligro. Hay poquísimas situaciones de imposición de la ley en que la policía en los EE.UU. está bajo una amenaza tan grande como la que nuestros efectivos se enfrentan en Irak todos los días. Si nuestros soldados pueden mostrar tanto cuidado y moderación como demostraron mientras cazaban a insurgentes en Bagdad en aquella gravación, nuestros policías pueden hacer la misma cosa mientras sirven órdenes de búsqueda rutinarias a infractores sospechosos, pequeños y no violentos de la legislación antidroga aquí.

Además, muchos policías claramente no saben cómo lidiar adecuadamente con estos tipos de tácticas – las docenas de matanzas innecesarias en las últimas décadas bajo circunstancias similares a las de Kathryn Johnston demuestran eso muy bien. Ya es hora de separar nuevamente nuestra policía y nuestros militares y devolver a nuestros oficiales de la policía a las funciones de oficiales de paz como eran destinados a ser. Ya es demasiado tarde para salvar a Kathryn Johnston del destino horrible que la policía de Atlanta le inflingió. Pero no es demasiado tarde para salvar a la próxima Kathryn Johnston.

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