Policial: Por lo menos cuatro son muertos por policías que imponían legislación antidroga hasta este momento del mes

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Se habla de legalizar la marihuana, de reformar las penas, de segundas oportunidades para infractores de la legislación antidroga. Pese a toda esa habladera, la lucha contra la droga sigue su curso y su rutina cotidiana puede ser mortífera. Hasta este momento del mes, agentes de policía que imponían la legislación antidroga han matado a por lo menos cuatro personas.

Ninguno de los casos abajo es un caso obvio de mala conducta policíaca, pese a que seguramente se pueda cuestionar el juicio de algunos de los policías implicados. Las comisarías a que pertenecen los oficiales implicados defienden a sus hombres. Pero cuatro personas están muertas después de haber topado con agentes de policías que llevaban a cabo la lucha contra la droga y por lo menos una de ellas ni siquiera era el blanco de los policías.

En la Ciudad de Nueva York, el sábado por la noche Shem Walker, 49, fue muerto a tiros por un agente encubierto de la Policía de Nueva York en su propio pórtico. El oficial formaba parte de un equipo de agentes antidrogas y estaba parado en el pórtico de Walker para ofrecer refuerzo a un agente antidroga que hacía una compra para efectuar un arresto en una bodega un par de puertas adelante. Walker salió a fumar, encontró al agente encubierto, le dijo que se quitara de su pórtico, luego hubo una escaramuza entre él y un segundo agente antidroga parado en el pórtico vecino. Walker murió delante de su casa tras recibir un balazo en el pecho.

“Él dijo: ‘Mamá, voy a salir a fumar'. Fue la última vez”, dijo la madre de Walker en silla de ruedas el domingo por la mañana antes de romper a llorar. “Mi hijo era el pacificador”, dijo. “No estaba involucrado en ninguna especie de violencia. Siempre trató de hacer las paces”.

Audrey Nurse, la hermana de Walker, dijo que nomás intentaba proteger el hogar de la familia. “Fíjese en que tipos la pasan en nuestra escalera de la calle y mi hermano siempre los ahuyentaba. Eso es lo único que cualquiera puede hablar de mi hermano. Viene a cuidar a mi madre. Es un tipo pacífico. Esto es ridículo”.

En la Comarca de Gwinnett, Georgia, el 1º de julio un hombre todavía no identificado fue muerto a tiros en una redada antidroga de madrugada. De acuerdo con la policía, oficiales de la Policía de la Comarca de Gwinnett ingresaron a la casa después de tocar la puerta y anunciar su presencia para que luego apareciera un hombre que les apuntaba con una pistola. Lo mataron a balazos. Otro hombre en la residencia fue arrestado por una orden a causa de tráfico de cocaína, pero no quedó claro si se recobró alguna droga en la escena.

En las afueras de Holden en Luisiana, Donel Adam Stogner, 42, murió después de ser estrangulado por un subalguacil que intentaba forzarlo a escupir una bolsita de presunta droga. El incidente ocurrió en la madrugada de domingo, 05 de julio, cuando el subalguacil Chris Sturdivant de la Parroquia de Livingston detuvo el vehículo de Stogner por serpentear en el tráfico en la I-12. Se puede ver aquí el encuentro de ocho minutos capturado por completo por la cámara del salpicadero del subalguacil.

El encuentro empieza cuando el subalguacil le pide a Stogner su licencia de conducir y luego le pregunta qué tiene en su mano derecha. “No tengo nada en mi mano”, dice Stogner. “Se lo juro”.

Pero parece que la cinta muestra a Stogner meterse algo en su boca. “Escúpelo”, grita el subalguacil mientras trata de esposar a Stogner y éste resiste, si no pasivamente para ser exacto, también no agresivamente. Stogner no golpea al subalguacil aunque el subalguacil lo golpee varias veces. Con todo, el subalguacil solamente logró esposar a Stogner cuando más subalguaciles llegaron a la escena. Poco tiempo después de llegar, un subalguacil pregunta a otro: “¿Está respirando?” No lo estaba.

Stogner había sido arrestado por tenencia de metanfetamina una semana antes. Un informe preliminar del médico forense descubrió metanfetamina en su metabolismo y concluyó que había muerto de una grave cardiopatía isquémica, cardiomegalia y una fractura en el hueso hioides en su cuello. El médico forense declaró que la muerte fue accidental y la fuerza pública de la Parroquia de Livingston dijo que el subalguacil Sturdivant actuó de modo adecuado.

En Marrero, Luisiana, justo seis días después, Demarco Washington, 33, fue muerto a tiros después de una persecución de auto tras la estela de una investigación de delitos de drogas. Subalguaciles encubiertos trataron de detenerlo, pero se escapó en su vehículo. Buscaban a Marrero a causa de órdenes de arresto por delitos de drogas. Él se estrelló contra un patrullero antes de salir manejando a través de céspedes. De acuerdo con los subalguaciles, Washington dejó su vehículo y les apuntó con un arma. Ellos dispararon contra él y lo declararon muerto allí mismo. Washington ya había sido arrestado por asalto a mano armada, portación ilegal de armas, robo con allanamiento de morada, tenencia de marihuana, distribución de drogas a menos de 300 metros de un colegio y agresión contra un policía.

Un hombre protege su pórtico, un hombre termina en el escenario demasiado familiar de la redada antidroga de madrugada, un hombre posiblemente intentaba evitar otro arresto por metanfetamina, un hombre desesperado para evitar regresar a la cárcel – todos muertos. Que no nos olvidemos de los policías. ¿Cómo se siente el subalguacil Sturdivant por saber que mató a un hombre estrangulándolo para intentar hacer una captura por drogas de poca monta? ¿Cómo se siente el agente antidroga de la Policía de Nueva York por saber que mató a tiros a un hombre que nomás trataba de ahuyentar a matones de su pórtico?

La lucha contra la droga sigue triturando y la mortandad no siempre se mide en arrestos, incautaciones o sentencias de prisión.

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