Reportaje: Secretario antidroga de ONU ataca a legalizadores, que dicen âya era horaâ
Mientras el mundo marca el fin del primer siglo de la prohibición de las drogas â se firmó el primer convenio antidroga internacional en Shanghái en 1909 -, la burocracia antidroga mundial se encuentra en la defensiva. Frente a una serie de crÃticos cada vez más vehementes, esta semana la burocracia contraatacó cuando la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) publicó su Informe Mundial sobre las Drogas del 2009. Es una señal de progreso que por fin la ONUDD se sienta compelida a enfrentar â no ignorar - a quienes la critican.
[inline:vienna2009demo1-medium.jpg align=right caption="manifestación de HCLU durante la cumbre sobre las drogas de la ONU en marzo del 2009 en Viena"]Además de su acostumbrada cuantificación de los cambios marginales en los niveles de producción y consumo de drogas y de las exhortaciones para intentar combatir más la amenaza de la droga, el informe de este año fue notable por su prefacio, escrito por Antonio Maria Costa, director de ONUDD, y, en un revés del tono, si no de las polÃticas, alguna alusión aprobatoria al experimento portugués de ocho años con la despenalización.
Acerca de la despenalización en Portugal, el informe señaló que:
âPortugal es un ejemplo de un paÃs que recientemente decidió no reducir a los consumidores a prisión. De acuerdo con la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, la âdespenalizaciónâ del consumo de drogas de Portugal en el 2001 está prevista en los parámetros del Convenio: la tenencia de drogas todavÃa está prohibida, pero las sanciones quedan supeditadas al derecho administrativo, no el derecho penal. Los que tienen una pequeña cantidad de drogas para consumo personal reciben una citación, no son arrestados. Se incautan las drogas y el sospechoso debe comparecer ante una comisión. Se averiguan los patrones de consumo de drogas del sospechoso y los usuarios pueden ser multados, encaminados al tratamiento o sometidos a libertad vigilada. Los casos de narcotráfico siguen siendo enjuiciados y la cifra de delitos de narcotráfico detectada en Portugal se acerca del promedio europeo.
Estas condiciones mantienen las drogas fuera del poder de los que las evitarÃan según un sistema de plena prohibición al paso que incentivarÃa el tratamiento, no la encarcelación, para los usuarios. Entre aquellos que no acogerÃan bien una citación recibida de un agente de policÃa están los turistas y, consecuentemente, según consta, la polÃtica de Portugal no ha resultado en un aumento en el turismo por drogas. Asimismo, parece que ha disminuido una serie de problemas relacionados con las drogasâ.
El informe procede a decir que âaunque la encarcelación siga siendo la principal reacción a los narcotraficantes detectados, solamente se la deberÃa aplicar en casos excepcionales contra los usuariosâ. Además del argumento de Costa que manifiesta que âla gente que consume drogas necesita ayuda médica, no retribución penalâ en el prefacio, ello indica que la ONUDD no se opondrÃa a la despenalización, pero eso no dice el informe. En cambio, defiende juzgados de delitos de drogas y tratamiento para la toxicomanÃa.
Cuando se trata de la legalización, en el prefacio Costa reconoció a sus crÃticos antiprohibicionistas y trató de hacer frente a sus argumentos. Vale la pena citar sus comentarios detenidamente:
âÃltimamente, se han alzado algunas voces, limitadas pero en aumento entre los polÃticos, los medios de difusión y hasta la opinión pública, que afirman: la fiscalización de drogas no está dando resultados. El volumen de estas voces sigue aumentando y el mensaje se está extendiendo. Gran parte de este debate público se caracteriza por generalizaciones injustificadas y soluciones simplistas. Sin embargo, el eje mismo del debate destaca la necesidad de evaluar la eficacia del enfoque actual. Tras haber examinado la cuestión sobre la base de nuestros datos, la ONUDD ha llegado a la conclusión de que, aunque los cambios son necesarios, éstos deberÃan alentar diferentes medios de proteger a la sociedad contra las drogas y no de impulsar el objetivo diferente de abandonar esta protección.
âSe han formulado distintos argumentos a favor de que se ponga fin a la fiscalización de drogas sobre la base de argumentos i) económicos; ii) de salud; y iii) de seguridad, y una combinación de los tres.
âEl argumento económico a favor de la legalización de las drogas propugna: legalicemos las drogas y generemos ingresos fiscales. Este argumento está cobrando mayor popularidad ya que los gobiernos nacionales buscan nuevas fuentes de ingresos en el marco de la crisis económica actual. Este argumento a favor de legalizar y gravar no es ético ni económico. Propone un impuesto perverso, generación tras generación, a los grupos marginados (perdidos a causa de la adicción) para estimular la recuperación económica. ¿Acaso los partidarios de esta causa también están a favor de legalizar y gravar otros delitos aparentemente de difÃcil solución como la trata de personas? Los esclavos de hoy en dÃa (que se cuentan por millones) indudablemente generarÃan buenos ingresos fiscales que permitirÃan el rescate de bancos quebrados. El argumento económico también se basa en una lógica fiscal equivocada: toda reducción del costo de la fiscalización de drogas (debido a una reducción de los gastos de las fuerzas de seguridad) estará contrarrestada por un gran aumento de los gastos de salud pública (debido al incremento del consumo de drogas). La moraleja es que las transacciones perversas no deben legalizarse simplemente porque son difÃciles de controlar.
âOtros han sostenido que, después de la legalización, podrÃa evitarse una amenaza para la salud (como una epidemia de drogas) mediante la reglamentación del mercado de estupefacientes. Esto también es ingenuo y corto de miras. En primer lugar, cuanto más estrictos sean los controles (sobre cualquier cosa), tanto mayor y más veloz será el mercado (delictivo) paralelo que aparecerá, lo cual invalida el concepto. En segundo lugar, sólo unos pocos paÃses (ricos) pueden permitirse controles tan complejos. ¿Cómo afectará esto al resto (la mayor parte) de la humanidad? ¿Por qué desencadenar una epidemia de drogas en el mundo en desarrollo en aras de argumentos libertarios formulados por un grupo de presión a favor de las drogas que puede darse el lujo de tener acceso a tratamiento por consume de drogas? Las drogas no son dañinas porque se fiscalicen, se fiscalizan porque son dañinas; y causan daño, sea el adicto rico y bello, o pobre y marginado.
âLa cuestión más grave atañe a la delincuencia organizada. Toda actividad en el Mercado fiscalizada por la autoridad genera transacciones paralelas ilegales, como ya se señaló. Inevitablemente, la fiscalización de estupefacientes ha generado un mercado delictivo de dimensiones macroeconómicas que usa la violencia y la corrupción para mediar entre la demanda y la oferta. Si legalizamos las drogas, la delincuencia organizada perderá su actividad más lucrativa, afirman, pues, los crÃticos.
âNo lleguemos a conclusiones apresuradas. La ONUDD tiene plena conciencia de las amenazas que plantean las mafias internacionales de drogas. Nuestras estimaciones del valor del mercado de drogas (en 2005) no tuvieron precedentes. La Oficina también fue la primera en dar la voz de alarma sobre la amenaza del tráfico de drogas a paÃses de Ãfrica occidental y oriental, el Caribe, América Central y los Balcanes. Al hacerlo, hemos destacado la amenaza a la seguridad que plantea la delincuencia organizada, una cuestión que ahora se examina periódicamente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
âTras iniciar este debate sobre las drogas y la delincuencia, y tras haber reflexionado extensamente al respecto, hemos llegado a la conclusión de que estos argumentos que relacionan las drogas con la delincuencia organizada son válidos y deben tenerse en cuenta. Insto a los gobiernos a que reajusten su combinación de polÃticas sin demora e impongan una mayor fiscalización de la delincuencia, sin disminuir la fiscalización de las drogas. En otras palabras, mientras que el argumento sobre la delincuencia es correcto, las conclusiones alcanzadas por sus partidarios son erróneas.
â¿Por qué? Porque no estamos ante un problema económico, estamos ante un problema humano. La polÃtica económica es el arte de administrar el dinero y de lograr un equilibrio entre inflación y empleo, entre consumo y ahorros, entre contrapesos internos y externos. La vida humana es otra cosa. Si comenzamos a hacer concesiones respecto de ella, terminaremos violando los derechos humanos de algunos. No puede haber intercambios, ni quid pro quo cuando la salud y la seguridad están en juego: la sociedad debe, y puede, proteger ambos bienes con determinación absoluta.
âInsto a los heroicos partidarios de la causa de los derechos humanos en todo el mundo a que ayuden a la ONUDD a promover el derecho a la salud de los toxicómanos: deben recibir ayuda y reintegrarse a la sociedad. La adicción es un problema de salud y no debe encarcelarse a los afectados, ni dispararse contra ellos, ni tampoco, como sugieren los defensores de este argumento, sacrificarlos para reducir la amenaza a la seguridad que plantean las mafias internacionales. Desde luego, estas últimas deben combatirse de la forma en que lo sugerimos más abajo.
âEn primer lugar, los encargados de hacer cumplir la ley deberÃan centrarse en los traficantes y no en los consumidores de drogas. La toxicomanÃa es un problema de salud: las personas que consumen drogas necesitan ayuda médica, no ser castigados como delincuentes. Debe prestarse atención a los grandes consumidores de drogas. Ãstos son los que más drogas consumen, los que causan el mayor daño tanto a sà mismos como a la sociedad y los que generan mayores ingresos a las mafias de las drogas. Los tribunales especializados en drogas y la asistencia médica probablemente puedan crear sociedades más saludables y seguras que el encarcelamiento. Insto a los Estados Miembros a que luchen por el logro del objetivo del acceso universal al tratamiento de la toxicomanÃa como un compromiso para salvar vidas y reducir la demanda de drogas: esto traerá aparejados la caÃda de la oferta y los ingresos de la delincuencia conexos. Avancemos hacia el logro de este objetivo en los próximos años y luego evaluemos sus repercusiones beneficiosas en la próxima oportunidad en que se reúnan los Estados Miembros para examinar la eficacia de la polÃtica sobre drogas (2015).
âEn segundo lugar, debemos poner fin a la tragedia de las ciudades fuera de control. Las transacciones sobre drogas, al igual que la mayorÃa de los delitos, se producen en entornos urbanos controlados por grupos delictivos. Este problema empeorará en las megaciudades del futuro, a menos que la gobernanza siga el ritmo de la urbanización. Sin embargo, detener a personas y confiscar las drogas de uso personal es como arrancar malas hierbas, hay que volver a hacerlo al dÃa siguiente. El problema sólo puede resolverse abordando la cuestión de los barrios marginales y el abandono en nuestras ciudades, mediante la renovación de la infraestructura y la inversión en las personas, ayudando especialmente a los jóvenes, que son vulnerables a las drogas y al delito, mediante educación, empleo y deportes. Los guetos no crean toxicómanos ni desempleados, a menudo sucede precisamente lo contrario. Y en este proceso prosperan las mafias.
âEn tercer lugar, y esto es lo más importante, los gobiernos deben valerse, a nivel individual y colectivo, de los acuerdos internacionales para luchar contra la sociedad âincivilâ. Esto significa que deben ratificarse y aplicarse la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional y la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción y los protocolos conexos sobre la trata de personas, las armas y los migrantes [â¦].
âNuestros paÃses pueden hacer mucho más para enfrentarse con la fuerza brutal de la delincuencia organizada: también debe abordarse el contexto en el que operan las mafias [â¦].
âEn suma, la delincuencia organizada transnacional nunca se detendrá mediante la legalización de los estupefacientes. Las arcas de las mafias se alimentan también del tráfico de armas, personas y sus órganos, la falsificación y el contrabando, la extorsión y los préstamos usurarios, los secuestros y la piraterÃa, asà como la violencia contra el medio ambiente (la tala ilegal, el vertimiento de desechos tóxicos, etc.). El argumento que favorece las concesiones entre la droga y la delincuencia que se analiza supra es el mismo que promueve el viejo programa de legalización de los estupefacientes, que propugnan permanentemente los grupos de presión a favor de las drogas. (Obsérvese que los partidarios de esta postura no la ampliarÃan para incluir las armas, cuya fiscalización, afirman, deberÃa realmente hacerse cumplir y aumentarse; en otras palabras, no a las armas, sà a las drogas).
âHasta ahora, la mayor parte de nuestra sociedad se ha opuesto tenazmente y con éxito, al programa de legalización de estupefacientes. Sin embargo, debe cambiar la polÃtica de lucha contra la delincuencia. Ya no basta con decir: no a las drogas. Ahora debemos afirmar con la misma vehemencia: no a la delincuencia.
âNo queda más opción que mejorar tanto la seguridad como la salud. Poner fin a la fiscalización de los estupefacientes serÃa un error colosal. Igualmente catastrófico es seguir haciendo caso omiso de la amenaza que la delincuencia organizada plantea a la seguridadâ.
Aunque solamente se pueda leer el prefacio de Costa como un ataque contra la postura antiprohibicionista (aunque en esencia pida la despenalización del consumo de drogas), ello también marca un embate contra los antiprohibicionistas. Y ellos están listos para enfrentarlo.
âEl secretario antidroga de la ONU habla dando una de cal y otra de arena. Por un lado, admite que la prohibición mundial de las drogas desestabiliza gobiernos, aumenta la violencia y destruye vidasâ, dijo Ethan Nadelmann, director ejecutivo de la organización Drug Policy Alliance. âPero, por el otro lado, expone argumentos simplistas que dispensan la necesidad de un debate serio sobre las polÃticas de drogas alternativas. El informe presupone erróneamente que la prohibición representa la forma cabal de fiscalización cuando, en verdad, representa la renuncia a ellaâ, añadió Nadelmann.
âAntonio Maria Costa, el âsecretario antidrogaâ del mundo, quiere hacerle creer que el movimiento pro legalización pide la abolición de la fiscalización de las drogasâ, dijo Jack Cole, director ejecutivo de Law Enforcement Against Prohibition (LEAP, por sus siglas en inglés) y detective antidroga encubierto retirado. âPor el contrario, exigimos que los gobiernos reemplacen la polÃtica fracasada de la prohibición por un sistema que realmente reglamente y fiscalice las drogas, incluso su pureza, sus precios y también a quienes las producen y a quienes se las puede vender. No puede haber fiscalización efectiva bajo la prohibición, como lo deberÃamos haber aprendido con nuestro experimento fallido con el alcohol en EE. UU. entre 1920 y 1933â.
LEAP quiere seguir dialogando y quiere que los ciudadanos de todo el mundo le digan a la ONUDD qué piensan. âPedimos a la gente que acceda a http://www.DrugWarDebate.com, donde pueden enviar un mensaje al âsecretario antidrogaâ mundial para concienciarlo respecto a los efectos de las polÃticas que deberÃa estar encabezandoâ, dijo Cole. âYa es hora de actuar. Claro está que los prohibicionistas están preocupados por el rápido aumento de la influencia polÃtica de los reformadores cuando nos atacan en la página uno de su informe anual, pero ni siquiera aluden a nosotros en el del año anteriorâ.
Tras ignorar a los crÃticos antiprohibicionistas durante años â el movimiento pro legalización ni siquiera fue mencionado en el informe del año pasado â la burocracia antidroga mundial se ha puesto a pelear de golpe y porrazo. Costa ha expuesto sus razones en favor de una prohibición de las drogas más lista y mejor y sus argumentos merecen ser tratados con seriedad.
Pero como bien señalara Mohandas Gandhi, el exitoso lÃder de un movimiento social no violento: âPrimero te ignoran, luego se rÃen de ti, después te atacan, entonces ganasâ. Parece que la lucha antiprohibicionista se encuentra ahora en su penúltima etapa.
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