Reportaje: Pesadilla en EE. UU. – Will Foster y la justicia al estilo de Oklahoma

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Will Foster se convirtió en un emblema de las crueldades atolondradas de la lucha contra la droga hace más de una década. El consultor de informática de Tulsa y consumidor de marihuana medicinal - padece de artritis degenerativa – fue allanado por policías que tenían una orden para registrar un laboratorio de metanfetamina en 1995. La policía no encontró metanfetamina, pero sí halló un jardín de marihuana. El desdichado Foster fue condenado por cultivo y sentenciado en el 2007 a la increíble pena de 93 años de prisión.

[inline:willfoster.jpg align=left caption="Will Foster (medicalmarijuanaofamerica.com)"]Fueron necesarios un movimiento nacional cada vez más grande y, en última instancia, el fallo de la Corte Suprema de Oklahoma para reparar esa condena. Después que el tribunal supremo del estado sobreseyó su sentencia, Foster fue recondenado a 20 años, le negaron dos veces la condicional y luego se la concedieron en el Estado de California, más amistoso para con la marihuana medicinal, adonde se mudó temporalmente con el “gurú de la ganya” Ed Rosenthal, quien había testificado en su defensa en Oklahoma y se había hecho su amigo.

¿Y vivieron felices para siempre, no es cierto? No. Pese a que Foster se adaptara a una vida honesta en Alta California con una nueva familia que formó a lo largo del camino y concluyera exitosamente lo que el Estado de California consideró un período adecuado de libertad condicional, eso no era suficiente para el Estado de Oklahoma. Molestos porque los funcionarios californianos no lo habían mantenido en condicional durante el período de tiempo que ellos lo harían, los agentes de la condicional de Oklahoma exigieron que regresara a aquel estado de tinieblas para finalizar su condicional. Cuando él se negó, tal vez comprensiblemente, despacharon una orden de arresto por infringir las condiciones de su régimen de libertad condicional.

No hubo mayores consecuencias hasta que la policía verificó la tarjeta de identidad de Foster, pero entonces la orden pendiente de Oklahoma salió en la colada y apresaron a Foster en California para que lo devolvieran a Oklahoma a fin de que liquidara el resto de su sentencia. Como no tenía nada que perder, Foster combatió la orden al interponer un auto de hábeas corpus y lograr su desestimación en los tribunales californianos en el 2006.

[inline:susiemueller.jpg align=right caption="Susie Mueller y familia"]Una vez más Foster estaba en libertad, pero Oklahoma todavía no estaba satisfecho. Luego los agentes de la condicional de Oklahoma se ofrecieron a reponer el pleito en el convenio interestatal, que rige la supervisión de las personas en condicional que cumplen su régimen en estados que no son aquél en que lo sentenciaron, pero entonces añadieron que habían cometido un error cuando calcularon inicialmente la duración del período de su condicional. Ella no terminaba en el 2011, sino en el 2015, dijeron, y exigieron que firmara un documento en ese sentido. Foster volvió a rechazar dicha oferta, tal vez comprensiblemente, y otra vez el Estado de Oklahoma despachó una orden de arresto por infringir las condiciones de su régimen de libertad condicional.

Para entonces, Foster se había mudado a Santa Rosa en California, a cerca de 80 kilómetros al norte de San Francisco, estaba en una relación con una mujer de la zona, Susie Mueller, a quien sustentaba, y sus tres hijas. En la residencia de Foster había un cultivo de marihuana medicinal, todo ello completamente conforme a derecho según la legislación estatal y las directrices comarcales. Pero también contaba con un enemigo personal, el esposo de Mueller, que vivía separado de ella y le dijo a la policía que él gestionaba una tremenda plantación de marihuana.

Cuando Foster y Mueller se dieron cuenta, agentes de la DEA y subalguaciles de la Comarca de Sonoma echaban la puerta de Foster abajo a patadas, la pareja fue arrestada por cargos de cultivo de marihuana según la legislación estatal y asumieron la custodia de la benjamina de Mueller en cuanto niña en peligro.

“Fue horrible”, dijo Mueller. “Hicieron una redada a todo trapo y lo arrestaron por siete plantas maduras y me arrestaron y me quitaron a mi hija. Pensaron que porque conocía a Ed sucedía algo inmenso. Me dijeron que si les contaba donde estaban los otros cultivos, no me arrestarían ni me quitarían a mi hija. Les dije que eso era todo lo que había y que estaba conforme a derecho y dijeron ‘llévese su hija’ y me arrestaron”.

Un fiscal porfiado de la Comarca de Sonoma se demoró meses para retirar las acusaciones infundadas y Foster esperó durante todo ese tiempo en la Cárcel de la Comarca de Sonoma. Pero aun después que se retiraron los cargos, Foster permanece entre rejas y combate la orden de extradición de regreso a Oklahoma. Su apresamiento ya ha durado 16 meses.

“En su orden, dijeron que infringí los términos y las condiciones de la condicional en Oklahoma y que luego huí de Oklahoma para escapar de la justicia”, dijo Foster el miércoles en una llamada telefónica desde la cárcel. “Pero yo no he regresado a Oklahoma desde que me vine de allí en el 2001. Concluí exitosamente la condicional aquí, repelí el intento inicial de extraditarme y todavía me persiguen”.

El gobernador Arnold Schwarzenegger de California dio el visto bueno a la orden de Oklahoma sin conocer todos los hechos, dijo Foster. “El gobernador no ha recibido toda la información. Oklahoma no le dijo que había finalizado la condicional ni que habían denegado un intento anterior de extraditarme ni que habían tratado de prorrogar mi condicional seis años después de lo ocurrido”, señaló.

Ni el Palacio de Gobierno de California ni el de Oklahoma ni los agentes de la condicional de Oklahoma contestaron los cuestionamientos de la Crónica sobre el caso Foster.

Ahora, como se agotan sus opciones, Foster y sus partidarios llevan a cabo dos estrategias, una política y otra judicial. La primera tiene miras a los dos gobernadores y les insta a que revoquen las órdenes. La segunda consiste en interponer otro auto de hábeas corpus, lo que Foster dijo que haría a fines de este mes. De lo contrario, lo devolverán a Oklahoma en grilletes antes de fines de julio.

“Le pido al gobernador de Oklahoma que retracte la orden, conmute mi sentencia, me deje vivir en paz en California y ya deje de fastidiarme”, dijo. “Le pido al gobernador Schwarzenegger que no cumpla con la solicitud de extradición. Hay jurisprudencia que indica que no tiene que conceder la extradición; puede denegarla y retractar su orden”.

Ed Rosenthal encabeza la campaña para libertar a Foster. En su bitácora se encuentra la información completa sobre cómo ponerse en contacto con los dos gobernadores para pedirles que retracten las órdenes.

“Cada ser humano cuya vida sea trastornada a causa de la legislación sobre la marihuana merece nuestra atención, pero el caso de Will es importante primeramente porque la gente ya estaba enterada de la terrible injusticia que le hicieron allá en Oklahoma y, en segundo lugar, porque es rarísimo y descarado”, dijo Rosenthal. “La gente simplemente niega con la cabeza y dice que esto no debería pasar. Tratamos de ponerlo en libertad y tratamos de llevar esta injusticia a la atención de la gente que todavía no está enterada de ella”, dijo.

“Por lo visto, Oklahoma posee mucho dinero que despilfarrar en este revanchismo”, señaló. “Es una causa triste y necia”.

También le cuesta a California, que tiene problemas de liquidez. El costo de apresar a Foster durante los últimos 15 meses ya rebasa los US$ 100.000, lo que no incluye el costo del enjuiciamiento espurio por cultivo de marihuana.

“Interpondré un auto de hábeas corpus el 29 de junio”, dijo Foster, “y el estado tendrá 15 días para contestar. Probablemente habrá una vista en 30 días”.

Es poco común que se concedan autos de hábeas corpus y Foster duda de sus perspectivas de victoria, pero está preparado para seguir insistiendo a largo plazo. “Si no gano aquí, puedo dilatarlo durante años. Puedo llegar hasta la Corte Suprema de California y luego a los tribunales federales. Pero para ello sería necesario que permaneciera aquí en la cárcel”, dijo.

Susie Mueller visita a Foster casi todos los días. “Esto me parte el corazón; es dificilísimo emocionalmente porque no debería estar allí”, dijo. “Pero de verdad que me dedico a él. Voy casi todas las noches, conversamos durante una hora, jugamos al tres en raya y repasamos la causa”.

En una de las raras ironías del tormento de Foster, Mueller dijo que había recolectado firmas para las peticiones que buscaban su liberación cuando lo apresaron en Oklahoma hace una década. “Lo conocí en el trabajo aquí en Santa Rosa y ni siquiera me di cuenta de que era ese Will Foster”, se rió. “Qué coincidencia”.

“Ed y Susie son los mejores militantes con que un tipo puede contar”, dijo Foster. “Estoy tan agradecido por todo lo que hacen”.

Para Foster, los intentos de Oklahoma de castigarlo más no son justicia, sino venganza. “Les gané en la condenación, les gané en la primera orden de extradición y quieren darme una lección”, dijo. “Quieren imponer su autoridad”.

Ahorita la decisión de extraditar a Foster a Oklahoma depende de los dos gobernadores y sus especialistas en extradición. Una efusión de apoyo de la opinión pública en favor de permitir que Foster permanezca libre en California puede marcar la diferencia.

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