Policial: Las historias de policías corruptos de esta semana

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Policías se embolsan dinero oriundo de la droga, policías roban a narcotraficantes, policías protegen a narcotraficantes, policías roban drogas y, por supuesto, otro guardia de cárcel contrabandea drogas. Vamos a ello:

En South Memphis, Tennessee, el viernes pasado arrestaron a un subalguacil de la Comarca de Shelby por embolsarse el dinero incautado en un arresto por delitos de drogas. El subalguacil Jeff McCall, quien trabajaba para la Brigada Antidroga de la Comarca de Shelby, cayó en un montaje después que informaron a la jefatura de policía de que robaba el dinero oriundo de la droga que confiscaba en la calle. La jefatura de policía y el FBI armaron un control de tránsito en que la función de McCall era inventariar los US$ 4.200 en efectivo y marihuana incautados. Solamente US$ 3.800 fueron incluidos en el depósito de pruebas. Cuando lo confrontaron en un momento posterior de aquella misma noche, McCall admitió que se había agarrado el dinero, había salido del trabajo, se había ido a un centro comercial de la zona y había utilizado el dinero para comprar un PlayStation 3. Los policías encontraron la videoconsola en su vehículo de trabajo. Actualmente responde ante Justicia por cargos estatales de improbidad y robo de importe inferior a US$ 500, pero pueden sobrevenir acusaciones conforme a la legislación federal estadounidense.

En el Municipio de West Manchester en Pensilvania, el 27 de mayo un ex detective de la Policía del Municipio de West Manchester fue acusado de robar drogas del depósito de pruebas de la comisaría. El ex detective Steven Crider, 54, ha admitido a la policía estatal que robó e ingirió cocaína, heroína y marihuana de más de cien casos desde el 2001. Presuntamente reemplazó parte de las drogas robadas por tiza y adulteró los registros para encubrirlo. Despidieron al veterano de 32 años de servicios prestados el mes pasado.

En Texarkana, Arkansas, el 28 de mayo citaron a un ex guardia de la cárcel de la Comarca de Miller por cargos de contrabando de marihuana en la cárcel para los reclusos. Adrian Trevone Tate, 24, fue arrestado después que otro guardia vio marihuana dentro de un vaso de gaseosa de una tienda de conveniencias que Tate había llevado a la cárcel. Él se ha confesado inocente de dos cargos criminales: suministrar un artículo prohibido en una instalación penitenciaria y tenencia con intención de entregar marihuana en una cárcel. Tate está en libertad bajo fianza estipulada en US$ 50.000.

En Los Ángeles, el 27 de mayo un ex policía de Huntington Park fue declarado culpable de robar cocaína y metanfetamina de narcotraficantes. Condenaron al ex sargento Álvaro Murillo por dos cargos de confabulación relacionada con la droga, uno de extorsión y uno de envío de declaración falsa del impuesto sobre la renta. Murillo integraba un destacamento antidroga federal compuesto de varias agencias y utilizaba su empleo para reclutar a informantes, luego los usaba para ayudar a robar drogas de narcotraficantes. Él y sus informantes formaron lo que llamaron el “grupo de tácticas negras” para identificar a los traficantes que podían robar. Entre los artículos robados figuraban cinco kilogramos de cocaína en el 2002 y dos de metanfetamina en el 2006. Murillo cayó tras intentar robar cocaína de un traficante que resultó ser un agente encubierto de la DEA. Puede recibir una sentencia mínima obligatoria de 10 años de prisión en un establecimiento federal.

En Lake City, Carolina del Sur, el 27 de mayo una ex policía de Lake City fue sentenciada a 20 años de prisión en un establecimiento federal por confabularse con narcotraficantes para ayudarlos a no ser capturados. Shanita McKnight había sido condenada en octubre por confabulación relacionada con la droga y extorsión por pasar la voz a traficantes de la zona respecto a acciones policíacas inminentes. McKnight también debe cumplir cinco años de libertad supervisada después de concluir su pena de prisión.

En Charlotte, Carolina del Norte, el 27 de mayo dos ex policías de Charlotte-Mecklenburg fueron condenados a nueve años de prisión por confabularse para distribuir cocaína. Los ex agentes Gerald Holas y Jason Ross admitieron que habían protegido la operación de un traficante de cocaína, pero afirmaron en vano que lo habían hecho en un intento de conseguir información que pudieran utilizar para arrestar a sus proveedores y clientes. Holas avisó al traficante de la actividad de la policía y los dos policías lo ayudaron a vengarse de un rival, cuya casa fue atacada con bombas incendiarias. Unas 50 causas penales en que los dos estaban implicados tuvieron que ser retiradas después que los arrestaron.

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