Reportaje: Nación cannábica se echa a la calle en primera semana de la Marcha Mundial de la Marihuana

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El fin de semana pasado los aficionados a la marihuana y defensores de la reforma se echaron a las calles de más de cien municipios y ciudades por todo el mundo en la fase uno de la Marcha Mundial de la Marihuana de cada año.

Desde entonces la marcha, organizada por primera vez en la Ciudad de Nueva York en los años 1970, se ha convertido en un tremendo evento internacional. Este año, unas 263 ciudades en cada continente habitado aparecen en la lista de las que celebran las marchas.

[inline:gmmvancouver2009.jpg align=right caption="Columbia Británica, Vancouver (por cortesía de cannabisculture.com)"]Normalmente celebrado en el primer fin de semana de mayo, este año el evento fue dividido en dos fines de semana, sobre todo para dar lugar a los europeos, pues las celebraciones del Día del Trabajador en Europa son tomadas mucho más en serio que en EE.UU. (donde el 1º de mayo no es el Día del Trabajador, sino el Día Nacional de la Ley). Finlandia fue la excepción allá, siendo que la marcha en Helsinki el fin de semana pasado atrajo a por lo menos 300 personas y los eventos en Tampere y Turku a cerca de 200 cada.

Pero de este lado del océano, los manifestantes se echaron a las calles de ciudades como Portland y Filadelfia, que llamaron a cerca de mil personas, dos de las muchedumbres más grandes del día. En San Francisco, donde 15.000 personas se reunieron el año pasado, el tamaño de la multitud – si no de la moral – fue desalentado por aguaceros torrenciales durante todo el día.

Las marchas también llegaron al centro de Estados Unidos, aunque en cifras menores. En Champaign, Illinois, cientos marcharon, en tanto que en Cincinnati se reunió una muchedumbre parecida. En Ogden, Utah, 30 defensores solitarios del cannabis se congregaron, mientras que en Palm Springs, California hubo algunas decenas de manifestantes.

Las cosas estaban un poquito más animadas en Canadá, donde unas 15.000 personas se reunieron en Toronto y mil más en Vancouver. Aun Edmonton, que queda lejísimos en las llanuras norteñas de Alberta, atrajo a varios cientos de participantes.

“Fue fantástico, mucha gente compareció aquí en Vancouver”, dijo Jeremiah Vandermeer, editor de producción de la revista Cannabis Culture de Marc Emery, uno de los focos de organización de las marchas. “Fue una marcha estupenda. Los liberales celebraban su convención por aquí, entonces marchamos con el dicho de que necesitaban detener el C-15, el proyecto de ley conservador que impondría sentencias mínimas obligatorias aun por cultivar una planta”.

Cuando le preguntaron por qué las ciudades canadienses parecían poder generar una comparecencia mayor que las estadounidenses, Vandermeer planteó varias cuestiones. “Canadá posee una cultura cannábica fuertísima, contamos con muchos organizadores que han estado trabajando durísimo durante años, inclusive Marc Emery, por supuesto, y nuestros periódicos son muy receptivos”, dijo. “Ellos promueven las marchas aun antes de que sucedan y eso ayuda bastante”.

Aunque EE.UU. tenga elementos receptivos para con el cannabis y sus organizadores veteranos también, generalmente no cuenta con una prensa dispuesta a proporcionar publicidad gratuita de antemano a las marchas. Con excepción de los dos grupos mencionados abajo, las marchas tampoco consiguen cualquier apoyo significativo de las organizaciones pro reforma de las políticas de drogas. Además, diferentemente de lo que pasa en ciertas ciudades europeas que atraen a muchedumbres enormes, los eventos en EE.UU. no han atraído a patrocinadores dispuestos a invertir dinero a fin de divulgar las marchas.

En algunas ciudades, los eventos son organizados por activistas independientes. En otras, las sucursales locales de grupos como National Association for the Reform of Marijuana Laws (NORML, por sus siglas en inglés) y Students for Sensible Drug Policy (SSDP, por sus siglas en inglés) toman la delantera. Pero en todos los casos, el tamaño y el éxito de los eventos son determinados sobre todo por los recursos y el talento de la zona.

“Tal vez fueran más grandes las asistencias con un poco de organización legítima con antelación, fondos y promoción, pero, tal cual existen hoy, la mayor parte de estas labores estadounidenses está flojamente organizada a lo mejor”, dijo Paul Armentano de NORML. “Además, tal vez en términos culturales los estadounidenses no tengan tantas probabilidades de echarse a la ‘calle’ como sus homólogos en otros países como Venezuela y Grecia”.

[inline:gmmposter2009.jpg align=left caption="cartel de la MMM 2009 (por cortesía de la MMM)"]Cures Not Wars es el foco primordial de organización de la Marcha Mundial de la Marihuana en EE.UU. Hace lo posible, pero sus recursos son limitados.

“Nosotros de Cures Not Wars proporcionamos soporte material y logístico a las marchas”, dijo Douglas Greene, uno de los cofundadores del grupo, juntamente con Dana Beal, el hombre que estuvo presente a los principios. “Pero ese soporte se limita básicamente a proporcionar carteles y listas de contacto, cosas por el estilo. No tenemos dinero que distribuir para hacer que estas marchas sucedan, entonces ellas son financiadas ante todo por lo que logran hacer los militantes de base de la zona”, dijo Greene.

“Me parece que los eventos del 4/20 [20/04] un par de semanas antes de las marchas terminando drenando energía y recursos de las marchas”, dijo Greene. “La cobertura de la prensa ayuda, pero, diferentemente de Canadá, no recibimos cobertura previa por aquí en ninguna ciudad en que pueda pensar”.

Greene señaló algunas ciudades europeas, como Roma, Atenas, Londres y Berlín, que presencian a multitudes de miles o aun decenas de miles con regularidad. “En Berlín, donde los eventos se equiparan al tamaño del Mitin por la Libertad de Boston, cuenta con por lo menos 10 grandes patrocinadores. Eso no logramos en EE.UU.”, señaló.

Greene también dijo que quizá los reformadores de las políticas de drogas deban repensar su desdén por las marchas. “Se han convertido en una expresión de la comunidad cannábica y es una lástima que no se hayan transformado en algo que pueda hacer convergir a la comunidad pro reforma de las políticas de drogas en general”, argumentó. “Aquí en la Ciudad de Nueva York, hubo muchos chicos que gritaban: ‘¡Fumamos marihuana y nos gusta muchísimo!’ [We smoke pot and we like it a lot!]. Aunque eso no vaya a cambiar la ley necesariamente, al mismo tiempo siempre hay gente que se acerca a nosotros por estar de veras interesada en aprender y cambiar la legislación. Estas marchas van a suceder no importa qué piensen los reformadores; parece que sería una buena idea si lográramos trabajar juntos, atraer a algunas personas serias e intentar concienciar a las que comparecen”.

Puede que las marchas no sean prudentes, que haya demasiados polos con teñido anudado, demasiado pelo y un número incómodo de personas de apariencia joven que fuman en público, pero las marchas no van a desaparecer y son una expresión auténtica de la cultura cannábica. Tal vez los distintos elementos del movimiento encuentren una manera de aproximarse.

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