Reportaje: OTAN y EE.UU. profundizan operativos antidrogas en Afganistán en intento de reprimir al Talibán

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Las fuerzas de OTAN y EE.UU. que combaten a insurgentes de Talibán y Al Qaida están a punto de expandir sus labores de lucha contra la insurgencia al involucrarse más en los intentos de suprimir el próspero tráfico de opio del país. Al hacerlo, entran en una situación complicada porque corren el riesgo de enajenar a grandes sectores de la población que dependen del comercio para alimentar a sí mismos y sus familias y conducirlos directamente a la acogida tierna del Talibán.

[inline:afghanistan-map-small.jpg align=left]La nueva postura antidroga más agresiva sucederá en dos formas. Por un lado, por primera vez la OTAN se ha comprometido a visar y rastrear activamente a narcotraficantes y laboratorios para el procesamiento de heroína. Por el otro lado, las Fuerzas Armadas estadounidenses que entrenan a los militares afganos empezarán a acompañar a soldados afganos mientras les dan protección a equipos de erradicación de la amapola del gobierno afgano.

Dicha postura ocurre al paso que la situación política y militar en Afganistán sigue empeorándose. Unos 242 efectivos de OTAN y EE.UU. han sido muertos en combate allá este año, 10 más que el año pasado faltando dos meses y medio, y el año pasado fue el peor hasta el momento para la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF, por su sigla en inglés). Unos 33.000 efectivos estadounidenses, incluso 13.000 bajo el comando de la ISAF y 20.000 bajo el comando directo de EE.UU., y casi 40.000 soldados de la OTAN están ahora en Afganistán y el gobierno Bush quiere que desplieguen a más 20.000 efectivos estadounidenses allá el año que viene.

El Talibán e insurgentes vinculados han mostrado cada vez más aptitudes militares, en parte porque pueden abastecerse con los fondos generados por el tráfico de opio. Las Naciones Unidas calculan que el Talibán y la Al Qaida ganen tal vez $100 millones al año con la tributación de los cultivadores de amapolas y la protección a los narcotraficantes.

La semana pasada, un borrador filtrado de una Estimativa de la Inteligencia Nacional de EE.UU. todavía no publicado reveló que las agencias de inteligencia estadounidenses creen que la guerra en Afganistán está en “un desplome en picado”, siendo que una parte del problema es el gobierno corrupto a mando del presidente Hamid Karzai y la otra está relacionada con el “impacto desestabilizador” del narcotráfico.

La situación cada vez peor impelió a Robert Gates, ministro de Defensa de EE.UU., a dirigirse hacia Europa para intentar persuadir a los integrantes reluctantes de la OTAN en pro de una estrategia antidroga más agresiva la semana pasada. Los países europeos han sido renuentes respecto a meterse en el fango de las labores antidrogas allá con alusiones al riesgo de enajenar a la población y argumentos de que la imposición de la ley es responsabilidad del gobierno afgano.

“Parte del problema que enfrentamos es que el Talibán gana algo entre los $60 y $80 millones o más al año con el narcotráfico”, dijo Gates en una reunión de la OTAN en Budapest. “Si tenemos la oportunidad de ir tras de los capos y de los laboratorios de drogas y de intentar interrumpir este flujo de dinero al Talibán, eso me parece un esfuerzo de seguridad legítimo”.

[inline:villageelders-small.jpg align=right caption="Phil Smith, editor de la Crónica, en ex pueblo cultivador de amapolas cerca de Jalalabad"]Hacia el viernes último, la OTAN había adherido. De acuerdo con un comunicado de prensa de la OTAN el sábado: “Con base en la solicitud del gobierno afgano, en conformidad con las resoluciones oportunas del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, según el plan operacional existente, la ISAF puede tomar providencias de concierto con los afganos en contra de instalaciones y facilitadores que apoyen la insurgencia en el contexto de las labores antidrogas, sujeta a la autorización de los respectivos países”.

“A petición del gobierno afgano, agradezco que el Consejo del Atlántico Norte me haya dado la autoridad para expandir el rol de la ISAF en operativos antiestupefacientes”, agregó el general estadounidense John Craddock, comandante aliado supremo de la OTAN, en una declaración al mismo día. “Ahora tenemos el poder de avanzar en una región que afecta la seguridad y estabilidad de Afganistán. Ello nos permitirá reducir la financiación e ingresos a los insurgentes, lo que incrementará la protección de la fuerza de todo el personal de la ISAF y de las Fuerzas de Seguridad Afganas”.

Eso es lo que quieren escuchar Gates y el gobierno Bush. “Solamente va a hacer parte de los operativos militares normales. Esto no va a ser una misión especial”, dijo Gates el sábado, añadiendo que la labor antidroga probablemente iba a concentrarse en la región sur del país. “Empieza con el comandante de la ISAF, luego será una cuestión de saber cuáles fuerzas están disponibles. Por supuesto que Estados Unidos y el Reino Unido están interesados en hacerlo. Creo que varios otros querrían, pero no se manifestaron”, dijo. “Estoy bastante optimista en cuanto al futuro”, dijo Gates. “También se ha convenido que la OTAN no puede fracasar en Afganistán”.

En ese sentido, EE.UU. avanza otro paso más en la lucha afgana contra la droga: Valiéndose de tropas terrestres para ayudar a erradicar las plantaciones de amapolas. El London Daily Mail, entre otros medios de comunicación, reportó que un pequeño número de soldados estadounidenses que entrenan a la Fuerza de Erradicación de la Amapola del país va a acompañar sus cargas cuando se dirijan a los campos de amapolas hacia principios del año nuevo.

La intención es la de objetivar la tierra poseída por traficantes de influencias afganos corruptos, especialmente en la provincia sureña de Helmand, que responde de la mayor parte de la participación de 93% de Afganistán en la producción mundial de opio. Ésa es un área en que la presencia talibán se hace sentir bastante. Unos 75 erradicadores afganos fueron muertos el año pasado.

“No debería haber ninguna zona prohibida para los equipos de erradicación en Helmand y a fin de hacerlo van a necesitar más protección de la fuerza”, le dijo un funcionario antidroga de la embajada británica, cuyo nombre no se reveló, al Daily Mail. “Tierras controladas por grandes terratenientes, funcionarios corruptos o grandes personajes en el narcotráfico son tierras que deberían ser visadas. Contar con la protección de la fuerza tiene más probabilidades de posibilitarlo”.

[inline:poppy2.jpg align=left caption="especímenes tallados de papaver (amapolas)"]Un vocero de las Fuerzas Armadas de EE.UU. le dijo al Daily Mail que hay 11 soldados estadounidenses entrenando al Batallón Antiestupefacientes Afgano en Kandahar. Serán desplegados juntos con soldados afganos en misiones de erradicación, dijo.

Hace mucho que EE.UU. ha sido a favor de labores de erradicación más enérgicas, pero fue rebatido por el gobierno Karzai cuando presentó la idea de la fumigación aérea a principios de este año. Pero como la erradicación manual exterminó solamente el 3,5% del cultivo este año, la presión para hacer más es fuerte. La cuestión es saber si hacer más para combatir el narcotráfico va a ayudar o dificultar el intento de construir un gobierno fuerte y estable en Kabul.

“Toda esta cuestión ha sido discutida en distintos foros en Afganistán ya hace algún tiempo”, dijo Sher Jah Ahmadzai, colaborador del Centro de Estudios sobre Afganistán en la Universidad de Nebraska-Omaha. “El gobierno rechazó la erradicación aérea por varios motivos, aunque fuera deseada por EE.UU. Pero esta providencia de la OTAN está siendo bien recibida por el gobierno y las agencias internacionales porque ahora visan a los capos del narcotráfico, no a los propios agricultores. Si se persigue a los agricultores, eso puede hacer que la OTAN y el gobierno afgano fracasen, entonces perseguir a los grandes capos del narcotráfico es la opción viable ahora. Todos saben quiénes son”, dijo.

Pero no todos los capos del narcotráfico son iguales, dijo Ahmadzai. “Hay muchos capos involucrados en el gobierno, hay altos ministros que se creía que habían sido capos antes que fueran señalados, hay una serie de personas en los gobiernos provinciales que están involucradas, pero el gobierno no va a ir tras ellas porque eso puede crear una reacción violenta”, dijo. “Pero los otros capos, los que apoyan abiertamente al Talibán y a la Al Qaida, van a perseguirlos”.

Perseguir realmente a todos los narcotraficantes solamente sería factible en algún momento futuro con un Estado Afgano más fuerte, dijo Ahmadzai. “La próxima fase sería fortalecer el gobierno afgano para que pueda hacerse una purga”, dijo.

Pero el punto de vista de Ahmadzai es mucho más optimista que el de algunos. Los que critican la medida dijeron que ella sólo empeoraría la insurgencia. “Los gobiernos de la OTAN sí dijeron que van a intentar visar a operativos de narcotráfico que parezcan ser conniventes con el Talibán y la Al Qaida, lo que convierte este cambio de políticas en algo simplemente desacertado en vez de notoriamente desacertado”, dijo Ted Galen Carpenter, vicepresidente de estudios sobre políticas de defensa y relaciones exteriores en el Instituto Catón, de tendencias libertarianas. “Pero presionar a la OTAN y al gobierno Karzai a causa de esto simplemente asegura que vayamos a llevar a mucha gente de regreso a los brazos del Talibán y esa estrategia es poco previdente”, argumentó.

“Los estadounidenses han estado entrenando a fuerzas antidrogas afganas, pero estaban creándoles problemas al gobierno porque visaban directamente a los agricultores y los agricultores se iban directamente al Talibán”, estuvo de acuerdo Ahmadzai. “Si se persigue a los agricultores, se corre el riesgo de enajenarlos. Si no, el Talibán y la Al Qaida lucran. La verdad es que es una espada de doble filo”.

“El problema subyacente es que el narcotráfico es una parte enorme de la economía afgana”, dijo Carpenter. “La ONU dice que hay unas 509.000 familias involucradas en el cultivo u otros aspectos del narcotráfico. Si se considera solamente una familia nuclear común, es cerca del 15% de la población involucrado en el narcotráfico, pero cuando se considera que Afganistán es una sociedad muy fundada en los clanes y una extensión de la familia, la cifra real se acerca más de un tercio o del 40% de la población sustentándose con el narcotráfico. No hay manera realista de cancelarlo”.

Hay una alternativa, dijo Carpenter. “Los legisladores estadounidenses pueden hacer la vista gorda, ignorar el comercio de drogas y concentrarse en intentar debilitar al Talibán y la Al Qaida, nuestros adversarios mortales”, dijo.

Aunque eso dejara al Talibán y la Al Qaida libres para financiarse con los beneficios del opio, son consecuencias que tendríamos que sufrir, dijo Carpenter. “Sin duda esos grupos obtienen renta del narcotráfico, pero, desdichadamente para nuestra estrategia, los aliados de Karzai también. La mayoría de los grandes traficantes de influencias está involucrada de alguna manera con el narcotráfico ilegal. Es un empuje tan lucrativo a causa del agio del mercado negro que cualquiera que ejerza poder e influencia en aquella sociedad está tentado a involucrarse”.

Observando que el plan de la OTAN de perseguir solamente a los traficantes relacionados con la insurgencia eliminaría en efecto la competencia para los narcotraficantes vinculados con el gobierno, Carpenter dijo que la decisión no era ninguna sorpresa. “No creo que sea un motivo intencional, pero, en la medida en que el gobierno Karzai está interesado en cooperar, lo será precisamente porque va a eliminar la competencia para los traficantes con respaldo en Kabul. Esperar que el gobierno de Kabul verdaderamente suprima el tráfico sería como pedirle a Japón que elimine sus sectores de automóviles y alta tecnología. Eso no va a pasar”, dijo.

Y así nos metemos más en el fango.

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