Reportaje: Lucha contra la droga no racista visa desproporcionadamente a estadounidenses negros

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La legislación antidroga de Estados Unidos no alude a la raza, pero la manera por la cual se la impone surte un impacto gravemente desproporcionado sobre los afroamericanos, de acuerdo con dos nuevos informes lanzados esta semana. Aunque las conclusiones de los dos estudios no sean de extrañar para cualquiera que haya observado la evolución de la imposición de la legislación antidroga estadounidense, proporcionan aún más confirmación de que la prohibición de las drogas en Estados Unidos apesta a injusticia racial.

[inline:hrwreport.jpg align=right]Lanzados juntos, los dos informes, uno de la Human Rights Watch y el otro del Sentencing Project, retratan a una sociedad en que el color de la piel parece ser el factor más decisivo para saber si uno va a ser arrestado o preso por cargos de delitos de drogas. Aunque los blancos cometan más delitos de drogas, es mucho más probable que los negros sean pillados y encarcelados por ellos, descubrieron los informes.

En su informe, "Targeting Blacks: Drug Law Enforcement and Race in the United States" [Apuntando a los blancos: La imposición de la legislación antidroga y la raza en Estados Unidos], la Human Rights Watch examinó las disparidades entre transgresores de las leyes que prohíben las drogas en 34 estados. En esos estados, era 11,8 veces más probable que negros fueran arrestados por cargos de delitos de drogas que blancos y 4,8 más probable que negras fueran presas por los mismos.

En 16 de esos estados, los negros son presos por acusaciones de delitos de drogas 10 veces más que los blancos, descubrió la Human Rights Watch. Los estados con las disparidades raciales más flagrantes son, por su orden, Wisconsin, Illinois, Nueva Yérsey, Maryland, Virginia Occidental, Colorado, Nueva York, Virginia, Pensilvania y Michigan.

Aunque los negros sean 13% de la población, responden de 33% de todos los arrestos por drogas y más de 53% de todos los infractores de la legislación antidroga que ingresaban a prisión en 2003, el último año estudiado en el informe.

“La mayoría de los infractores de la legislación antidroga es blanca, pero los que más son presos son negros”, dijo Jamie Fellner, asesora sénior en el programa estadounidense de la Human Rights Watch y autora del informe. “La solución no es apresar a más blancos, sino a repensar radicalmente cómo lidiamos con la toxicomanía y los transgresores de la legislación antidroga de poca gravedad”.

Aunque el informe de la Human Rights Watch examinara las disparidades en el ámbito estadual, el estudio de 45 páginas del Sentencing Project, "Disparity by Geography: The War on Drugs in America's Cities" [Disparidad por geografía: La guerra contra las drogas en las ciudades de Estados Unidos], les echó un vistazo a las disparidades raciales en el ámbito municipal. Los hallazgos fueron igualmente lúgubres. Al examinar datos de 43 de las ciudades más grandes del país, el informe descubrió que, desde 1980, la tasa de arrestos por drogas para negros en ellas había aumentado 225%. Aunque los blancos también hubieran sido pillados en la lucha contra la droga en permanente expansión, su tasa de arresto creció 70%, una cifra mucho más baja.

En 11 de las ciudades examinadas, las tasas de arrestos de negros por cargos de delitos de drogas son más que el quíntuplo de lo que eran en 1980. En mitad de ellas, era más que dos veces más probable que los negros fueran presos que los blancos, aunque las tasas de consumo sean casi constantes entre las razas.

“El incremento alarmante en arrestos por delitos de drogas desde 1980 concentrado entre los afroamericanos plantea cuestionamientos fundamentales respecto a la equidad y justicia”, dijo Ryan King, analista de políticas de The Sentencing Project y autor del informe. “Pero lo que más preocupa es que estas tendencias no son el resultado de tasas más altas de consumo de drogas entre los afroamericanos, sino, al contrario, de las decisiones tomadas por funcionarios locales sobre adonde llevar a cabo la represión a las drogas”.

El impacto de las decisiones locales acerca de cómo procesar la lucha contra la droga puede ser visto en ciudades por todos los EE.UU. En Tucson y Buffalo, los arrestos por delitos de drogas han aumentado más de ocho veces entre 1980 y 2003; en Ciudad de Kansas y Toledo, más de siete veces; en Newark y Sacramento, seis veces más o menos. En algunas otras ciudades como San Francisco y Seattle, resoluciones en materia de vigilancia policíaca han resultado en aumentos mucho más bajos en los arrestos por delitos de drogas.

Como observó antes Fellner de la Human Rights Watch, la respuesta no es arrestar y prender a más blancos por delitos de drogas. En cambio, la Human Rights Watch y The Sentencing Project les instaron a los servidores públicos a tratar de las iniquidades raciales y a devolverle la credibilidad al sistema de justicia penal juntamente con una serie de reformas, incluso:

  • Eliminar las sentencias mínimas obligatorias y devolverle la discreción judicial al proceso condenatorio de infractores de la legislación antidroga;
  • Aumentar la financiación pública de las relaciones de tratamiento y prevención de la toxicomanía para hacer que sean de fácil acceso en comunidades de color en particular;
  • Incrementar las estrategias de salud pública para reducir los daños que acompañan la toxicomanía y reasignar los recursos públicos como consecuencia.
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