Cuando aparecieron máquinas expendedoras de marihuana medicinal en un puñado de dispensarios de la región de Los Ángeles hace dos semanas, la atención de la prensa que recibieron fue enorme – tan enorme que fue escuchada en las entrañas de la burocracia antidroga de la ONU en Viena. Despierta de su sueño dogmático por el clamor, la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) de la ONU emitió una declaración el viernes pasado que decía que las máquinas violan los tratados internacionales sobre las drogas y que deberían ser apagadas.

[inline:vendingmachine.jpg align=left caption="máquina expendedora de marihuana medicinal en CBS News"]“La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes está profundamente preocupada por informes de que máquinas expendedoras computadorizadas para suministrar cannabis (marihuana) han sido puestas en funcionamiento en Los Ángeles”, dijo Philip Emafo, director de la JIFE, en su declaración. “Sabemos que el consumo de cannabis es ilegal conforme a la legislación federal de los Estados Unidos y sabemos que las autoridades detendrán dichas actividades, que contravienen a los tratados internacionales de fiscalización de las drogas”, añadió.

El gobierno federal puede no reconocer la marihuana medicinal, pero ella es legal según la legislación estadual. Hasta el momento, no hay indicios de que proveerla vía máquinas expendedoras viole las leyes del estado sobre la marihuana medicinal, mucho menos los tratados internacionales que prohíben solamente el consumo no medicinal. Y hasta ahora la DEA no ha tomado providencias contra ellas.

Las máquinas han aparecido en tres dispensarios angelinos y los simpatizantes dicen que son convenientes para los pacientes, seguras y pueden proveer marihuana medicinal a precios más bajos. Los pacientes aptos que deseen utilizar las máquinas expendedoras deben proporcionar documentación y huellas dactilares al dispensario, que luego les expide una tarjeta para que la inserten en la máquina.

Aunque la JIFE reiterara que la marihuana es ilegal conforme a la legislación federal, también parecía dar a entender que si la marihuana fuera a ser utilizada, su consumo debería ser fiscalizado por una agencia federal. “Las medidas de fiscalización aplicadas en California para el cultivo, producción y consumo de cannabis no cumplen los patrones de fiscalización instaurados en el Convenio de 1961 para prevenir el desvío de drogas narcóticas para el consumo ilícito”, dijo la JIFE. “Dichos patrones exigen, inter alia, la fiscalización del cultivo y de la producción de cannabis de parte de una agencia nacional a cargo del cannabis, el mantenimiento de registros detallados y la información sobre las actividades con cannabis, incluso informando a la JIFE”.

La JIFE también hizo esfuerzos para señalar que “acoge bien la investigación científica sensata sobre la utilidad terapéutica del cannabis”, pese a que afirmara que “hasta el momento, los resultados de la investigación respecto a la posible utilidad terapéutica hayan sido limitados”. Pero, en el mismo aliento, pasó a quejarse de que Canadá y los Países Bajos hayan autorizado la marihuana medicinal “sin informar resultados conclusivos de investigación a la OMS” y que “el cannabis es consumido para fines medicinales en algunas jurisdicciones de los Estados Unidos sin tener prueba definitiva de su eficacia”.

Falta ver si los “recelos” de la JIFE incitarán providencias ya sea de las autoridades federales, ya sea de las estaduales. Pero con cada nuevo dispensario, cada nuevo servicio de entrega, cada innovación empresarial como las máquinas expendedoras, el sector de la marihuana medicinal hace cada vez más parte del tejido social del Golden State. Puede ser demasiado tarde para que alguien lo pare – aun la ONU.