Reportaje: Es más seguro ser policía que granjero

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A excepción de 2001, cuando los ataques de 11 de septiembre causaron un repunte marcado en las muertes de policías, el año pasado fue el más mortífero para la policía en casi dos décadas. De acuerdo con la Officer Down Memorial Page, 181 oficiales murieron en el cumplimiento del deber el año pasado, un alza con relación a los 147 en 2006.

Pero aunque las agencias del orden, favorecidas por los medios masivos, fueran rápidas en enfatizar las cifras y, en especial, un incremento de doble dígito en el número de policías muertos por armas de fuego, cerca de mitad (82) de todos los oficiales muertos fallecieron en incidentes de tráfico. Ocho cayeron muertos de ataques cardíacos o insolación, siete más murieron de enfermedades relacionadas con el 11 de septiembre, cinco fueron explosionados en Irak, tres murieron en accidentes de avión, tres fallecieron en otros accidentes, dos sufrieron caídas mortales, dos murieron en sucesos relacionados con el tiempo y uno de picadura de avispa.

Ningún policía fue listado por haber sido muerto por cuchillos, porras u otras armas blancas. A decir verdad, unos 64 oficiales fueron muertos por sospechosos armados – un alza con relación a los 50 asesinados intencionalmente con armas de fuego el año pasado – y otros cuatro fallecieron de heridas de bala accidentales.

“Es de interés de la ley retratar la profesión como si fuera peligrosa”, dijo el Dr. Victor Kappeler, profesor de justicia penal en la Universidad de Kentucky Este. “Los beneficia en términos de apoyo público cuando negocian salarios y presupuestos. Cuando los medios informan sobre oficiales muertos en el cumplimiento del deber, la gente piensa en ciudadanos atacando a la policía, pero la mayor parte de estas muertes es por accidentes. El ser policía simplemente no es una de las ocupaciones más peligrosas”.

En verdad, ni siquiera está en las diez más. De acuerdo con la Agencia de Estadísticas del Trabajo, era mucho más peligroso ser pescador en océanos, leñador, metalúrgico estructural, basurero, granjero, electricista, camionero, labrador o albañil que oficial de la ley. Los pescadores fueron muertos en el trabajo a un índice de 118 por 100,000, en tanto que, para policías, esa cifra fue de apenas 18,2.

Aun cuando se trata de hombres de la ley abatidos a tiros por criminales, de manera un poco sorpresiva, no hay narcotraficantes matando a nuestros oficiales de la policía a tiros. Pese a años de charlas sobre traficantes peligrosos y fuertemente armados y la amenaza que suponen a la policía, una reseña de la Crónica de todas las muertes de policías en los EE.UU. en 2007 descubrió que apenas un puñado estaba relacionado con la imposición de la ley sobre las drogas. Eso no es una aberración; el año pasado nosotros informamos cifras parecidas y es un patrón que se sostiene a lo largo de los años.

He aquí los cinco casos que pudimos encontrar en que policías murieron imponiendo (o en razón de imponer) la prohibición de las drogas:

Calvin Jenks, policía estadual de tráfico de Tennessee, fue muerto a tiros el 06 de enero de 2007 después de hacer parar a dos adolescentes tejanos que iban en un auto lleno de marihuana;

Keith Dressel, detective de la Policía de Toledo en Ohío fue muerto a tiros cuando él y otro detective interrumpieron una transacción de drogas el 21 de febrero de 2007. Dressel había sido asignado a la Brigada Antivicio/Antidroga;

Mark Timothy Nix, cabo sénior de la Policía de Dallas, fue muerto a tiros el 23 de marzo de 2007 mientras intentaba aprehender a un hombre buscado por un asesinato en un hueco de drogas;

José Fontánez-Correa, agente de la Policía de Puerto Rico, fue muerto a tiros el 22 de mayo de 2007 mientras intentaba arrestar a un sospechoso en un área de intenso narcotráfico;

Sergio Carrera, policía de Rialto en California, fue muerto a tiros el 18 de octubre de 2007 mientras ejecutaba una orden de registro en un bloque de pisos durante una redada antidroga.

De estos cinco casos, se puede decir que tres son casos de policías muertos mientras imponían directamente las leyes sobre las drogas – los dos baleados mientras intentaban hacer compras de drogas y el que fue muerto durante una redada antidroga. El guardia de tráfico estaba manifiestamente imponiendo las leyes de tráfico y el oficial de Dallas intentaba atrapar a un asesino.

Considerando que hubo aproximadamente 1.8 millón de arrestos por delitos de drogas en 2006 y se supone que una cifra ligeramente más alta el año pasado, vemos que hay una baja policíaca para cada 360.000 arrestos por delitos de drogas más o menos.

“Los medios tienden a retratar la imposición de la ley como si fuera mucho más peligrosa de lo que realmente es”, dijo Kappeler. “El típico policía de TV ve más acción en una hora que un policía de verdad en una carrera entera. En promedio, probablemente tienes que trabajar 140 años en la ley antes que tengas que valerte realmente de fuerza letal y muchos años más que eso antes que ella sea empleada contra ti”.

Pese a toda la charla de las fuerzas del orden sobre cómo ellas van en contra de narcotraficantes fuertemente armados y que, así, necesitan recurrir a tácticas policíacas a la SWAT en redadas antidrogas rutinarias, apenas un policía murió en un allanamiento de ese tipo en los EE.UU. el año pasado.

Pero aun así siguen los allanamientos de la SWAT, bien como las fatalidades, pero son los civiles quienes están muriendo. El último ejemplo sucedió hace apenas dos semanas, cuando un miembro del equipo de la SWAT de Lima en Ohío, que ejecutaba una orden de registro de drogas, mató a tiros a Tarika Wilson, de 26 años, e hizo volar el dedo de un bebe de 14 meses que llevaba en sus brazos cuando fue muerta.

“No creo que eso quería el policía de Ohío”, suspiró Jack Cole, un detective antinarcóticos jubilado de Nueva Yérsey que ahora es director ejecutivo de Law Enforcement Against Prohibition (LEAP, por la sigla en inglés).

Pero si fundamos nuestras tácticas de imposición de la ley en mitos sobre los peligros de la vigilancia policíaca en vez de echar un vistazo a las realidades, eso es lo que vamos a seguir teniendo. Ciudadanos inocentes seguirán sufriendo las consecuencias de preocupaciones exageradas por la seguridad de los policías y la guerra contra las drogas se cobrará aún más bajas.

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