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Editorial: La otra guerra de Obama

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Matthew Robinson, redactor invitado

En calidad de comandante en jefe, ahora el presidente Barack Obama debe supervisar nuestras guerras en Irak y Afganistán. En calidad de presidente, también es responsable por otra guerra, una que ha durado más y ha sido más costosa en términos de dólares gastados y vidas perdidas.

El Gabinete de Política Nacional de Fiscalización de Drogas (ONDCP, por sus siglas en inglés) es una agencia del Poder Ejecutivo en la Casa Blanca. De acuerdo con su sitio web (en inglés), el ONDCP se hace cargo de fijar las políticas, prioridades y objetivos de todas las políticas estadounidenses de fiscalización de la droga. Y ahora Obama está a la cabeza del ONDCP.

Entre las metas del ONDCP figuran la reducción del consumo de drogas ilícitas, la manufactura y tráfico de drogas, la delincuencia relacionada con la droga y la violencia y las consecuencias sanitarias provenientes de la droga. La investigación ha demostrado que el ONDCP constantemente no ha logrado cumplir estas metas desde que lo crearon en noviembre de 1988.

propaganda hace mucho – el informe Estrategia Nacional de Fiscalización de Drogas del ONDCP
El consumo de drogas ilícitas no ha bajado durante la incumbencia del ONDCP, las drogas todavía son de fácil acceso y la verdad es que las drogas ilícitas son más peligrosas ahora que aun durante el apogeo del consumo de drogas en 1979. La delincuencia y la violencia han caído considerablemente, pero la investigación criminológica muestra que esto es atribuible en gran parte a factores que no pertenecen a la justicia penal, como una mejora en la economía y una población que envejece.

A despecho de esto, cada año cuando publica su Estrategia Nacional de Fiscalización de Drogas, el ONDCP sigue “vendiendo” la lucha contra la droga al decir que es eficaz, compasiva y equilibrada, pese a que no sea ninguna de estas cosas. Mi investigación ha mostrado que el ONDCP ha inducido al Congreso de EE.UU. y a los contribuyentes estadounidenses al error en cuanto al hecho de que, en gran parte, la lucha contra la droga ha fracasado.

Por ejemplo, el ONDCP se centra casi exclusivamente en las disminuciones a corto plazo en el consumo informado por los jóvenes e ignora los aumentos en algunas drogas de parte de los jóvenes y también las tendencias a largo plazo y el consumo de drogas de los adultos. Además, afirma que las políticas de fiscalización de la droga de EE.UU. son equilibradas pese a que el presupuesto esté inclinado claramente a favor de tácticas reactivas y concentradas en la oferta como el gasto interior con la fuerza pública y los militares en vez de métodos proactivos concentrados en la demanda como la prevención y el tratamiento.

Los críticos de la lucha contra la drogas han señalado correctamente que las medidas más eficaces y económicas son mensajes de prevención honestas y elaboradas con cuidado y programas de tratamiento de la toxicomanía bien dotados de personal. Empero, el 65 por ciento del presupuesto de fiscalización de la droga para el Año Fiscal 2009 está destinado a las medidas menos eficaces de represión legal interior, interceptación y gasto en el extranjero en comparación con solamente un 35 por ciento para la prevención y el tratamiento. Además, en realidad, estas cifras subestiman la suma invertida en estrategias reactivas de fiscalización de las drogas pues no cuentan las decenas de miles de millones de dólares gastadas cada año con el arresto, el enjuiciamiento y el castigo de los infractores de la legislación antidroga.

En la noche en que Barack Obama aceptó el nombramiento del Partido Demócrata para concurrir a la presidencia de EE.UU., dijo que “rebuscaría el presupuesto federal línea por línea para eliminar programas que ya no funcionan y hacer que los que sí necesitamos funcionen mejor y cuesten menos, porque no podemos hacer frente a los retos del Siglo XXI con una burocracia del Siglo XX”. El ONDCP es una agencia endeble que necesita ser totalmente renovada.

En la Estrategia Nacional de Fiscalización de Drogas del 2009, el ONDCP reporta que las puntuaciones de la Herramienta de Clasificación de Evaluación de Programas (PART, por sus siglas en inglés) del Gabinete de Administración y Presupuesto para más de 20 programas de fiscalización de la droga habían sido publicadas. La PART clasifica el objetivo, la planificación, la administración y los resultados de un programa para determinar su eficacia en una escala de 0 a 100. Lo que el ONDCP no reporta son sus puntuaciones. Las puntuaciones para los resultados son: 42 (Programa de Apoyo a Comunidades Sin Drogas); 33 (Áreas de Alta Intensidad de Tráfico de Drogas); 11 (Programa de Transferencia de la Tecnología Antidroga); 7 (Investigación y Fomento Antidroga); y 6 (Campaña Mediática Antidroga Nacional para los Jóvenes). Sí, eso es de 100.

De acuerdo con el presupuesto declarado del ONDCP, gastamos más de US$ 14 mil millones cada año con las políticas nacionales de fiscalización de la droga; de hecho, el verdadero costo es mucho más alto. Pero una cosa es clara – gran parte de este gasto es desperdiciada en programas ineficaces. Además, más de US$ 420 millones son gastados con el mismo ONDCP, una agencia no transparente y deshonesta del Ejecutivo.

Obama afirma que su administración será transparente y honesta y que las políticas que llevará a cabo serán comprobadas. Entonces he aquí una posibilidad enardecedora para que Obama cumpla con su palabra. Para ello, debe acoger a expertos en toxicomanía en la Casa Blanca, escucharlos y leer sus obras.

La gran mayoría de los expertos en toxicomanía le dirá a Obama que la lucha contra la droga ha sido un tremendo fracaso. Hemos desperdiciado cientos de miles de millones de dólares bajo la dirección del ONDCP en busca de políticas y programas que no solamente no logran reducir significativamente la oferta y el consumo de drogas ilícitas, sino que también nos cuestan miles de vidas cada año. Continuar gastando dinero con estas políticas y programas es como tirar dinero a la basura. Considerando la situación de la economía, simplemente no podemos justificar que sigamos en el mismo camino.

La buena noticia es la de que aun los conservadores en el Congreso de EE.UU. deben acoger bien un nuevo camino. A fin de cuentas, probablemente odian al gran gobierno más que Obama. Además, la lucha contra la droga es el gran gobierno fuera de sí e incontrolado.

Una mejor noticia aún es la de que hay alternativas más eficaces, incluso políticas con miras a prevenir la experimentación con el consumo de drogas entre los jóvenes, reducir los daños que acompañan el consumo de drogas ilícitas entre los adultos y disminuir la toxicomanía a través de abordajes de salud pública como el tratamiento.

La hora del cambio es ya. Con base en la selección de Obama para director del ONDCP – el jefe Gil Kerlikowske de la Policía de Seattle -, hay la esperanza de cambio en la dirección. Pese a que Kerlikowske haya estado hace 36 años en la fuerza pública – un profesional de la medicina o de la salud pública podría ser una opción mejor -, es defensor de la vigilancia policíaca orientada hacia la comunidad y de la inversión en la prevención de la delincuencia. Kerlikowske fue contra una medida electoral en Seattle para convertir la tenencia de marihuana en la prioridad más baja de la fuerza pública, pero también dijo que ya era una baja prioridad y los arrestos por tenencia de marihuana de su comisaría han caído considerablemente desde la promulgación de la medida. La marihuana medicinal es legal en Seattle y la ciudad gestiona cambios de jeringas y otros programas con base en la filosofía de la reducción de daños. Kerlikowske no ha sido un partidario declarado de esos programas, pero tampoco los ha obstruido.

Para que haya un verdadero cambio en la lucha contra la droga, Kerlikowske debe aprender de inmediato que ha heredado una agencia que constantemente no ha logrado alcanzar sus metas y decirle la verdad al pueblo estadounidense. Si Obama cree en políticas de fiscalización de la droga transparentes, honestas y comprobadas, le tocará a Kerlikowske, cuando lo confirmen, convertirlo en realidad.

Matthew Robinson es profesor de Estudios sobre Gobierno y Justicia en la Universidad Estatal Apalache. Es autor de nueve libros, incluso de Lies Damned Lies, and Drug War Statistics (SUNY Press, 2009).

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