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Reportaje: Producción afgana de opio cae un poco con relación a niveles plusmarquistas

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Con la ocupación occidental de Afganistán acercándose ahora de los siete años y plagada por una insurgencia cada vez más poderosa y mortífera revitalizada por los tremendos beneficios del tráfico de opio, funcionarios occidentales lograron un poco de consolación esta semana cuando las Naciones Unidas anunciaron que la producción de opio allá había caído un poco con relación al nivel plusmarquista del año pasado. Pero la pequeña caída sucede mientras el Talibán e insurgentes relacionados se fortalecen precisamente en las regiones en que más se cultiva la adormidera y, a lo mejor, la luz al final del túnel es apenas un rayo distante.

gráfico del cultivo de la adormidera afgana en 2008 del informe de la ONU
De acuerdo con el Sondeo de la Adormidera en Afganistán 2008 [Afghanistan Opium Survey 2008] de la Oficina de la ONU Contra la Droga y el Delito (ONUDD), lanzado el martes, la producción afgana total de adormidera este año será de 7.500 toneladas métricas, una caída de 6% con relación al récord histórico de 8.200 toneladas del año pasado. Además, conforme al sondeo, la cantidad de tierra dedicada a la producción de la adormidera cayó el 19%. La ONU dijo que el cultivo total se había reducido menos que la cantidad de tierra porque los agricultores en las principales provincias productoras de adormidera estaban teniendo cosechas extraordinarias.

La ONU atribuyó la caída en la producción a las condiciones de sequía y las labores de un pequeño número de gobernadores afganos y líderes tribales y religiosos para persuadir a los agricultores a desistir del cultivo ilícito. También hizo alarde de que el número de provincias sin opio en el país había aumentado de 13 para 18, pese a que dejara de mencionar que, en muchos casos, los agricultores en aquellas provincias simplemente pasaron del cultivo de la adormidera al del cannabis.

Este año, casi todo el cultivo de adormidera – cerca del 98% - se encuentra concentrado ahora en siete provincias al suroeste de Afganistán que abrigan asentamientos talibanes permanentes y son la sede de carteles del narcotráfico vinculados que pagan tributo a varias facciones del Talibán sobre sus transacciones con el opio. El Talibán gana entre $200 y $400 millones al año con la tributación de los agricultores y comerciantes de la adormidera, dijo Costa a principios de este año. En el informe, Costa hizo referencia a la Provincia de Helmand, una de las que más están dominadas por el Talibán en el país. “El ejemplo más manifiesto es el de la Provincia de Helmand, donde se cultivaron 103.000 hectáreas de adormidera este año – dos tercios de toda la adormidera en Afganistán”, escribió Costa. “Si Helmand fuera un país, sería otra vez el productor más grande de drogas ilícitas del mundo”.

La ONU dijo que la erradicación manual casi no desempeñó ningún papel en la caída, afectando solamente cerca del 3% del cultivo. Lo que la erradicación manual sí logró fueron las muertes de unos 77 trabajadores y policías antidrogas en las manos de insurgentes y agricultores molestos. El miércoles Costa le dijo al presidente afgano Hamid Karzai que debería abandonar la erradicación manual por ser inútil y aun contraproducente.

Aunque la producción afgana de la adormidera haya caído un poco, aún supera la demanda mundial por sus productos finales ilícitos. Y tras varios años de cultivos más grandes que la demanda mundial, es probable que los comerciantes afganos estén almacenando enormes reservas de opio, entonces aunque se redujera la producción considerablemente, eso no causaría un desorden significativo en los mercados mundiales de opio y heroína.

Con todo y eso, con las noticias de la guerra desde Afganistán por lo visto cada vez peores de día en día, funcionarios de la ONU y del Occidente estaban ansiosos por abalanzarse sobre cualquier buena noticia que pudieran encontrar. “Las aguas de la inundación de opio en Afganistán han empezado a bajar”, escribió en el informe Antonio Maria costa, director ejecutivo de la ONUDD, sedeada en Viena. “Este año, la marca histórica del nivel máximo del agua de 193.000 hectáreas de adormidera cultivada en 2007 ha caído el 19 por ciento para 157.000 hectáreas”.

Phil Smith, editor de la Crónica, entrevistó a ex agricultores afganos de adormidera en las afueras de Jalalabad en el segundo semestre de 2005
El gobierno Bush aclamó el informe, diciendo que proporcionaba una justificación para sus criticadísimas políticas antidrogas en el país. Pero un vocero del Departamento de Estado de EE.UU. le dijo al Washington Post que “la amenaza de la droga en Afganistán sigue inaceptablemente alta. Estamos particularmente preocupados por la deterioración en las condiciones de seguridad al sur, donde predomina la insurgencia”.

La Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés), encargada de las labores para proveer el desarrollo alternativo a agricultores como parte de la estrategia general estadounidense de lucha contra la droga y la insurgencia, también buscó una perspectiva consoladora en las nubes de tormenta sobre Afganistán. Sus trabajos están “dándole frutos a Afganistán en la guerra contra la producción de adormidera”, dijo en un comunicado de prensa el martes.

El Ministerio de Relaciones Exteriores británico también sumó su voz, siendo que Lord Malloch-Brown, ministro de Asuntos Exteriores, sacó una declaración que les daba la bienvenida a los hallazgos del informe. “Esto muestra que la Estrategia de Fiscalización de la Droga del gobierno afgano está empezando a arrojar dividendos”, dijo.

Con todo, Malloch-Brown advirtió que aún faltaba mucho. “Sin embargo, no puede haber complacencia”, dijo. “Afganistán todavía es el abastecedor más grande de heroína del mundo. Altos niveles de cultivo están concentrados en el inestable sur, donde trabajamos con el gobierno de Afganistán, los gobernadores de la zona y colaboradores internacionales para construir seguridad y gobernanza”.

Otros observadores no gubernamentales fueron mucho menos optimistas respecto a lo que significaba la pequeña caída en la producción de opio. “Creo que no se ha hecho ningún progreso real”, dijo Raheem Yaseer, director adjunto del Centro de Estudios sobre Afganistán de la Universidad de Nebraska en Omaha. “Pero se ha invertido tanto dinero y presión que sienten que tienen que justificar sus labores. Es verdad que el cultivo ha terminado en algunas provincias, pero otras regiones lo están compensando”.

Gran parte del problema es que demasiados actores importantes están involucrados y obteniendo beneficios con el tráfico, dijo Yaseer. “Hay muchísima gente principal y poderosa involucrada – personas influyentes en el gobierno afgano y junto a gobernadores, parlamentarios, comandantes de la policía provincial – y a menos que las supriman, nada cambiará. Hay mucha preocupación, pero el negocio es caliente y todos ganan dinero”, dijo.

Yaseer también indicó la capacidad cada vez más grande de los insurgentes para causar desorden. “La seguridad es horrible, se pone cada vez peor precisamente en esas regiones de cultivo y donde la seguridad se empeora hay más oportunidades para el negocio de la droga”, dijo. “Todos se aprovechan de la falta de seguridad y del caos”.

El informe de la ONUDD da una “falsa esperanza” solamente, dijo el Consejo de Senlis, el comité de expertos parisino sin ánimo de lucro que trata de las cuestiones de la droga y de la seguridad y que hace mucho ha propuesto acaparar los cultivos ilícitos de adormideras y desviarlos para el mercado medicinal lícito como manera de poder con la producción ilícita y el sustento a la violencia política que proporciona.

“El opio es el cáncer que destruye el sur de Afganistán”, dijo Emmanuel Reinert, el director ejecutivo del grupo en una declaración el miércoles. “Las actuales políticas de lucha contra los estupefacientes no tratan de la pérdida de las provincias sureñas para el doble azote de la producción de adormideras y del terrorismo”.

La disminución del cultivo de adormideras surtirá un efecto mínimo en el narcotráfico, dado el crecimiento exponencial de la producción de opio desde 2002. “Esta reducción no pasa de una ola en el océano”, añadió Reinert. “Sin un cambio urgente de dirección en las políticas de lucha contra los estupefacientes del país, la comunidad internacional no logrará prevenir la consolidación de la producción de opio al sur del país ni la consolidación del Talibán, financiado por el tráfico de drogas ilegales”.

En vez de empujar a los agricultores hacia los brazos pacientes del Talibán y de grupos insurgentes relacionados al buscar la erradicación de cultivos, el Occidente y el gobierno afgano deberían revisar la propuesta del Consejo de Senlis, rechazada de inmediato cuando presentada en 2005, dijo Gabrielle Archer, analista de políticas de Senlis. “Está claro que se exige una solución sostenible a largo plazo para resolver la crisis del opio de Afganistán – y prevenir la financiación de la insurgencia por el cultivo ilegal”, dijo. “La Adormidera para Medicina permitiría que los agricultores diversificaran sus cultivos y le daría a Afganistán una oportunidad de hacer parte de un sector farmacéutico legal. Necesitamos que el pueblo afgano pase a nuestro lado si es que vamos a tener éxito allá y esta iniciativa haría mucho para recobrar las simpatías muy necesarias, que serían altamente benéficas para nuestros efectivos que luchan allá”.

Las simpatías de la población afgana se vuelven cada vez más contra el Occidente y la ocupación del país de parte de tropas extranjeras, advirtió Yaseer, lo que provoca una serie aparentemente interminable de incidentes en que civiles afganos han sido muertos por fuerzas de la coalición, siendo que los últimos fueron las muertes reportadas de 90 civiles – 60 de ellos niños – en un bombardeo de la OTAN la semana pasada. Ese ataque incitó al presidente afgano Hamid Karzai a pedir esta semana una reevaluación de la presencia militar extranjera en su país.

“Cada día hay nuevos alborotos en el Parlamento y en los concejos locales”, dijo Yaseer. “Dicen que no hay diferencia entre los soviets y las fuerzas de coalición. Bombardean pueblos enteros en plena noche porque oyen decir que hay cuatro o cinco talibanes allá. Esas matanzas siguen sucediendo todo el tiempo y la gente está molesta con eso. Todo esto está pasando rapidísimo ahora. ‘¿Por qué han traído esta guerra a Afganistán?’ pregunta la gente. La brecha entre el pueblo y el gobierno está aumentando todos los días”, dijo Yaseer.

Con las bajas militares de la coalición en alza, el Talibán enriquecido con los beneficios del opio y cada vez más agresivo y la hostilidad creciente hacia el Occidente en la población afgana, un pequeño bache en la producción de opio no parece tan impresionante.

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