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Reportaje: Las políticas de drogas y el voto de la reforma en las elecciones presidenciales

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A menos de un mes de las elecciones presidenciales, el candidato demócrata Barack Obama parece listo para la victoria, de acuerdo con las encuestas más recientes, pese a que la disputa no esté ni mucho menos concluida. Desde el principio de la campaña, la reforma de las políticas de drogas apenas ha aparecido en los discursos, una situación que se ha puesto aún más pronunciada al paso que el país se desliza hacia una crisis económica y los medios noticiosos se concentran obsesivamente en los dos candidatos de grandes partidos, en sus campañas y en sus reacciones a la crisis.

la Casa Blanca
Pese al silencio en el ámbito presidencial, surge un consenso en EE.UU. de que la guerra contra las drogas es un fracaso - el 76% de los encuestados en una encuesta Zogby la semana pasada dijo que sí – y hay varios candidatos a la presidencia cuyas plataformas sobre las políticas de drogas cautivan de veras a los reformadores de las políticas de drogas. Como un candidato de grande partido u otro constituye ventajas claras en la mayor parte de los estados, las elecciones presidenciales serán decididas en un puñado de estados en disputa y eso quiere decir que los reformadores de las políticas de drogas en los estados restantes tienen la opción de votar en candidatos cuyos puntos de vista se asemejan a los suyos sin poner en riesgo las posibilidades de su candidato de grande partido favorecido.

Cuando se trata de los sustentáculos básicos de las políticas de drogas estadounidenses, los senadores McCain y Obama son parecidos y no reformistas. Sin embargo, cuando se trata de algunos detalles importantes, aparecen las diferencias. Las semejanzas están bien demostradas en las respuestas de los candidatos a un cuestionario de la Asociación Internacional de Jefes de Policía sobre sus puntos de vista acerca de las políticas de drogas, entre otras cuestiones. Vale la pena leer la pregunta y sus respuestas en su totalidad:

“La toxicomanía y el narcotráfico siguen siendo un problema a que oficiales de las fuerzas públicas estatal, municipal y tribal hacen frente todos los días. ¿Cómo usted aseguraría que los programas de represión, prevención y tratamiento reciban recursos y ayuda iguales para combatir este problema cada vez más grande?” preguntaron los jefes de policía.

He aquí la respuesta de McCain:

“Los estupefacientes ilegales son un azote que he combatido durante toda mi carrera como legislador y creo que esta lucha debe empezar con la prevención y la represión. Por eso introduje la Ley Antitoxicomanía de 1988 [Anti Drug Abuse Act of 1988] durante mi primer mandato en el Senado de EE.UU. y fui a favor de la Ley de Fronteras Sin Drogas de 1999 [Drug Free Borders Act of 1999], que autorizó más de $1 billón en fondos para reforzar nuestra capacidad de impedir que las drogas pasen por nuestras fronteras y puertos al mejorar la tecnología y expandir nuestras fuerzas de interceptación. Como presidente, continuaría con estas labores para asegurar que los niños de nuestro país se encuentren protegidos de la influencia de las drogas ilegales y que lleven a los vendedores de drogas a la Justicia por sus delitos.

“También debemos percibir que el tratamiento es un elemento importante de la misión para erradicar la toxicomanía. Fui a favor de la Ley de la Segunda Oportunidad [Second Chance Act], que autorizó hasta $360 millones para programas de reinserción de infractores en 2009 y 2010. El año pasado, aproximadamente 750.000 reclusos fueron libertados y devueltos a nuestras comunidades y normalmente la mitad regresará a prisión. La Ley de la Segunda Oportunidad financia programas que preparan a prisioneros para la transición de la prisión a la sociedad al proporcionar capacitación profesional, mentores, asesoramiento y más. Algunos programas informan que han reducido los índices de reincidencia en un 50%. Estos programas pueden ahorrar cientos de millones de dólares al contribuyente estadounidense. Por término medio, el costo anual de encarcelar a un preso excede los $20,000 – una cifra que aumentó seis veces entre 1982 y 2002. Como presidente, creo que debemos ser a favor de tener padres con hijos en la casa en lugar de la prisión, ex reclusos trabajando y pagando impuestos y ciudadanos contribuyendo en vez de quitarle a la comunidad”.

He aquí la respuesta de Obama:

“Hace mucho que el narcotráfico ha sido un azote contra nuestra sociedad y necesitamos políticas de drogas nacionales que se concentren en afrontar nuevas amenazas con medidas de represión al paso que estipulan programas robustos de prevención y tratamiento. Todos estos tres componentes – la represión, la prevención y el tratamiento – son cruciales para una estrategia nacional completa de fiscalización de las drogas y cada uno será una parte fundamental de mi agenda en un gobierno Obama-Biden. Financiar el Programa de Subvenciones Byrne de Ayuda a la Justicia (Byrne-JAG, por su sigla en inglés) es esencial para evitar despidos y cortes en la fuerza pública para cientos de labores antidrogas y antipandillas por todo el país. El gobierno ha propuesto constantemente cortar o eliminar la financiación del Programa Byrne-JAG, que financia labores antidrogas y antipandillas por todo el país. El Byrne-JAG también financia programas de prevención y tratamiento de la toxicomanía que son cruciales para reducir la demanda estadounidense de drogas. Desde 2000, se ha cortado este programa en más del 83 por ciento. Estos cortes amenazan cientos de destacamentos de lucha contra la droga y las pandillas que actúan en varias jurisdicciones – muchos de los cuales tardaron años para ser creados y desarrollados. En Illinois, mi estado de procedencia, se ha empleado las subvenciones Byrne para financiar efectivamente a destacamentos antimetanfetamina y he luchado con coherencia por más fondos para este programa. Como presidente, voy a restituir los fondos a este programa crucial.

“Por último, es importante que tratemos de los problemas de criminalidad y seguridad en Latinoamérica que claramente se desparrama por Estados Unidos en términos de acciones de pandillas y narcotráfico, por eso introduje un plan abarcador para promover la seguridad regional en las Américas en junio. Les ordenaré a mis ministros de Justicia y Seguridad Nacional que se reúnan con sus homólogos latinoamericanos y caribeños en el primer año de mi presidencia para presentar una estrategia regional para combatir el narcotráfico, las acciones interiores y transnacionales de las pandillas y el crimen organizado. Un pacto hemisférico sobre la seguridad, la criminalidad y la droga va a permitir que Estados Unidos, Latinoamérica y el Caribe hagan progreso en metas serias y mensurables de reducción de la demanda de drogas al paso que se fomenta la cooperación sobre la inteligencia y se investiga la actividad criminosa. Estados Unidos también trabajará para fortalecer la fuerza pública civil y las instituciones judiciarias en la región al promover salvaguardias anticorrupción y reformas en la policía.

“También apoyaré las labores de nuestros estados fronterizos para fomentar la cooperación y el compromiso constructivo con la región. Arizona, por ejemplo, ha firmado acuerdos con Sonora, el estado mexicano con que hace frontera, para cooperar respecto a luchar contra la violencia en las fronteras y el narcotráfico. Estos acuerdos han resultado en el entrenamiento de detectives sonorenses para investigar transferencias bancarias utilizadas para pagar a contrabandistas en su estado; mejorar la comunicación por radio; y rastrear mejor a vehículos fugitivos y robados. La sociedad Arizona-Sonora – con base en el reparto de informaciones, la asistencia técnica y el entrenamiento – proporciona un modelo excelente para la cooperación regional en cuestiones de seguridad. Un gobierno Obama-Biden será a favor de estas iniciativas y trabajará para integrar estas labores en el pacto coordinado de seguridad de la región”.

Aunque las campañas de Obama y McCain difieran ligeramente en sus énfasis respecto a distintas cuestiones relacionadas con las políticas de drogas, hay más similitud que diferencia entre ellas. Las dos se refieren a las drogas en cuanto “azote”, las dos se jactan de sus logros antidrogas, las dos son a favor de los objetivos de EE.UU. en la lucha contra la droga al otro lado de la frontera y en el extranjero.

Pero pese a que haya mucha cosa para unir a Obama y McCain en un acuerdo total con la prohibición de las drogas, también hay diferencias, algunas de ellas considerables. Aunque ni Obama ni McCain sean a favor de la despenalización de la marihuana, Obama ya fue antes de cambiar de opinión durante la campaña electoral de este año. Hay que ver si la mudanza de Obama con relación a la despenalización revela más sobre sus buenos instintos iniciales o su oportunismo político.

Igualmente, como mostró el Sentencing Project en un informe de marzo sobre las posturas de los candidatos en materia de políticas de drogas y justicia penal, mientras que McCain ha apoyado sentencias mínimas obligatorias para “traficantes de drogas”, en 2003 Obama dijo en un debate de NAACP que “votaría en abolir” las mínimas obligatorias. Este año, Obama ha atenuado ligeramente su postura acerca de las mínimas obligatorias, diciendo en su sitio web: “Voy a revisar inmediatamente estas sentencias para ver dónde podemos ser más listos con relación a la criminalidad y reducir el almacenamiento ineficaz de infractores no violentos de la legislación antidroga”.

Pese a que Obama haya cambiado de rumbo hacia el centro (léase: derecha) durante la temporada de campaña, otras de sus opiniones sobre las políticas de drogas siguen siendo superiores a las de McCain. Obama fue a favor de suspender la financiación federal de los cambios de jeringas; McCain no trató de ello. Obama apoya explícitamente a los juzgados de delitos de drogas; McCain no, aunque haya declarado que también cree que muchos usuarios de drogas – no traficantes - están en prisión. Obama fue a favor de reducir la disparidad entre los infractores por polvo y piedra de cocaína, aun patrocinando un proyecto que igualaría las condenas; McCain no ha tratado del asunto. Obama ha dicho que detendría las redadas contra los pacientes consumidores de marihuana medicinal en California; McCain no lo haría. Obama ve las políticas de drogas en el contexto general de la justicia social; McCain no ha opinado sobre esa idea.

Con todo, compare las posturas de Obama y McCain en materia de políticas de drogas con las de los verdes, los libertarianos y la campaña de Ralph Nader y surgen las verdaderas diferencias – ante todo entre el consenso bipartidista en políticas de drogas y las campañas de las tres alternativas.

Para la ex diputada Cynthia McKinney (D-GA), quien ahora concurre como candidata presidencial del Partido Verde de EE.UU., la plataforma del Partido Verde muestra una clara agenda de reforma en las políticas de drogas:

“La fuerza pública pone demasiado énfasis en crímenes relacionados con las drogas y pequeños delitos callejeros y no lo suficiente en el enjuiciamiento de crímenes empresariales, de guante blanco y ambientales. Defraudar a alguien de las economías de toda una vida es un robo.

“Cualquier intento de combatir la criminalidad debe empezar con la restauración de la comunidad. Incentivamos abordajes positivos que construyan la esperanza, la responsabilidad y una sensación de pertenencia. Las prisiones deben ser la sentencia de último recurso, reservadas para los criminales violentos. Los condenados por delitos no violentos deben ser tratados por otros programas, incluso albergues, monitoreo electrónico, semilibertad, servicio comunitario y programas de restitución. La toxicomanía debe ser tratada como problema de salud que exige tratamiento, no prisión, y un examen toxicológico reprobado no debe resultar en la revocación de la condicional. Los prisioneros encarcelados de la lucha contra la droga deben ser encaminados a los susodichos programas.

“Abrogar la legislación estatal de los 'Tres Strikes'. Devolver la discreción judicial a la condenación a diferencia de la condenación obligatoria. Detener la incautación de bienes de sospechosos no condenados. Eso es piratería de estado y la negación del debido proceso.

“Implementar una moratoria en la construcción de prisiones. Deben emplearse los fondos ahorrados en alternativas a la reclusión.

“Pedimos la despenalización de delitos sin víctimas. Por ejemplo, la tenencia de pequeñas cantidades de marihuana.

“Pedimos la legalización del cáñamo industrial y de todos sus muchos usos.

“Pedimos un fin a la ‘guerra contra las drogas’. Somos a favor de expandir el asesoramiento y el tratamiento".

Igualmente, el ex diputado federal Bob Barr (R-GA), que concurre como candidato del Partido Libertariano, también tiene una plataforma sólida sobre la reforma de las políticas de drogas:

“Los individuos deben ser libres para hacer las opciones para sí mismos y aceptar la responsabilidad por las consecuencias de las opciones que hacen. Ningún individuo, grupo o gobierno puede poner en marcha la fuerza contra cualquier otro individuo, grupo o gobierno. Nuestro apoyo al derecho del individuo de hacer opciones en la vida no quiere decir que aprobemos o reprobemos necesariamente esas opciones.

“Somos a favor de las protecciones proporcionadas por la Cuarta Enmienda para estar seguros en nuestras personas, hogares y propiedades. Solamente las acciones que infrinjan los derechos ajenos pueden ser calificadas adecuadamente de crímenes. Somos a favor de la revocación de todas las leyes que creen ‘crímenes’ sin víctimas, como el consumo de drogas para fines médicos o lúdicos.

“El gobierno existe para proteger los derechos de cada individuo, incluso la vida, la libertad y la propiedad. Las leyes criminales deben quedar limitadas a la violación de los derechos ajenos por fuerza o fraude o acciones intencionales que pongan involuntariamente a los demás en riesgo considerable de perjuicio. Los individuos retienen el derecho a asumir voluntariamente el riesgo de perjuicio para sí mismos… Somos contra la reducción de las salvaguardias constitucionales de los derechos de los acusados en materia criminal.

“Las políticas de relaciones exteriores de Estados Unidos deben intentar lograr que Estados Unidos esté en paz con el mundo y su defensa contra el ataque del extranjero. Terminaríamos con la actual política del gobierno de EE.UU. de intervención en el extranjero, incluso la ayuda militar y económica. Reconocemos el derecho de todos los pueblos a resistir contra la tiranía y defender a sí mismos y sus derechos. Condenamos el empleo de la fuerza y especialmente el uso del terrorismo contra los inocentes, aunque dichos actos sean cometidos por gobiernos o grupos políticos o revolucionarios". [Ed.: Es de suponer que partes de esta plataforma tienen vínculos con la lucha contra la droga internacional impuesta por EE.UU.]

Como los verdes y los libertarianos, la campaña de Ralph Nader posee una plataforma concreta respecto a la reforma en las políticas de drogas, como sugiere su título, “La guerra fracasada contra las drogas”:

“La campaña Nader es a favor de terminar con la guerra contra las drogas y reemplazarla por un abordaje centrado en el tratamiento y la prevención con base en la salud. La imposición de la legislación antidroga es injusta en términos raciales y la disolución de la lucha contra la droga empezaría a hacer las especies de cambios necesarias en nuestro sistema de justicia penal.

“De acuerdo con el Sondeo Nacional federal del consumo de drogas, 'la mayoría de los actuales consumidores de drogas ilícitas es blanca. Había un cálculo de 9.9. millones de blancos (el 72 por ciento de todos los usuarios), 2.0 millones de negros (el 15 por ciento) y 1.4 millón de hispanos (el 10 por ciento) que eran actuales consumidores de drogas ilícitas en 1998'. Y, con todo y eso, los negros constituyen el 36,8% de los arrestados por violaciones de la legislación antidroga y más del 42% de los que están en prisiones federales por infracciones de la legislación antidroga. Los afroamericanos comprenden casi el 58% de los que se encuentran en prisiones estatales por delitos de drogas; los hispanos responden del 20,7%.

“La lucha contra la droga ha fracasado – gastamos casi $50 billones al año con la lucha contra la droga y, empero, los problemas relacionados con la toxicomanía siguen empeorando. Necesitamos reconocer que la toxicomanía es un problema de salud con consecuencias socioeconómicas. Por lo tanto, las soluciones son – salud pública, servicios sociales, fomento económico y tiempo de apoyo tierno con los adictos en nuestra sociedad despersonalizada. La fuerza pública debe estar al margen de la fiscalización de las drogas, no en el centro. Es tiempo de poner algunas drogas actualmente ilícitas dentro de la ley al regularlas, tributarlas y fiscalizarlas. Terminar con la lucha contra la droga va a reducir enormemente la criminalidad urbana, la violencia y los homicidios relacionados con el narcotráfico clandestino".

Pero así como los verdes y los libertarianos, Nader prácticamente no tiene ninguna posibilidad de vencer en algún estado. La mayor parte de las recientes encuestas presidenciales ni se toman la molestia de incluir a cualquiera de ellos aparte de Obama y McCain y la última encuesta que incluyó a los tres candidatos de partidos menores, la encuesta Angus-Reid de fines de julio, mostró que, juntos, McKinney, Barr y Nader sumaban el 10% de los votos. Nader obtuvo el 6%, Barr el 3% y McKinney el 1%.

Con todo, los reformadores de las políticas de drogas deben enfrentarse otra vez a la perenne pregunta: ¿Debo votar en un candidato de grande partido, quien es menos peor en políticas de drogas, o debo votar en un candidato que refleje mis puntos de vista sobre esta cuestión? Como es lógico, hay varias opiniones.

Kevin Zeese, un reformador veterano de las políticas de drogas, actuó como vocero de Nader durante la campaña de 2004 y postuló al Senado de EE.UU. en Maryland como nominado de los partidos Verde y Libertariano. Él todavía cree que la política de partidos terceros es la respuesta, le dijo a la Crónica.

“Hasta que los reformadores tengan el coraje de votar en lo que queremos, ¿por qué los demás lo tendrían? Ningún partido del duopolio va a acabar con la lucha contra la droga – ni siquiera están discutiéndola”, dijo. “El mejor duopolista escogió a un destacado halcón de la lucha contra la droga para vicepresidente. Sin duda, muchos esperan que Biden la juegue como Nixon en China y cambie radicalmente – pero es una esperanza bien ciega”.

Los reformadores de las políticas de drogas, especialmente aquéllos en estados en disputa, deberían mandar un mensaje a los grandes partidos, dijo Zeese. “Votar en Obama es un voto verdaderamente desperdiciado en un estado que no esté en disputa”, dijo. “Sabemos cómo el Colegio Electoral va a votar en 40 estados. Si no se está de acuerdo con Obama o McCain - ¿por qué votar en ellos en esos estados? Es importante que estos partidos vean que la gente no está satisfecha con ellos. Si se vota en Obama o McCain cuando no se está de acuerdo con ellos, entonces se manda una señal de conformidad. ¿Por qué cambiaría? Si se vota en contra suyo, saben que tienen que cambiar a fin de merecer su voto”.

Cliff Thornton, un antiguo reformador de las políticas de drogas que postuló al gobierno del Estado de Connecticut con una plataforma de reforma de las políticas de drogas como candidato del Partido Verde en 2006, estaba de acuerdo con Zeese. “McCain será más de lo mismo y la verdad es que no sé qué hará Obama”, dijo. “Señalemos nomás que Joe Biden fue uno de los arquitectos de las mínimas obligatorias. Si Obama gana, temo que tengamos que esperar hasta las próximas elecciones para ver algún progreso. Necesitamos apoyar las alternativas y un voto en un verde es un voto en un verde”, dijo.

Pero para Bill Piper, director de asuntos nacionales de la Drug Policy Alliance Network, el ala cabildera de la Drug Policy Alliance, las diferencias entre Obama y McCain respecto a las políticas de drogas, aunque marginales, son considerables. “En términos de reducir los daños vinculados tanto con las drogas como con la prohibición de las drogas, la diferencia entre Obama y McCain es grande”, argumentó Piper. “Obama es a favor de revocar la prohibición federal contra las jeringas, eliminar la disparidad en las condenas para delitos de piedra y polvo de cocaína, reformar las mínimas obligatorias y transferir recursos de la reclusión al tratamiento. McCain no ha dicho nada importante en uno u otro caso sobre programas de cambio de jeringas o la disparidad entre la piedra y el polvo por lo que veo, pero se ha burlado públicamente de los pacientes consumidores de marihuana medicinal y ha introducido una ley que, en esencia, prohíbe la metadona”.

Aunque admita que es difícil predecir cómo gobernará Obama o McCain, Piper arguyó que, como presidente, Obama tiene mucho más probabilidades de ocuparse de la reforma de las políticas de drogas. “En términos de ver un amplio abanico de reformas en el ámbito federal a lo largo de los próximos ocho años, ello parece mucho más probable con Obama que con McCain”, dijo.

Improbable, replicó Zeese. “Biden va a susurrar tonterías de la lucha contra la droga en sus oídos y su consumo de marihuana y cocaína en el pasado serán motivos para impedir que haga algo razonable”, predijo. “Lo mejor que podemos esperar de Obama es una dejadez benigna. Habrá muchas otras crisis interiores e internacionales que tratar, entonces las políticas de drogas no serán una prioridad en su agenda – ésa es una buena noticia -, porque Biden es la fuente de la mayor parte de lo que está mal en las políticas de drogas modernas. Ojalá se mantenga ocupado haciendo otra cosa”.

Además, dijo Piper, Obama no habla en terminar con la prohibición de las drogas, desmantelar el sector de las prisiones y llevar a carteles violentos del narcotráfico a la quiebra. “Solamente Barr, Nader y McKinney hablan de grandes reformas. Hablan en nombre del 76% de estadounidenses que dice que la guerra contra las drogas ha fracasado. Pero han sido excluidos de los debates y, en gran parte, han sido ignorados por los medios. Conozco a muchos reformadores de las políticas de drogas que van a votar en uno de ellos. Conozco a muchos, probablemente más, que van a votar en Obama y algunos que van a votar en McCain”.

En quién los reformadores de las políticas de drogas deben votar sigue siendo una pregunta complicada y personal, dijo Piper. “Hay muchas variables que considerar, incluso sopesar la posibilidad de ganancias importantes y graduales a corto plazo contra la necesidad de un cambio sistemático a largo plazo; ponderar la cuestión de saber si el cambio en las márgenes facilita u obstruye la gran transformación; decidir si la lucha contra la droga debe ser la única cuestión en que se vota o apenas una de muchas; pensar en los cambios políticos y culturales que tienen que ocurrir para derribar la prohibición y cómo esta elección cabe ahí; considerar en qué estado se vive; y forcejear con la propia conciencia”, dijo, marcando los temas a que hacen frente los votantes en la reforma de las políticas de drogas. “Creo que no hay una respuesta correcta”.

(Este artículo fue publicado por el ala cabildera de StoptheDrugWar.org, la Drug Reform Coordination Network o Red Coordinadora de la Reforma de las Políticas de Drogas, que también comparte los costes de mantener esta página web. La Fundación DRCNet no asume posturas respecto a candidatos a cargos públicos en conformidad con la sección 501(c)(3) del Código Tributario de Estados Unidos y no remunera reportajes que puedan ser interpretados o malinterpretados en ese sentido.)

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