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Policial: Las historias de policías corruptos de esta semana

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La vigilancia policíaca corrupta cubre toda la gama esta semana: de un ex jefe de policía preso por traficar drogas, un policía pillado por actuar como intermediario en una treta de soborno y unos policías mentirosos investigados por un juez federal a una cuadrilla de detectives pícaros que cuesta a su empleador un buen acuerdo y otro policía bellaco que ha sido prófugo de la Justicia durante los últimos cinco años. Vamos a ello:

En Schenectady, Nueva York, el 24 de septiembre un ex jefe de policía de Schenectady fue arrestado junto con su mujer por varios cargos de delitos de drogas. Gregory Kaczmarek, quien fue jefe de policía de 1996 a 2002, responde ante Justicia por múltiples acusaciones criminales de tenencia de cocaína y confabulación para distribuir marihuana en el segundo grado. Los cargos provinieron de una redada anterior que atrapó a Lisa Kaczmarek, el hijo del matrimonio y otras 20 personas en la región de Albany. Acusan a los Kaczmarek de recoger drogas en Long Island y venderlas en Albany. Kaczmarek ha sido perseguido por rumores de consumo de cocaína durante años y había negado ser cocainómano cuando lo nombraron jefe. Se jubiló en 2002 por un escándalo de corrupción no relacionado con las drogas.

En Midland, Pensilvania, el 25 de septiembre arrestaron a un policía de Pensilvania Occidental por actuar como arreglador para un sospechoso de delitos de drogas que ofrecía pagarle $5,000 al oficial que lo arrestaba para desaparecer con su cargo. Kenneth Williams, 54, un policía de medio tiempo en Midland e Industry, fue procesado por cargos de soborno y obstrucción a la aplicación de la ley. Conforme a la policía estatal, Williams ofreció el dinero a otro oficial de Midland en abril de 2007. Debía haber recibido $1,000 por agenciar el trato, pero todo lo que se consiguió fue ir preso.

En la Ciudad de Nueva York, un detective de la Policía de Nueva York y un alguacil adjunto federal fueron el tema de una vista judicial ayer para determinar si deberían ser enjuiciados por la procuraduría federal de EE.UU. por mentir en una vista probatoria en un caso de delitos de drogas. La vista sucede una semana después que el juez Nicholas Garaufis desestimó las pruebas en el caso de Edgar Matos al decir que encontraba la versión de los sucesos de los oficiales “una completa invención” que “desafía la credibilidad”. Adam Heege, detective de la Policía de Nueva York, y Dennis Tait, alguacil adjunto federal, atestaron que buscaban al primo de Matos en una investigación de homicidio y abordaron a Matos con calma, quien entonces se metió la mano en el bolsillo y botó bolsitas resellables que contenían drogas en su delante. Atípicamente, el juez escogió creerle a Matos – y el buen sentido – cuando Matos negó tirar las drogas al piso.

En Nueva Orleáns, la Ciudad de Nueva Orleáns ha ofrecido resolver una demanda cursada por tres hombres que dijeron que la policía plantó drogas en su edificio y los arrestó ilegalmente en 2002. El caso contra los hombres empezó a hacerse añicos cuando los cuatro detectives de la Policía de Nueva Orleáns involucrados en el caso se metieron en un lío propio y la ciudad sobreseyó las acusaciones en 2003. El allanamiento pareció aún más tosco después que abogados en la demanda civil obtuvieron testimonios de informantes que contradecían lo que los policías habían informado. Desde la redada, uno de los oficiales implicados, el detective Earl Razor, fue despedido de la corporación tras sacarse positivo para cocaína mientras era investigado por robar heroína de un narcotraficante bajo custodia de la policía. Un segundo, el detective Eric Smith, dimitió de la corporación en 2003 poco tiempo después de ser incriminado por robo de identidad por valerse de un número de identificación robado para arrendar un Corvette. Se confesó culpable después. William Marks, el detective principal en el caso, fue parado por un policía estatal de Illinois en noviembre de 2003 por exceso de velocidad en un vehículo prestado de la Policía de Nueva Orleáns. El oficial informó encontrar a dos mujeres en el auto - una de las cuales era una criminal condenada con una orden de detención pendiente de Chicago -, un porro parcialmente quemado y una pipa de marihuana debajo del asiento, así como un revólver 9 mm robado en el maletero. Despidieron a Marks después. El cuarto detective, Steven Payne, le había prestado el vehículo de la Policía de Nueva Orleáns a Marks y después fue despedido por tenencia de revólver robado. La Ciudad de Nueva Orleáns les ha ofrecido $85,000 a los demandantes para llegar a un acuerdo, y, si aceptan esa oferta, la ciudad se saldría con una ganga.

En Chicago, un agente antidroga prófugo de la Policía de Chicago sigue forajido cinco años después de desaparecer en vez de ir a juicio por ser el cabeza de una cuadrilla de policías pícaros que durante una década pillaban a narcotraficantes sin arrestarlos para robarles, traficar sus drogas y dinero y revender las drogas a otros traficantes. El sargento Eddie Hicks, tras 30 años de servicios prestados, era un agente superestrella que hizo decenas de redadas y salió impune por su secuencia de delitos hasta que cogieron a su cuadrilla y él en un operativo secreto en 2001. De acuerdo con los procuradores federales, Hicks y compañía robaron y extorsionaron cientos de kilogramos de marihuana y cocaína de sus víctimas traficantes, a veces fingiendo ser integrantes de una brigada de la DEA. Se lo busca por infracciones de RICO; confabulación, tenencia y distribución de sustancia fiscalizada; y no comparecencia. El FBI ofrece una recompensa de $5,000 por informaciones que lleven a su captura.

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