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Editorial: Perros rastreadores de drogas no tienen percepción extrasensorial o ¿qué les pasa a los jueces hoy día?

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David Borden, director ejecutivo

David Borden
Esta semana escribo un editorial que podía ser escrito casi cada semana. ¿Qué les pasa a los jueces hoy día?

En Washington, un estado en que la marihuana medicinal es legal, una jueza decidió que no lo es. Técnicamente eso no fue lo que sucedió, pero, para todos los efectos, en verdad sí sucedió. La jueza Anna Laurie condenó al paciente Robert Dalton por cultivo de marihuana porque no estaba de acuerdo con la decisión del médico de Dalton de recomendarle marihuana. ¿Qué facultad de medicina cursó la jueza Laurie? Cuánta arrogancia de su parte por jugar a médicos. Y cuánta crueldad también – Dalton, quien no es un hombre sano, puede recibir hasta seis meses de cárcel. Como le dijo su abogado a la prensa, ningún paciente está seguro en Washington si los jueces actúan de esa manera.

En la Comarca de Sarasota, Florida, un juez desestimó la regla de sobreseimiento sin un buen motivo. A Zuul, un perro rastreador de drogas de la jefatura de policía, le salen falsos positivos en vehículos que olfatea la mitad de las veces. El juez Charles Roberts decidió que eso bastaba para justificar un registro de la policía en un vehículo – pero, por un motivo muy especial. El juez Roberts fue persuadido por el argumento del estado de que, cada vez que no encontraban drogas, alguien en el auto admitía haber consumido o tenido drogas en los últimos tiempos.

¿Qué! Además del claro carácter dudoso de la afirmación, ¿qué tiene que ver el consumo de drogas en el pasado – aun reciente – con la capacidad que un perro rastreador de drogas posee de decir si hay drogas en un auto o no en el presente? Tendría más sentido argumentar que la policía estaba siendo más exitosa en trazar el perfil de tenedores de drogas y que pillarlos con drogas realmente presentes en el auto la mitad de las veces es un porcentaje suficientemente bueno para justificar un registro. No estaría de acuerdo con ninguno de los dos argumentos – en parte, porque ello implicaría en un índice de 100% de éxito en la perfilación, lo que no es muy probable, y, en parte, porque no creo que el 50% baste –, pero tendría más sentido que el argumento utilizado en realidad.

Entonces, ¿qué puede hacer que un juez adulto juegue a ser médico o que apoye tácitamente una teoría de “percepción extrasensorial” canina? Quizá eso ocurra porque la guerra contra las drogas es espectacularmente ilógica en y por sí misma, pero en cuanto jueces se sumergen en ella todos los días. Mantener un estado mental lógico durante casos relacionados con las drogas exigiría que los jueces reconocieran conscientemente la corrupción del sistema a que sirven y hasta qué punto la ley los ha convertido en perpetradores o por lo menos posibilitadores de la injusticia, una realidad que cualquiera podría reprimir. Y una cosa que salió mal en la mente conduce a otra.

No estoy seguro si eso realmente les pasa a los jueces hoy día, pero algo está mal para que todo esto esté sucediendo. Basta de exageraciones, basta de lógicas retorcidas o falta de lógica, basta de patrones corrompidos y de integridad intelectual tirada al aire. Los jueces necesitan sacar la cara por la verdad y la razón y hacerlo ya o abdican de sus condiciones de árbitros de la moralidad y la justicia. Vestir una toga para trabajar y portar un mazo no es suficiente.

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