En su Informe anual correspondiente a 2007 lanzado el miércoles, la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes hizo un llamamiento a los gobiernos de Bolivia y Perú para que prohibieran el mascado de coca y su venta o exportación. Los pueblos indÃgenas de los Andes han mascado coca durante miles de años y el llamamiento probablemente va a caer en saco roto en la región.
En su revisión de la producción de coca y cocaÃna en Suramérica, la junta señaló que pese a las labores multibillonarias de erradicación en Colombia, Perú y Bolivia â responsables por 50%, 33% y 17% de la producción de coca, respectivamente -, la producción de cocaÃna habÃa permanecido estable en entre 800 y 1.000 toneladas al año durante la última década. La manera de enfrentar la producción de cocaÃna es eliminar la producción de coca, indicó la junta.
âLa Junta exhorta a los Gobiernos de Bolivia y el Perú a que cumplan sus obligaciones, adoptando medidas para prevenir la venta y el uso de hojas de coca, y los intentos de exportarlas, con fines que se consideran incompatibles con los tratados internacionalesâ, dijo el grupo. âLa Junta está preocupada con el impacto negativo del aumento de la producción de la hoja de coca y la manufactura de cocaÃna en la regiónâ.
Ella les instaba a los gobiernos a âestablecer como delito criminalâ el consumo de la hoja de coca para hacer té, harina u otros productos. Eso socavarÃa los intentos de desarrollar y expandir los mercados para los productos de coca en los tres paÃses.
La reacción de Bolivia, en que el presidente y ex cocalero Evo Morales ha pedido que saquen la coca de la lista de sustancias prohibidas por los convenios internacionales sobre las drogas, fue ligera y negativa. âEn Bolivia, nunca habrá una polÃtica de tolerancia ceroâ, dijo Ilder Cejas, vocero del viceministerio de defensa social. âHacerlo serÃa pisar en los derechos de millones de bolivianos para quienes la coca es un sÃmbolo de nuestra identidad culturalâ, le dijo él al Bloomberg News Service el miércoles.
Tratar la coca como si fuera una droga peligrosa serÃa âabsurdoâ, dijo Wade Davis, un autor y botánico que estudió la coca en Colombia. âLa coca es tan vital para los Andes como la EucaristÃa lo es para los católicosâ, le dijo él al servicio de noticias. âNo hay pruebas ni de toxicidad ni de adicción en 4.000 años de consumoâ.
El llamamiento de la JIFE a prohibir el consumo de coca también sufrió un ataque mordaz del Transnational Institute, cuyo Proyecto drogas y democracia busca desarrollar e implementar abordajes pragmáticos de reducción de daños a cuestiones globales de drogas. âAl pedir que los paÃses impongan sanciones penales por la distribución y posesión de la hoja de coca para usos tradicionales, un elemento clave de la cultura andina, la JIFE da muestras de ceguera y arroganciaâ, dijo Pien Metaal, un investigador del TNI que se especializa en los temas de la coca. âYa es hora de que los tratados de la ONU se pongan a tono con la realidad y muestren alguna sensibilidad culturalâ.
La propuesta de la JIFE no sólo viola la Declaración de la ONU de los derechos de los pueblos indÃgenas, también âla persecución de varios millones de personas en la región andino-amazónicaâ, dijo el TNI. âEl blanco no son sólo los consumidores sino los campesinos cocalerosâ.
âLa posición de la Junta es absurdaâ, dijo Metaal. âPretende criminalizar a pueblos enteros por tradiciones y costumbres populares que no hacen daño e incluso son benéficasâ.
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