Cada dÃa hace 15 meses, Rob Scott Vincent, 36, un adicto a la heroÃna de Vancouver, ingresaba a un edificio como otro cualquiera en el Downtown Eastside de la ciudad, donde una enfermera le entregaba una jeringa llena de heroÃna de calidad farmacéutica. En un mostrador esterilizado e inoxidable, Vincent se inyectaba la droga, luego se sentaba un rato en una sala de espera igualmente esterilizada mientras ella surtÃa efecto antes de irse a su rutina diaria.
En el programa, que estuvo limitado a antiguos adictos con más de 25 años que no habÃan logrado librarse del vicio por lo menos dos veces en intentos anteriores de tratamiento, los participantes emplearon terapias de suministro oral de metadona e intravenoso de heroÃna. Un pequeño porcentaje recibió un opiáceo farmacéutico llamado Dilaudid [hidromorfoma]. Los participantes también recibieron asesoramiento y otros servicios de apoyo. El gobierno federal canadiense (entonces controlado por los liberales) financió el proyecto con $1.8 millón y estuvo de acuerdo en permitir la importación de heroÃna farmacéutica para el proyecto.
Proyectos parecidos de manutención con opiáceos en Suiza, Alemania y Holanda produjeron resultados que muestran reducciones en la criminalidad, en el consumo de drogas y en los costes financieros para la sociedad e incrementos en salud, estabilidad y empleabilidad entre los participantes. Los investigadores y simpatizantes de la NAOMI esperan que presente resultados parecidos. Aunque no se espere el informe final de investigación de la NAOMI hasta el próximo semestre, los resultados preliminares dan a entender que los hallazgos serán similares a los de Europa.
En un dossier de marzo, la NAOMI informó que el 85% de los participantes que consumió heroÃna inyectada habÃa permanecido en el programa durante 12 meses, que el tratamiento habÃa probado ser âextremadamente seguroâ y que no habÃa habido ningún problema de seguridad ni prueba de que la NAOMI habÃa causado un impacto deletéreo sobre el barrio. El informe también indicó que el programa iba a mostrar un impacto económico positivo.
Canadá calculó que cada adicto a la heroÃna le cuesta al paÃs $45,000 al año. Los estudios de programas europeos de manutención con opiáceos informan que ahorran a los paÃses anfitriones $20,000 al año por cada participante.
âAhora sabemos que pudimos reclutar personas con una dependencia de largo tiempo de la heroÃna que suspendieron varias veces otros tratamientos y tenÃan muchos problemas sociales y de salud cuando entraronâ, dijo el Dr. David Marsh, uno de los coinvestigadores y principal médico clÃnico del estudio. âDesde la perspectiva de un médico, ya fueran tratados con metadona, ya con heroÃna, muchos de ellos mejoraron enormemente. Con los resultados formales de investigación, sabremos cuanto y de qué maneras mejoraronâ.
La provisión de metadona o heroÃna sólo hacÃa parte del tratamiento, dijo Marsh. âLa medicación es un componente de un paquete general de atención primaria, salud mental, asesoramiento a la toxicomanÃa y gestión de casos para proporcionar a los participantes el acceso a una gama de pensiones de seguridad social y otros beneficiosâ, dijo Marsh. âTrabajamos con las personas para intentar administrar las consecuencias negativas de su consumo de drogas y ayudarlas a mejorar sus vidasâ.
Vincent habÃa estado adicto a opiáceos hacÃa casi 15 años cuando decidió participar de la NAOMI. âQuerÃa ver si ella podÃa mejorar mi vida y lo hizoâ, dijo. âMe ayudó a desacostumbrarme despacio. Aún consumo, pero ni siquiera un tercio de lo que estaba consumiendoâ.
El perÃodo de Vincent en la NAOMI terminó en marzo. Desde entonces, ha tenido que regresar a la calle para encontrar sus drogas. âNo está tan malâ, dijo. âGeneralmente, consumo pastillas de morfina y compro cada una por $5 cada mañana y me alcanza para el dÃaâ. Vincent paga sus dosis colectando y reciclando latas. Pero a veces, no puede encontrar lo que quiere y tiene que pasar tiempo buscando un opiáceo sucedáneo â heroÃna, Dilaudid, lo que esté a la mano. âNormalmente, es de fácil accesoâ, dijo, âpero a veces tengo que echar cataâ.
Hacer que los participantes paren de consumir opiáceos no era lo esencial del programa piloto, dijo Marsh. âLos pacientes sacan provecho de muchas manerasâ, dijo. âAlgunos pudieron parar de tomar opiáceos ilegales, y, a mi juicio, si se le receta metadona a un paciente y él la consume adecuadamente, lo considero un éxito. El tratamiento con metadona ha sido ofrecido durante muchos años y hay miles de estudios que muestran sus beneficiosâ.
La Vancouver Area Network of Drug Users (VANDU, por su sigla en inglés) fue una de las principales defensoras de la NAOMI, pese a sus quejas respecto a la exclusividad de los patrones para cumplir los requisitos para el estudio. El programa necesita continuar, dijo la VANDU.
âA pesar de los parámetros establecidos que dificultaron que cumpliera los requisitos, es un servicio muy necesario y es una vergüenza que sea apenas un proyecto piloto y no prosigaâ, dijo Richard Utendale, presidente de la VANDU. âHe conversado con muchas personas que han sido auxiliadas por ella. Pudieron mejorar sus vidas cotidianas al no tener que luchar para alimentar sus vicios en drogas. La NAOMI proporcionó un lugar seguro y apoyo y los participantes no tuvieron que preocuparse por ser recogidos por la policÃa o robados o por haber adquirido productos de calidad inferior o droga con adulterantesâ.
El Downtown Eastside, donde tanto la VANDU como la NAOMI están ubicadas, es el epicentro de una de los escenarios más grandes de drogas duras del hemisferio. El programa causó impacto en el área, dijo Utendale. âCreo que la NAOMI también mejoró la vecindad, ya que hay menos delitos urbanos y contra el patrimonioâ.
Pese a todo, habÃa un punto negativo en la NAOMI, dijo Utendale. âEl inconveniente es que cuando la gente concluye el programa, tiene que regresar a la calle y recurrir a los mismos medios para conseguirse sus drogas. Por esta razón esto necesita ser permanenteâ.
Vincent dijo que deseaba que el programa pudiera continuar. âSeguro que participarÃa de un programa permanenteâ, dijo. âFue muy, muy útil. Es mucho más fácil parar o reducir mi consumo con heroÃna de calidad farmacéutica. Se mezcla la mayor parte de la droga en la calle con otras cosas â por eso a mà me gusta consumir morfina. No veo ningún motivo para no mantenerla abiertaâ, dijo. âLa NAOMI es una instalación médica, asà como el InSite [el inyectorio de Vancouver]. No deberÃan cerrarlaâ.
Pero eso va a pasar a fines de este mes. El noviembre último, médicos recurrieron con base en la compasión para extender el programa en nombre de cinco partÃcipes. Hasta el momento, no ha habido acuerdo ya del Ministerio de Sanidad de Canadá ya de la autoridad sanitaria regional.
âSoñar no cuesta nadaâ, suspiró Utendale, âpero de la manera que lucen las cosas ahorita, esto no va a proseguir sin algunos cambios en Ottawaâ.
Marsh dijo que era âprematuroâ intentar predecir lo que iba a suceder. âPero estoy optimista con relación a encontrar fondos y conseguirnos la aprobación regulatoria en determinado momento para aplicar las lecciones que hemos aprendido con este estudioâ, dijo.
Pero considerando la oposición ideológica del actual gobierno federal conservador a la reducción de daños, como evidenciado por su batalla perdida para cerrar el inyectorio de Vancouver, serán necesarias nuevas elecciones nacionales antes que exista cualquier probabilidad de que Canadá siga el ejemplo de los europeos y vuelva la manutención con heroÃna parte de una polÃtica general de salud pública.
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