Aun mientras la fuerza pública y sus aliados en el Congreso toman providencias para devolver los fondos al aguerrido programa Byrne de Subvenciones de Auxilio a la Justicia (JAG, por su sigla en inglés), que es más conocido por financiar a las legiones de destacamentos antidrogas estaduales y municipales actuantes en varias jurisdicciones que ahora vagan por el paÃs, el gobierno Bush ha golpeado otra vez, de esta vez proponiendo desdoblarlo en un programa más amplio de subvenciones y financiarlo en apenas $200 millones. Ahora, la fuerza pública tendrá que resistir hasta lo último para recobrar los cortes del año pasado en tanto que, al mismo tiempo, tiene que intentar persuadir al Congreso a deshacer los cortes propuestos en el presupuesto de este año.
Beneficiario de $520 millones el año pasado, el programa JAG, que está activo hace dos décadas y permite que estados complementen sus dispendios antidrogas con dinero oriundo de impuestos federales, ya habÃa sufrido una bajada considerable con relación a niveles anteriores de financiación. Durante los tres últimos años, como medida de recorte de gastos, el gobierno Bush ha intentado reducirlo a cero de una vez, pero eso ha demostrado ser extremadamente impopular junto al Congreso. Este año, la Cámara fue a favor de financiar la parte de paquetes de ayuda del programa en $600 millones y el Senado en $660, pero en negociaciones presupuestarias de última hora, la Casa Blanca insistió que los fondos fueran cortados para $170 millones.
Aunque los fondos federales para destacamentos antidrogas de la fuerza pública parezcan ser sagrados en un gobierno republicano de ley y orden, hay varios motivos por los cuales el programa JAG es un blanco tentador para los cortadores de gastos, dijo Eric Sterling, director ejecutivo de la Criminal Justice Policy Foundation y ex asesor del Comité de la Cámara sobre el Judiciario de EE.UU.
âPrimero, Bush no disputa la reelección, entonces no hay coste polÃtico en ese sentidoâ, dijo Sterling. âY si el Congreso sà le hace caso a la policÃa, Bush puede culpar al Congreso por exceder su presupuestoâ.
La segunda razón tiene que ver con la ideologÃa de conservadurismo fiscal, dijo Sterling. âLa tÃpica opinión republicana es dejar que los estados costeen programas estaduales y municipales. Es más o menos una opinión pro derechos y responsabilidades de los estadosâ, dijo. âY considerando la manera por que sus presupuestos han llevado al gobierno federal a la bancarrota, tienen que cortar en alguna parteâ.Y la presión de los cortes inminentes hace parte del tercer motivo por que el JAG está en juego ahora: imperativos burocráticos. âEl déficit presupuestario es un verdadero dolor de cabeza para todas las agenciasâ, dijo Sterling. âPara un gerente dentro del Ministerio de Justicia de EE.UU. deparado con cortes que despedirÃan a agentes del FBI o jefes de policÃa o deparado con el corte de un programa que sólo le da dinero a alguien más, la opción es fácil. Es mucho más fácil para la Justicia decir: âcortemos estoââ.
Ese tipo de decisión es facilitado un poco por un informe de 2005 del OMB que indubitablemente es uno de los sustentáculos del intento del gobierno Bush de cortar el programa. El OMB dijo que el programa âno ha mostrado resultadosâ y descubrió que se sacó una nota bajÃsima cuando fueron evaluados el planeamiento, el diseño, la administración estratégica, los resultados y la rendición de cuentas. El mismo tipo de evaluaciones estaba detrás de otros programas de combate a las drogas que el gobierno ha cortado o intentado cortar, como el programa mediático del secretario antidroga para los jóvenes y el Centro Nacional de Informaciones sobre las Drogas, que una vez más está para ser cortado.
Como señaló la Crónica en nuestro reciente informe sobre la pelea por el financiamiento del programa JAG, los destacamentos antidrogas han sido criticados varias veces por organizaciones de reforma de las polÃticas de drogas, de las libertades y de los derechos civiles por ser piratas incontrolados responsables por escándalos como los de Tulia y Hearne en Tejas. Pero dichas crÃticas no han desempeñado ningún rol perceptible en la ofensiva del gobierno contra el programa.
Tampoco han repercutido junto a un grupo bipartidista de senadores que anunció la semana pasada que iba a buscar devolver los fondos del ejercicio fiscal 2008 al programa JAG a un nivel de $660 millones. Liderado por el senador Tom Harkin (D-IA), el esfuerzo también está siendo respaldado por los senadores Kit Bond (R-MO), Joe Biden (D-DE), Saxby Chambliss (R-GA) y Dianne Feinstein (D-CA).
âSin apoyo financiero, las comunidades de Iowa son forzadas a luchar contra la criminalidad y las drogas con cada vez menos recursos. Más de 10 comarcas de Iowa han sido obligadas a cerrar sus destacamentos a causa de cortes en el financiamiento. Este vaciamiento de programas de prevención a las drogas no puede seguirâ, dijo Harkin en una rueda de prensa que anunciaba la medida. âMi meta es devolver las Subvenciones Byrne al nivel que les dé a los oficiales de la ley municipal en Iowa y en todo el paÃs fondos abundantes para iniciativas anticriminalidad y antidrogas que ya son exitosasâ.
La iniciativa de los senadores está siendo apoyada e instigada por una poderosa coalición de grupos de la ley, incluso la Asociación Nacional de la Justicia Penal (NCJA, por su sigla en inglés), la Coalición Nacional de Asociaciones de Agentes Antinarcóticos y la Asociación Nacional de Funcionarios Comarcales.
âQue no resten dudas, por todas partes las comunidades verán los efectos de este proyecto y sus cortes sobre la financiación de la justicia penalâ, dijo el presidente de la NCJA, David Steingraber. âUn corte en el programa JAG es un corte para la fuerza pública municipal y las vÃctimas de la criminalidad por todas partes. El Congreso ha acabado de dificultar el trabajo de cada policÃa en EE.UU. Los congresistas han dado la espalda a los oficiales de la ley municipal que ahora se ven forzados a cumplir su parte sin auxilio federal considerableâ, dijo Steingraber. âEsperamos que estos cortes drásticos no sean una solución de largo plazo para un problema fiscal federal. La seguridad de EE.UU. es demasiado importante y merece financiación adecuada, ya que los delitos de sangre volvieron a ir en aumentoâ.
Pero a pesar del formidable poder de presión de la policÃa y sus aliados, el futuro de los fondos JAG continúan en duda. Y los reformadores de las polÃticas de drogas se unirán con los conservadores fiscales y el gobierno Bush en una rara alianza para intentar mantener intactos los cortes en el financiamiento.
âLos fondos JAG fueron cortados de última hora el año pasado porque era obvio que Bush los vetarÃa y es cierto que él quiere muy bien eliminarlosâ, dijo Bill Piper, director de asuntos nacionales de la Drug Policy Alliance. âEl proceso de la ley de presupuestos de este año está apenas empezando, pero lo que es interesante y prometedor es que los demócratas sufrirán para devolver los fondos del año pasado porque Bush quiere eliminarlos completamenteâ.
Pero no es imposible. Como le dijeron a la Crónica los policÃas defensores de la devolución del dinero la semana pasada, van a intentar recobrarlo a como dé lugar, incluso adjuntándolo o al paquete de estÃmulo económico o a la asignación de fondos complementares de guerra. La segunda ha preocupado a Piper.
âEl complemento de Irak no tiene que encajar en el presupuesto general y Bush hesitarÃa en vetar su proyecto de dispendios de guerraâ, dijo. âSé que la fuerza pública y algunos senadores ya conversan sobre esto. Nuestro desafÃo es contactar a organizaciones de conservadores fiscales y redactar un mensaje que diga que los fondos no deben ser devueltos, pero si lo son, ellos deberÃan ser destinados al tratamiento. Ya pueden ser empleados en eso, pero la mayor parte de los estados no lo haceâ.
El programa JAG de subvenciones es apenas un artÃculo en un presupuesto federal trillonario, plusmarquista y deficitario para 2009. Pero es un artÃculo que puede estar a punto de ser completamente eliminado. Probablemente eso no va a suceder este año, pero parece que los destacamentos antidrogas van a tener que ir tirando con fondos reducidos, persuadir a gobiernos estaduales y municipales a soltar más dinero o ir a la quiebra de una vez por todas.
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