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Reportaje: Conferencia de Vancouver le avisa a la ONU

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Esta semana, Vancouver en la Columbia Británica fue el sitio de una conferencia internacional sobre políticas de drogas afiliada a las Naciones Unidas, que no resultó de la manera que la ONU imaginaba. Organizada como parte del foro global Más Allá del 2008 de la ONU para revisar los logros y fracasos de la Sesión Especial de la Asamblea General de la ONU (UNGASS, por su sigla en inglés) sobre las drogas, la conferencia de Vancouver le mandó a la ONU un mensaje claro: termine con la prohibición de las drogas.

Asistido por reduccionistas de daños, proveedores de tratamiento, especialistas en prevención, antiprohibicionistas y otros de EE.UU. y Canadá, el foro de Vancouver difirió bastante en tono y contenido de los demás foros regionales realizados hasta el momento como parte de un proceso supervisado por el Comité de ONGs sobre Drogas Narcóticas de Viena, que trabaja junto con la Oficina de la ONU Contra las Drogas y el Delito y la Comisión de Drogas Narcóticas de la ONU para incorporar los puntos de vista de organizaciones no gubernamentales y de la sociedad civil en la redacción de la próxima estrategia sobre las drogas de la UNGASS. En otros foros regionales, las fuerzas del tratamiento químico y de la prevención dominaron la conversación, como en el foro norteamericano realizado el mes pasado en San Petersburgo, Florida, donde grupos como la Drug Free America Foundation predominaron.

Pero en Vancouver, pionera de la política de los cuatro pilares (prevención, tratamiento, reducción de daños y represión legal), hogar del único inyectorio del continente y punto cero para la cultura canábica de Canadá, el cuento fue diferente. Allá los organizadores aseguraron que no fuera otra reunión prohibicionista.

“Queríamos garantizar que hubiéramos incluido absolutamente a todos”, dijo Gillian Maxwell de Keeping the Door Open: Dialogues on Drug Use, una coalición comunitaria de Vancouver que coauspició el foro. “En San Petersburgo, estaba claro que la gente de la reforma de las políticas de drogas y de la reducción de daños no estaban invitados, lo que es un poco raro. Si se piensa en ello, ¿qué tienen que ver los tratados de la ONU con la gente involucrada en extender programas de abstinencia de 12 pasos?”

Philip Owen, ex alcalde de Vancouver y arquitecto de la estrategia de los cuatro pilares, marcó la pauta para el evento en primer momento. La gente “de la vieja guardia de la prohibición” tuvo su vez, dijo Owen, pero ahora es tiempo de un nuevo abordaje. “En EE.UU. y en nuestro gobierno federal en Canadá, aún hay los que dicen que los consumidores de drogas son criminales y que deben conseguirse un empleo, pagar impuestos y saludar la bandera”, dijo. Pero los alcaldes, que ven los problemas en primera mano, piden cambio, dijo, señalando a la declaración de la Conferencia de Alcaldes de EE.UU. del junio último, en que ellos “estuvieron unánimemente de acuerdo que la guerra contra las drogas no está funcionando. Los alcaldes son íntimos de la cuestión, entonces la verdad es que ven a los consumidores de drogas como personas enfermas que necesitan tratamiento y tienen que lidiar con el crimen relacionado, con todo, es nuestro gobierno federal que fiscaliza los estupefacientes”, dijo Owen.

“La reforma de las políticas de drogas triunfó porque la mayoría de las personas racionales en las líneas de frente percibe que la guerra contra las drogas ha sido un fracaso retumbante”, agregó Owen. “La guerra contra las drogas está llegando a su fin, ojalá mientras viva”, concluyó.

Jack Cole, director de Law Enforcement Against Prohibition (LEAP, por su sigla en ingles), les dijo a los cerca de 100 delegados que la drogadicción debería ser tratada como problema de salud, no de policía. “Por lo menos tenemos que poner la legalización y regularización de las drogas en la agenda, dijo, con miras a Viena, donde la Comisión de Drogas Narcóticas se reunirá el mes que viene para revisar el progreso de la última década en el cumplimiento de las metas de 1998 de la UNGASS.

Estaba claro que el foro había alcanzado una opinión general, si no un consenso total, dijo Maxwell. “Parece que la mayoría en la sala cree que es imposible prevenir el consumo de drogas, y, por lo tanto, hay la guerra contra las drogas, que es una guerra contra la gente”, dijo Maxwell.

Además de Cole de LEAP, el contingente estadounidense contó con representantes de grupos reformadores, incluso el Students for Sensible Drug Policy, la Common Sense for Drug Policy y a Dale Gieringer, director de la NORML California, quien presentó la declaración de la NORML nacional al foro. En ella, la NORML decía que la meta de la ONU de “eliminar y reducir considerablemente” la oferta global de marihuana había fracasado y que “la única manera practicable de realizar el objetivo de la ONU de eliminar los problemas de la oferta y demanda de cannabis ilícito es eliminar su estatus de ilícito”.

Si terminar con la lucha contra la droga era la opinión de la mayoría, no todos fueron conquistados. Por lo menos dos participantes se quejaron con el Georgia Strait que la conferencia estaba desequilibrada.

Judi Lalonde del Alcohol-Drug Education Service le dijo al Straight que había demasiada reducción de daños y que faltaba prevención en la conferencia. “La representación de los grupos pro legalización es probablemente de cerca de 95%, con relación a los posibles 5% en el área de la prevención”, afirmó Lalonde. “Estoy muy decepcionada con todo el proceso de los últimos días”. Ella prefirió el foro de San Petersburgo, que “contó con un foro para cabilderos y activistas”.

Brian Whiteford, el delegado del programa DARE Columbia Británica en la conferencia, también se quejó de “representación desproporcionada” de partidarios de la legalización. Pero él también añadió que el foro “trabajó bien” en reunir a la gente para intercambiar perspectivas.

Las críticas sobre el equilibrio no son justas, protestó Maxwell. “Invitamos a gente de todos lados del espectro”, dijo. “Apenas no vinieron todos. Invitamos a muchos grupos nacionales canadienses, pero muchos ni siquiera contestaron. Sí, teníamos una proporción más grande de reformadores y reduccionistas de daños, pero eso sucedió porque ni siquiera fueron invitados al otro foro norteamericano en San Petersburgo”.

Maxwell declaró que el foro fue un éxito. “Fue muy interesante y me impresioné con todos – todos eran tan articulados y respetuosos”, resumió. “Quedé tan impresionada con el intelecto y la atención que la gente trajo a esto. Fue un buen momento para la democracia y un buen momento para la sociedad civil”.

Por lo menos un periódico municipal no estuvo de acuerdo. La conferencia provocó un editorial enfadado del Province, el tabloide de Vancouver. “La legalización de las drogas no es la solución que pretende ser”, advirtió el Province. “El cabildeo pro drogas se hace pasar por campeón de las libertades individuales. Pero detrás del disfraz se esconde la cara fea de la decadencia social”.

Como una vez observó Mahatma Gandhi: Primero te ignoran, luego se ríen de ti, después te atacan, entonces ganas. El camino hacia terminar con la prohibición global de las drogas es largo y sinuoso, pero sucesos como el de Vancouver esta semana preparan el terreno – y ahora nadie se ríe de ello.

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