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Reseña de informe: Nueva evaluación federal de la amenaza de las drogas determina que prohibición es el peligro más grande relacionado con las drogas

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Bueno, no por decirlo así. Pero cualquiera que lea en las entrelíneas de la Evaluación Nacional de la Amenaza de las Drogas de 2009 [National Drug Threat Assessment 2009] puede llegar fácilmente a tal conclusión. El informe anual del Centro Nacional de Información sobre Drogas (NDIC, por su sigla en inglés) - el feudo del Ministerio de Justicia de EE.UU. en Johnstown, Pensilvania - con su abordaje rematadamente previsible a los daños asociados con las políticas de drogas, no les echa un vistazo a los datos que reporta ni ve lo obvio, pero sus conclusiones de que carteles violentos del narcotráfico y pandillas callejeras que trafican drogas al por menor son las “amenazas de las drogas” más graves para Estados Unidos llevan a indagar los motivos.

De acuerdo con el informe de 2009: “Los carteles mexicanos del narcotráfico suponen la amenaza más grande del crimen organizado a Estados Unidos. La influencia de los carteles mexicanos sobre el narcotráfico interior es inigualable. En verdad, los cálculos de las informaciones indican que una gran mayoría de la cocaína a la venta en los mercados de drogas estadounidenses es contrabandeada por los carteles mexicanos a través de la frontera de EE.UU. con México. Los carteles mexicanos controlan la distribución de las drogas en la mayor parte de las ciudades estadounidenses y están ganando fuerza en los mercados que todavía les falta controlar”.

Quienes siguen de cerca a los sanguinarios carteles – 5.000 han sido muertos en la violencia relacionada con la prohibición de México este año – son los carteles aspirantes: “Pandillas urbanas violentas controlan la mayor parte de la distribución de las drogas al por menor en todo el país y algunas se han trasladado de barrios deprimidos a regiones suburbanas o al campo. Además, las pandillas aumentan su implicación en la distribución de drogas al por mayor con el auxilio de sus contactos con los carteles mexicanos y asiáticos del narcotráfico”.

Aunque la violencia de los carteles y las pandillas sea deplorable, la evaluación del NDIC no se esfuerza en tratar de raíz del problema: el régimen de la prohibición de las drogas. En cambio, combina los daños asociados con la prohibición (luchar contra el narcotráfico) con los que están vinculados con el consumo de drogas o la toxicomanía.

Esa confusión conceptual es evidente desde el principio del informe anual. En el primer párrafo de su resumen, el informe observa que: “El tráfico y el consumo abusivo de drogas ilícitas infligen un daño tremendo a individuos, familias y comunidades por todo EE.UU. La violencia, la intimidación, el robo, los delitos financieros llevados a cabo por los carteles del narcotráfico, grupos delincuentes, pandillas y consumidores de drogas en Estados Unidos suponen una amenaza considerable a nuestro país. Es difícil medir o expresar totalmente el costo de la producción, tráfico y consumo abusivo de drogas para la sociedad”.

Sin destrozar los daños relacionados con “el tráfico y el consumo abusivo de drogas ilícitas”, el NDIC pone en práctica la futilidad y la propaganda. Los daños vinculados con el crecimiento de poderosas organizaciones criminosas que prosperan bajo un régimen de prohibición son un problema totalmente distinto de los daños relacionados con el consumo, el consumo abusivo y el consumo indebido de drogas y no desenredarlos no ayuda a nadie. Asimismo, no desagregar “los carteles, los grupos delincuentes, las pandillas y los consumidores de drogas” solamente fortalece el mismo punto de vista sesgado de los resultados de nuestras políticas de drogas.

En los ocho puntos del sumario pensados para demostrar el daño de las “drogas”, cuatro de ellos – el blanqueo de capitales de los carteles, los gastos antidrogas del gobierno federal de EE.UU., la tremenda cifra de arrestos por delitos de drogas y el alto número de prisioneros federales por delitos de drogas – son una consecuencia directa de la prohibición de las drogas. Otros dos – un gran número de personas que buscan tratamiento para la farmacodependencia y los niños sacados de laboratorios de metanfetamina – son al menos indirectamente influenciados por la prohibición de las drogas. Mucha gente que busca tratamiento lo hace en razón de órdenes judiciales rutinarias y es probable que muchos preparadores caseros de metanfetamina simplemente comprarían su droga en vez de prepararla si pudieran hacerlo. Otro punto – el de que el desvío de fármacos les cuesta millones a las aseguradoras – es aún otro artificio de un régimen de prohibición o por lo menos uno en que el acceso a las drogas deseadas es restricto de un modo tal que sucede el desvío.

El punto final – el de que unos 35 millones de estadounidenses consumieron una droga ilícita (o una droga lícita ilícitamente) – no quiere decir nada en esencia sin indicar de alguna manera cómo esa gente fue realmente perjudicada por consumir esas drogas. Pero eso es típico de una mentalidad que mide el éxito en las políticas de drogas únicamente al reducir el consumo de drogas en vez de tener una visión general del problema.

El NDIC podía haber intentado cuantificar los daños de la toxicomanía, por ejemplo, al examinar los días hábiles perdidos o el comienzo temprano de la enfermedad u otras medidas, pero no lo hizo.

Dicha conducta también trasparece en la clasificación brusca de las principales amenazas por droga que hizo el informe: “La cocaína es la principal amenaza de las drogas para la sociedad. La metanfetamina es la segunda principal amenaza de las drogas, seguida de la marihuana, la heroína, los fármacos y el MDMA (también conocido como éxtasis), respectivamente”.

Considerando que se sabe casi universalmente que la marihuana es una de las sustancias psicoactivas menos nocivas que el hombre conoce (véase la “escala racional” del profesor David Nutt aquí), sólo se puede atribuir el rol de la marihuana en cuanto principal amenaza de las drogas – ¡delante de la heroína y los fármacos! – a su popularidad generalizada. Como ya se ha dicho, en vez de demostrar los daños específicos que están relacionados con el consumo de marihuana, el informe simplemente supone que el consumo de marihuana genera daño.

Por los patrones del NDIC, se ha hecho algún progreso en la lucha contra el azote de la droga. El informe alude a una caída en la oferta y la pureza de la cocaína en algunos mercados estadounidenses y una disminución en la producción interior de metanfetamina (pese a que haga advertencias sobre un futuro incremento). Pero aun donde el NDIC puede señalar éxitos, o ignora los costes de trabar la guerra a la droga o los combina con los daños del consumo de drogas.

Con la marihuana en específico, ni siquiera puede reivindicar éxito. A pesar de un récord en incautaciones de plantas y arrestos por marihuana el año pasado: “La oferta de marihuana es alta a través de Estados Unidos”. El cultivo al aire libre se disparó, gracias, en parte, dice el informe, a los carteles mexicanos que se expanden hacia tierras públicas estadounidenses, y el plantío interno ha aumentado “a causa de altos márgenes de beneficios y un riesgo aparentemente reducido de detección de la fuerza pública”.

Lo que la Evaluación Nacional de la Amenaza de las Drogas de 2009 nos muestra es que seguimos trabando una lucha fútil para suprimir el consumo de drogas a un tremendo costo para nuestra sociedad. Al no desenmarañar y desagregar los males sociales oriundos de nuestras políticas de drogas prohibicionistas de los males sociales oriundos del consumo de drogas, pasará lo mismo de siempre. ¿Pero qué se puede esperar de una burocracia antidroga motivada sobre todo por la inercia y el imperativo de preservar el presupuesto del año que viene?

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