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Reportaje: En el 75º aniversario de la revocación de la Ley Seca, los reformadores ponderan el pasado y miran hacia el futuro

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Hoy día se celebra el 75º aniversario de la revocación de la Ley Seca, cuando Utah - ¡Utah! – se convirtió en el 38º estado a ratificar la 21ª Enmienda a la Constitución de EE.UU., que abrogó la 18ª Enmienda y la Ley Volstead [Volstead Act] y bajó el telón sobre el experimento fracasado de Estados Unidos con la ingeniería social. La revocación de la Ley Seca parecía algo impensable en los años 1930, pero tres años después era historia. Quizá haya lecciones que aprender mientras conmemoramos aquel día.

redada de la época de la ley seca en Washington, DC (Biblioteca del Congreso de EE.UU.)
La Ley Seca engendró muchos de los mismos males identificados que plagan la prohibición de las drogas hoy – costes económicos inmensos de represión, la penalización de ciudadanos que, de lo contrario, eran honestos, el crecimiento de los carteles criminosos del narcotráfico, la corrupción, las consecuencias deletéreas para la salud pública (¿a alguien le apetece la ginebra de bañera?) – y su revocación puede ser instructiva para la gente que trabaja para terminar con la lucha contra la droga ahora. Seguro que es una ocasión digna de nota para los antiprohibicionistas y por lo menos dos grupos, LEAP (Law Enforcement Against Prohibition, por su sigla en inglés) y la Criminal Justice Policy Foundation, aprovecharon el aniversario para pedir un fin a la prohibición de las drogas esta semana.

En una rueda de prensa el martes en Washington, DC, LEAP reveló un nuevo proyecto, We Can Do It Again! [¡Podemos hacerlo otra vez!], en que la gente es invitada a mandar el mensaje antiprohibicionista a sus representantes federales y un informe con el mismo título que detalla y compara los males de la Ley Seca con la actual prohibición de las drogas. En sus recomendaciones a los legisladores, el informe pedía una comisión nacional para estudiar los verdaderos costes de la prohibición de las drogas, convocaba a las legislaturas estatales y municipales y los poderes ejecutivos a reevaluar los gastos en la lucha contra la droga e instaba “reformas graduales” y medidas de reducción de daños a corto plazo.

“En 1932, la mayoría en el Congreso se dio cuenta de que la ley seca era ineficiente”, recordó Eric Sterling, director de la Criminal Justice Policy Foundation, en una rueda de prensa. “En 1933, más de dos tercios del Congreso de EE.UU. sometieron la revocación de la ley seca a los Estados para que la ratificaran. Terminamos con el abordaje ineficiente de la ley seca a la fiscalización del alcohol en aquella época y podemos hacer lo mismo con la prohibición de las drogas ahora”.

Los paralelos entre la Ley Seca y la actual prohibición de las drogas son muchos, dijo Sterling. “El Congreso adoptó el término ‘guerra contra las drogas’ a principios de los años 1980 cuando los colombianos echaron a los cubanos del control del tráfico de cocaína con combates con ametralladoras en las calles y centros comerciales de Baja Florida. La violencia imitaba los combates callejeros para dominar el trafico de cerveza y licor en las ciudades estadounidenses en los años 1920, ejemplificada por la masacre de San Valentín en Chicago”, observó. “En 1929, la violencia despiadada de Al Capone fue fomentada por los beneficios de la ley seca. Al mantener nuestro abordaje actual, en 2009, la violencia de al Qaeda será financiada con los lucros de la prohibición de las drogas. Hay que detener esta violencia como hicimos hace 75 años. En Colombia, durante más de dos décadas, he observado que la prohibición de las drogas financia el terror – tanto de los enemigos como de los aliados del gobierno – que socava las instituciones de su sociedad. Hace setenta y cinco años, terminamos con la violencia de la ley seca y debemos volver a hacerlo. Podemos hacerlo otra vez”.

“Creemos que hay semejanzas considerables entre la Ley Seca y la prohibición de las drogas que está sucediendo ahora”, le dijo Richard Van Winkler, integrante de LEAP y superintendente de un penal de Nuevo Hampshire, a la Crónica el jueves. “La prohibición no impide que los estadounidenses consuman cualquier sustancia que escojan. Lo intentamos en los años 1920, ello fracasó y ahora lo intentamos otra vez. Defendemos la legalización de las drogas no porque somos a favor del consumo de drogas, sino porque, como esas drogas están prohibidas, seguiremos financiando un elemento criminoso considerable que se pone cada día más grande y poderoso”.

Sterling y LEAP no eran los únicos que meditaban sobre el fin de la Prohibición esta semana. “Hay paralelos significativos, pero también desemejanzas”, dijo Dale Gieringer, director de la NORML California. “Tanto la Ley Seca como la prohibición de las drogas son productos de la misma Era Progresista, una época de intensa agitación pro templanza en todos los estratos con bastante fervor religioso detrás de ello. Una duró 13 años, la otra todavía sigue con nosotros”.

Dana Beal de Cures Not Wars, antiguo activista pro marihuana, vía pocos motivos para ponerse optimista respecto al fin de la Ley Seca. “Creo que se sueña si se cree que se puede aplicar a la marihuana la experiencia de revocación de la ley seca del sacramento psicoactivo de la Iglesia Católica”, dijo. “Piense con creatividad. El fin de la ley seca brinda casi cero lección para cómo salir de la prohibición de la marihuana”.

Pero su punto de vista era decididamente minoritario. “Una lección que podemos aprender con la Ley Seca es la de que ella no funcionó muy bien”, dijo Aaron Houston, director de relaciones gubernamentales del Marijuana Policy Project, “y vemos paralelos a eso hoy día. En México, la violencia del narcotráfico es espectacularmente horrible y cada vez más atroz. Ruedan las cabezas en patios de recreo allá y los carteles llegan a EE.UU. y secuestran a ciudadanos estadounidenses. Al mantener la prohibición, les damos nuestro dinero a unas personas malísimas y ahí hay una lección para nuestras actuales políticas prohibitivas; la llamo la lección de Al Capone”, dijo.

“Creo que mucha gente no se da cuenta de que lo que le dio vigor al movimiento pro revocación de la Ley Seca en 1930 fue la Gran Depresión”, dijo Houston. “Las rentas públicas federales caían considerablemente. Ahora, presenciamos problemas económicos parecidos. Me parece que los reformadores deberían concentrarse en el coste de la prohibición de la marihuana. Hay 13 estados que gastan más de mil millones de dólares al año con prisiones y ¿cuál es la recompensa?”

Una gran diferencia entre la Ley Seca y la prohibición de las drogas es el nivel del debate, dijo Gieringer. “Había un enorme debate público sobre la Ley Seca, ello fue una cuestión dominante durante años, pero se discutía muy poco la prohibición de las drogas. Aun ahora, la prohibición de las drogas no es un asunto muy importante. Hay muchas cosas feísimas que suceden en el extranjero, pero no es aquí. La última vez que las drogas fueron una cuestión importante por aquí fue hace 20 años con la violencia de la piedra de cocaína en las calles de Estados Unidos, aquello alborotó a la gente y no en un sentido antiprohibicionista”.

Algunos de los puntos de vista más positivos tanto de la situación como de las perspectivas del cambio vienen de California, donde la legislación estatal vaga sobre la marihuana medicinal ha creado una especie de legalización personal de hecho para cualquiera con un poco de iniciativa y $150 para una visita al consultorio en orden a obtener una recomendación. La red de dispensarios del estado, ahora en los cientos, ha prosperado pese a los mejores esfuerzos de la DEA, creando una verdadera cosmovisión de lo que podría ser la venta de marihuana al por menor. Ahora, el presidente entrante ha prometido llamar a los perros de regreso.

“Tras estar metido en esta cuestión desde 1994, creo que presenciamos la necesidad de que cambien muchísimas cosas para terminar con la prohibición y las condiciones perfectas pueden haber llegado este año”, dijo Jeff Jones, fundador del Oakland Cannabis Buyers Club. “Hay la alineación de un Congreso demócrata con un presidente demócrata que ha dicho que ha consumido drogas, tanto blandas como duras, y una recesión económica. Esto puede provocar una vuelta parecida con la que presenciamos con la Gran Depresión y la Ley Seca”.

Los hechos están creando una nueva realidad, dijo Jones. “El fin a la prohibición toca la puerta. Hay nuevos flujos de ingresos fiscales identificados aquí y los funcionarios públicos empiezan a repensar toda la cuestión. Además, la negación de la Corte Suprema de EE.UU. a anular el caso Kha [en que un tribunal de apelaciones californiano decidió que las policías estatal y municipal no necesitan imponer la legislación antidroga federal; véase el artículo en inglés acá] quiere decir que se ha acabado. Ganamos sin fanfarria. No vamos a recibir una placa ni una bandera a cuadros, pero, por defecto, hemos ganado esta semana. No importa qué hagan los federales. Vamos a crear infraestructura, empleos, impuestos y vamos a cambiar mentalidades. La medicalización del cannabis ha cambiado las cosas para siempre y ya no se puede regresar”, profetizó Jones.

foto de bar clandestino, con las flappers (por cortesía de arbizu.org)
“Creo que con la prohibición de la marihuana, los sucesos pueden motivar a los legisladores más rápido que cualquier otra cosa”, dijo Gieringer. “Había la marihuana medicinal en California antes que aprobáramos la Propuesta 215 [Proposition 215], gracias a gente como Dennis Perón. Y ahora hay Oaksterdam y las labores para promoverlo. Pese a que todavía esté en una forma embrionaria, cuanto más lo expongamos, tanto más la gente llegará a aceptarlo”.

Salir del armario es tanto deseable como necesario, dijo Gieringer. “La mayoría está contenta con tanto que las drogas permanezcan fuera de la vista y de la mente, pero como lo hemos presenciado con los clubes de cannabis angelinos, la gente ha aprendido a convivir con ellas a gusto. Necesitamos más de esto. Las drogas en general necesitan más visibilidad pública para lograr más aceptación pública”, argumentó Gieringer. “La gente necesita saber que el mundo no se va a derrumbar, porque se ha olvidado de cómo era hace cien años cuando nuestro mercado de drogas legales en el Siglo XIX funcionaba muy bien”.

“Con la Ley Seca, la gente tenía recordaciones vivas de la vida antes de ella”, estuvo de acuerdo Van Wickler de LEAP. “La generación que ahora asume el poder no conoce la vida sin la prohibición de las drogas. Eso dificulta mucho más el cambio de paradigma”.

Pero aun con lo que sucede en California, todavía falta mucho, dijo Gieringer. La legalización federal de la marihuana es algo improbable, dijo, y, por consiguiente, la legalización categórica en los estados también. “Me parece que ningún estado va a aprobar la legalización, en parte a causa de la dura respuesta federal a la marihuana medicinal. Lo que necesitamos hacer primero es crear una legalización de hecho sobre el terreno”, ya que se puede decir que eso pasa, por lo menos en parte, en el estado natal de Gieringer.

Estados Unidos se ha comprometido con la prohibición perpetua a través del Convenio Único de la ONU, observó Gieringer. La legalización federal exigiría la modificación del convenio y, para eso, serían necesarios dos tercios de los votos en el Senado. “Es un tremendo proyecto, ya que ni siquiera contamos con un senador que siquiera sea a favor de la marihuana medicinal, mucho menos de la despenalización”, señaló con sequedad.

Si el gobierno federal de EE.UU. parece inamovible en el próximo mandato, entonces les tocará a los estados llegar al límite, pese a los obstáculos. “Creo que el fin de la prohibición de la marihuana sucederá con la iniciativa de los estados”, dijo el Dr. Mitch Earleywine, un destacado académico experto en marihuana y editor de Pot Politics. “Como una serie de estados no solamente tiene buenas experiencias, sino que trae ingresos fiscales, los dientes empezarán a engranar en el ámbito federal. Ya lo presenciamos en California, donde el momento económico tormentoso está siendo amortiguado por el efectivo de la marihuana medicinal”.

Pero pese a todos los pronósticos cautelosos, hay una última lección de la Ley Seca que puede reconfortar los corazones de los reformadores. “Una de las cosas más animadoras de la Ley Seca es que aunque pareciera imposible acabar durante tanto tiempo, colapsó rapidísimo”, dijo Gieringer. “En 1930, los prohibicionistas dijeron que había tantas probabilidades de terminar con ella como las de que un pájaro se fuera volando a la luna con el monumento a Washington atado a su cola, pero desapareció a los tres años. La opinión común de 1930 respecto a la Ley Seca es tan común como la opinión con relación a revocar la legislación antidroga ahora, pero, como vimos, las cosas pueden suceder rapidísimo”.

Entonces, esta noche, zámpese un trago mientras conmemora el Día de la Revocación y espere que no tengamos que aguardar otros 75 años para celebrar el fin de la prohibición de las drogas. En cambio, ¿qué tal siete años y medio?

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