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Editorial: Dos perros muertos, una familia traumatizada, otro día en la lucha contra la droga

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David Borden, director ejecutivo

David Borden
Este boletín informativo ha reportado u opinado sobre la cuestión de la paramilitarización en la vigilancia policíaca muchas veces. Esta semana esa atrocidad sucedió en mi propio patio en sentido figurado. A las 19:00 el miércoles en el diminuto suburbio de Berwyn Heights en DC, un equipo SWAT de la comisaría de policía de la Comarca de Prince Georges en Maryland tomó por asalto una casa, mató a dos perros, luego mantuvo esposados a uno de los dueños y su suegra en el piso durante horas mientras la sangre de los perros se escurría alrededor de ellos.

Da la casualidad que ese dueño era el alcalde del municipio, un hecho que ha llamado mucha atención al incidente. Desdichadamente, por más irresponsables que fueran las acciones de la brigada antidroga y por más trágico que fuera el resultado, absolutamente no es singular. Uno estudio ha calculado el número de redadas de la SWAT en todo EE.UU. en cerca de 40.000 al año y la matanza tanto de perros como de personas ha ocurrido muchas veces. Una madre e hijo que perdieron su perro para un equipo SWAT se pronunciaron en una entrevista con uno de nuestros partidarios hace dos años.

La lógica para la invasión de la casa fue que se había entregado allí un paquete de marihuana – 14Kg500g de ella. Se mencionó, pero no se ponderó, en el reportaje que, en verdad, ¡el paquete había sido llevado a la casa por la policía! La secuencia de sucesos tanto revela como causa nauseas. En Arizona, un sabueso rastreador de drogas olfateó marihuana dentro de un paquete en el correo que estaba enderezado a la mujer del alcalde. Los policías trajeron el paquete a Maryland y, disfrazados de carteros, lo entregaron en la casa. La caja se quedó afuera el día entero. Cuando el alcalde Calvo llegó a su casa, trajo la caja adentro, la puso cerca de la puerta y se fue arriba. Entonces el equipo SWAT tomó la casa por asalto, mató a los perros y apresó a la gente.

Hay maneras plausibles por las cuales la familia puede no haber tenido nada que ver con el paquete, pese a que hubiera sido enviado por correo a ella, y Calvo y su esposa no parecen ser transgresores. La policía aún no ha denunciado a nadie. Aun así, supóngase que alguien que vive en la casa sea culpable. ¿Eso justificaría las acciones de la policía?

En absoluto. La idea de que un hombre que regresa a casa y mueve un paquete de su porche a su vestíbulo debiera ocasionar una redada de la SWAT de parte de un equipo que literalmente había estado esperando en escondido para verlo mover el paquete es criminalmente insensata. Ellos no esperaron que el paquete ingresara a causa de algún fin táctico. Esperaron porque querían utilizar la acción de traer el paquete adentro como prueba. ¡Literalmente tuvieron el día entero para concebir alguna manera de poder registrar la casa sin asesinar a sus perros! Ni siquiera tenían que llevar el paquete a la casa – ya poseían la dirección con la cual ello había sido marcado. Simplemente podían haber llamado a los individuos para un interrogatorio o realizado un registro común u orden de arresto, aguardado que el alcalde Calvo y su esposa pasaran y abordarlos en la calle, casi cualquier otra cosa, menos lo que hicieron.

En cuanto a las pruebas, mover el paquete para el lado interno del umbral es inútil de todos modos, o debería serlo. ¿Usted traería un paquete que llegó por correo adentro, quizá aun abriéndolo para ver lo que contiene? Hacerlo no prueba nada sobre lo que usted sabe del contenido. Entonces aun esa lógica débil se deshace en pedazos.

Patrick Murphy, el jefe de policía del municipio que no estaba involucrado en el allanamiento ni había sido informado de ello, expresó palabras de sabiduría después de lo ocurrido: “No me vas a decir que el jefe de policía de una municipalidad no habría podido tocar la puerta del alcalde de esa municipalidad, ganar su confianza e ingresar a la residencia”, le dijo al Washington Post. “No habría sido necesario matar a los perros de este hombre a balazos”. De verdad que quería que los agentes antidrogas le hubieran consultado primero, así la tragedia habría sido prevenida.

Pero mientras que la acción es aún más desquiciada por haber sido la casa del alcalde, sería un error considerarlo el motivo para no valerse de un equipo SWAT. La verdad es que ingresar a una casa de esa manera es innecesario y, por lo tanto, condenable, casi siempre. Los equipos SWAT están pensados para situaciones de emergencia o de alta intensidad – con rehenes y cosas por el estilo -, no para la represión rutinaria a la droga. Pero aun si hubiera habido 90 kilogramos, todavía no habría pretexto. Invadir un hogar de este modo pone en peligro a la gente, los animales y la propiedad sin razón si es que existe alguna otra manera de lidiar con la situación.

Dos perros muertos, una familia traumatizada – otro día en la lucha contra la droga.

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