Mientras el gobierno conservador del primer ministro Steven Harper se prepara para lanzar su nueva estrategia nacional antidroga, que ya es muy atacada (busque un reportaje de la Crónica la semana que viene), ha tomado providencias para desviar un poco la oposición al anunciar esta semana que le ha concedido otra prórroga de seis meses al Insite, el local de inyección segura para usuarios de drogas duras de Vancouver. Pero concederle apenas una prórroga limitada al Insite ha atraÃdo crÃticas de reduccionistas de daños y demás defensores del local, quienes dicen que ello ha demostrado reducir el consumo de drogas inyectables, el uso de jeringas compartidas y las sobredosis sin incrementar ni la criminalidad ni la perturbación del orden y que merece algo mejor que ser dejado en vilo aguardando renovaciones semianuales de su exención de las leyes canadienses sobre las drogas.
El martes, Tony Clement, el ministro de Sanidad, anunció en una declaración lacónica que âha notificado la Autoridad Sanitaria Costera de Vancouver, la cual dirige el Insite, un local de inyección supervisada, que su exención conforme a la Sección 56 de la Ley de Drogas y Sustancias Controladas [Controlled Drugs and Substances Act] ha sido extendida hasta 30 de junio de 2008. Esta prórroga permitirá que la investigación sobre cómo los locales de inyección supervisada afectan la prevención, el tratamiento y la criminalidad continúe por más seis mesesâ.
Las pruebas de la eficacia del Insite ya constan, protestó la Sociedad Canadiense del SIDA en respuesta a la renovación limitada. Ello es una âdecisión irresponsable sobre un programa de salud pública que ha probado funcionarâ, dijo el grupo.
âEs la segunda vez que el gobierno federal ha dilatado esta decisión y dicho que se necesita más investigación. Pero la verdad es que el ministro Clement está haciendo preguntas que ya han sido contestadas y pidiendo pesquisa que ya ha sido hechaâ, dijo Richard Elliott, director ejecutivo de la organización. âLas pruebas son inequÃvocas: El Insite está salvando vidas, disminuyendo el riesgo de contagio de VIH en una de las comunidades más marginadas de Canadá y aumentando las probabilidades de encaminar a personas que consumen drogas a servicios de tratamiento de la drogodependenciaâ.
La incertidumbre del proseguimiento de la existencia del Insite es igualmente duro para funcionarios, clientes y el personal médico, le dijo el trabajador del Insite, Mark Townsend, al Toronto Globe & Mail el miércoles. âEs como debatir constantemente la mismÃsima cosaâ, dijo Townsend. âEs estresante para los seres humanos, los médicos y las enfermeras involucrados en eso. Es estresante para la gente que trabaja en la burocracia, se preocupa por las personas en el sitio y está intentando montar programas que ayuden a las personas. Los clientes sà se estresan con ello también. Es como si se estuviera constantemente a punto de ser despedidoâ.
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