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Reportaje: Confesiones de Culpabilidad Son Sólo el Comienzo tras la Desgracia del Asesinato de una Mujer de 92 Años en una “Redada de Drogas” en Atlanta

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El jueves, dos oficiales de represión a los estupefacientes de Atlanta se confesaron culpables de las acusaciones de homicidio culposo en la muerte a tiros de una anciana durante un allanamiento antidroga estropeado, pero éso es sólo el comienzo en lo que parece ser una investigación cada vez más grande de la mala conducta en el escuadrón antiestupefacientes de Atlanta. Una investigación federal ya está en curso, y, ayer, el diputado John Conyers (D-MI), presidente del Comité de la Cámara sobre el Judiciario, hizo un llamamiento al fiscal general Alberto Gonzáles a lanzar una investigación minuciosa de los problemas planteados por el caso, incluso la mala conducta en la policía, el uso de informantes confidenciales, las cuotas de arresto y la credibilidad de los policías.

Kathryn Johnston
Las cosas empezaron a desenmarañarse para el equipo de represión a los estupefacientes de 16 hombres de la Policía de Atlanta el 21 de noviembre, cuando tres agentes de Atlanta irrumpieron en la casa de Kathryn Johnston, 92, usando una orden de búsqueda “inadvertida” que afirmaba que ventas de drogas habían ocurrido allí. La anciana Johnston contestó a los intrusos de paisano disparando un tiro con una pistola vieja, que no les dio a los oficiales. Los agentes respondieron con un aluvión de balas, disparando 39 tiros, cinco o seis de los cuales hirieron a Johnston, que murió poco tiempo después.

Desde entonces, los investigadores han descubierto que en el caso de Johnston:

  • Los oficiales de represión a los estupefacientes plantaron las drogas para arrestar a un narcotraficante sospechoso, que en cambio les indicó la residencia de Johnston;
  • Los oficiales de represión a los estupefacientes mintieron en su solicitación de orden de búsqueda, diciendo que un informante confidencial había comprado drogas en aquella dirección cuando eso no sucedió;
  • Los oficiales de represión a los estupefacientes mintieron en su solicitación de orden de búsqueda, diciendo que la casa estaba ocupada por un hombre grande que empleaba cámaras de vigilancia;
  • Los oficiales de represión a los estupefacientes plantaron la marihuana en el sótano de Johnston después que le dispararon a fin de reforzar su caso e impugnar su reputación;
  • Los oficiales de represión a los estupefacientes pidieron a otro informante confidencial que mintiera por ellos después del hecho y decir que él había comprado las drogas en la residencia de Johnston.

Pero ese informante confidencial, Alexis White, se dirigió a los federales con su historia (y, esta semana, él se fue a Washington, DC, para conversar con los líderes en el Congreso sobre la delación) y la trama de mentiras urdida por los agentes de Atlanta se desenmarañó rápidamente. El miércoles último, tres de ellos, los oficiales Gregg Junnier, Jason Smith y Arthur Tesler fueron incriminados por numerosos cargos estaduales, incluso asesinato, así como cargos federales relacionados con los derechos civiles. Al día siguiente, Junnier y Smith se confesaron culpables de un cargo estadual de homicidio culposo, con la condenación postergada hasta después que se termine la investigación federal. Ellos pueden recibir 10 años por el cargo de homicidio culposo y hasta pena de prisión perpetua por el cargo federal relacionado con los derechos civiles.

Pero los problemas en el escuadrón antiestupefacientes de Atlanta son más profundos que un incidente de mala conducta. De acuerdo con los investigadores federales, lo que los agentes de Atlanta hicieron durante el allanamiento estropeado contra Johnston era una práctica usual.

“Junnier y otros oficiales falsificaban oficios para obtener órdenes de búsqueda a fin de ser considerados oficiales productivos y cumplir las metas de desempeño de la Policía de Atlanta”, de acuerdo con una exposición federal lanzada el jueves. “Ellos creían que esos fines justificaban su ‘fluffing’ ilegal o falsificación de órdenes de búsqueda. Porque ellos obtuvieron las órdenes de búsqueda con base en información poco fiable y falsa, [los oficiales] habían realizado búsquedas de vez en cuando en residencias en que no había drogas y en que los ocupantes no eran narcotraficantes”.

Pero hacer trampa puede tener consecuencias serias. Como apuntaron los fiscales, así que los agentes habían recibido una pista de que había drogas en la residencia de Johnston, el oficial Junnier dijo que podían hacer que un informante confidencial hiciera una compra para asegurar que realmente había drogas en esa ubicación. “O no”, Smith supuestamente contestó.

En una rueda de prensa el jueves pasado, el agente especial a cargo del FBI Atlanta, Greg Jones, llamó “deplorable” la conducta de los oficiales. En una adenda de mal agüero, Jones añadió que la agencia irá a llevar a cabo “las alegaciones adicionales de corrupción de que otros oficiales de la policía de Atlanta puedan haber tomado parte en una conducta similar”.

El fiscal federal David Nahmias dijo que la muerte de Johnston fue “casi inevitable” a causa de una actividad tan diseminada y prometió una investigación abarcadora de las prácticas de la policía. Él dijo que espera encontrar otros casos en que los oficiales mintieron o se fiaron en mala información. “Es una investigación muy corriente de hasta qué punto la cultura de la improbidad se extiende”, dijo Nahmias. “Excavaremos hasta que logremos encontrar lo que podamos”.

Y ahora el director del Comité de la Cámara sobre el Judiciario, el diputado Conyers, quiere asegurar que los federales excaven bastante. En una carta lanzada ayer, le dijo Conyers al fiscal general Gonzáles:

“Hay diversas cuestiones clave planteadas por el caso Johnston: la improbidad de la policía (falsificación de información y uso excesivo de fuerza); mal uso de informantes confidenciales; impacto potencialmente negativo de las cuotas de arresto y de las medidas de desempeño; y la integridad y la credibilidad de los oficiales de la ley. Estamos particularmente preocupados con el mal uso de los informantes confidenciales. La confiabilidad de los informantes confidenciales usados en los casos de estupefacientes está comprometida frecuentemente porque están cooperando con la ley a fin de librarse de las acusaciones criminales. La ausencia de requisitos de corroboración para la información obtenida a través de informantes confidenciales permite el abuso. Todos estos factores pueden tener el efecto de desgastar la confianza pública en el sistema de justicia penal.

“Estamos preocupados que el incidente de Atlanta pueda servir de indicio a un problema sistemático dentro de la Policía de Atlanta. Además, nos inquieta que las acciones de la Policía de Atlanta puedan ser un reflejo de la conducta usada en otras jurisdicciones por todo este país. De manera considerable, el número de 'allanamientos inadvertidos' ha aumentado de tres mil en 1981 para más de cincuenta mil en 2005”.

El ex oficial de represión a los estupefacientes de Nueva Yérsey y actual director de la Law Enforcement Against Prohibition, Jack Cole, comunga con las preocupaciones de Conyers. “Creo que este tipo de cosa está pasando en todo el país”, le dijo él a la Crónica de la Guerra Contra las Drogas. “Si alguien realmente lo investigara, se encontrarían cosas similares en muchas policías. Es el caso de usar una metáfora de la guerra contra las drogas. Cuando hay una guerra, se necesita un enemigo, alguien despreciable, para que se pueda hacer lo que se quiera con ellos”, dijo. “Entrenamos a nuestros policías a sentir como si tuvieran que vencer a toda costa porque es una guerra”.

Tal vez, tal vez la investigación federal de los agentes de Atlanta se transforme en el tipo de audiencias sobre la vigilancia policíaca en la guerra a las drogas tan necesarias hace tanto tiempo. Si no, por lo menos Kathryn Johnston ha logrado una medida de justicia.

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