El gobernador del estado brasileño de RÃo de Janeiro les dijo a los reporteros el viernes pasado que legalizar las drogas puede ayudar a estancar los delitos de sangre que están volviendo a la ciudad de RÃo una de las más peligrosas en Latinoamérica. Al hacerlo, él le asestó un golpe a las polÃticas prohibicionistas a la estadounidense.
En las favelas de RÃo, los narcotraficantes organizados en âcomandosâ controlan barrios enteros y se han metido en rebeliones y enfrentamientos armados con la policÃa en numerosas ocasiones en los últimos años. Recientemente, grupos justicieros paramilitares conocidos como âmiliciasâ se han sumado a la reyerta, haciendo la guerra contra los comandos. Todo esto contribuye con un Ãndice de homicidios de cerca de 40 por 100.000, volviendo el delito de sangre un problema sociopolÃtico serio.
El gobernador Cabral hizo campaña prometiendo reducir los delitos de sangre y tomó providencias al principio de su gobierno para enviar a la policÃa especial federal a la ciudad a fin de confrontar a los comandos. Pero hasta el presente momento, no ha funcionado.
âEl gobernador está simplemente diciendo en voz alta lo que muchos otros piensan, pero temen decirâ, dijo Ethan Nadelmann, director ejecutivo de la Drug Policy Alliance. âHoy, RÃo es como la Chicago bajo Al Capone â veces diez. Reformar la prohibición de las drogas no será tan rápido y fácil como revocar la Ley Seca, pero no hay esperanza de romper el nexo drogas-criminalidad a menos que muchos otros servidores electos sigan el pedido del gobernador Cabralâ.
La Psicotropicus teme que Cabral no siga adelante, sino retroceda frente a las crÃticas de los guerreros antidrogas y de los moralistas. Ella insta al gobernador a seguir firme y formar una comisión para dirigirse hacia un fin al régimen de la prohibición de las drogas. La vida de la ciudad está en juego: â[Hay que hacer] una transición que, entre otras cosas, reduzca al máximo el arsenal de guerra en posesión de los diversos grupos que controlan el comercio ilegal de drogas prohibidasâ, debatió el grupo. âVivimos en medio de una Guerra Civil y no nos damos cuenta de que uno de sus motivos es que no controlamos las âdrogasâ: En vez de reglamentar y controlar la circulación de esas âmalditasâ drogas, servimos en bandeja a grupos sin preparación y criminalizados el control y el monopolio de la producción y del comercio de esas mismas drogas, para después combatir a esos grupos e individuos: el tráfico, que entonces se arma para el combate, la violencia estalla y la población pierde. Es el colmo de la estupidezâ.
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