David Borden, Director Ejecutivo
En lo que respecta a la honestidad, los profesores Robinson y Scherlen proporcionaron una buena vergüenza en la forma de su libro recién lanzado Lies, Damn Lies, and Drug War Statistics, que documenta detalladamente las presentaciones equÃvocas de dados que el ONDCP ha hecho en sus informes anuales llamados Estrategia Nacional de Control de las Drogas para crear una apariencia de eficacia en las polÃticas de drogas cuando, en realidad, las polÃticas han mostrado ser completamente ineficaces. David Murray, un alto funcionario del ONDCP involucrado en la estadÃstica, profesó ofensa e indignación en un foro de libro presentado por el Instituto Catón en que él confrontó a los autores, interpretando con maña el rol de una vÃctima perjudicada cuya integridad ha sido injustamente calumniada.
Los detalles no sustentan esa acción, por supuesto, y la última declaración pública de Murray hizo caer la máscara. En deposición al Subcomité de Criminalidad, Terrorismo y Seguridad Nacional del Comité de la Cámara sobre el Judiciario la semana pasada, Murray ofreció como pruebas contra la legitimidad de la marihuana medicinal la afirmación de que Steve Kubby, un destacado defensor de ella, habÃa cambiado de opinión. En una respuesta distribuida por correo-e, Kubby negó vehementemente esa afirmación y demostró cómo Murray habÃa tomado sus palabras fuera de contexto para crear una apariencia completamente falsa sobre ellas.
Eso es raro, pero no son las últimas palabras raras a salir del ONDCP recientemente. De acuerdo con un informe de Redding, en California: âJohn P. Walters, el secretario antidroga del presidente Bush, dijo que las personas que plantan y cuidan de jardines son terroristas que no hesitarÃan en ayudar a otros terroristas a ingresar al paÃs con miras a causar bajas enormesâ.
¡¿QUà COSA!?
Cuando vi el artÃculo, mi primera reacción fue preguntarme si la presentación de Walters podÃa haber sido malentendida por el reportero, ya que no era una cita directa, sino una descripción. Las citas directas de Walters ya eran ofensivas lo suficiente. Pero, para mÃ, esta idea me parecÃa demasiado exagerada para que aun Walters estuviera dispuesto a exprimirla. Le mandé un correo-e al reportero para hacerle preguntas sobre esto, pero no me ha respondido, entonces creo que no puedo estar seguro. Pero creo que deberÃamos darle al reportero un voto de confianza, faltos de cualesquiera pruebas de lo contrario. Y una publicación en la bitácora del ONDCP está vinculada al artÃculo de Redding y lo llama âun buen artÃculoâ, dando a entender que no lo consideran impreciso. La publicación ha estado en lÃnea y no ha sido modificada durante seis dÃas, tiempo suficiente para que los jefes vieran cualquier cosa que hallaran inadecuado.
Concordemos todos que los cultivadores de marihuana quieren ganar dinero y, por lo tanto, quieren, ante todo, permanecer sin ser detectados y cuidar de lo que les incumbe. AsÃ, tienen un fuerte desincentivo a involucrarse en cualquier cosa que pueda atraer atención a ellos, incluso apoyar el terrorismo internacional que visa a los Estados Unidos. (No puedo ni creer que fuera necesario decirlo.)
La semana del ONDCP aún no se ha acabado, a pesar de todo, aún tenemos más una buenÃsima. El martes, el diputado Henry Waxman, presidente del Comité de Operativos y Reforma del Gobierno de la Cámara acusó el ONDCP de comprometerse en hacer electoralismo el otoño pasado al mandar al secretario antidroga Walters a hacer apariciones públicas con diputados y senadores republicanos que estaban enfrentando duras campañas a la reelección. Las pruebas, que involucran comunicaciones entre Karl Rove, la ex directora de asuntos polÃticos de la Casa Blanca Sara Taylor y el personal del ONDCP, me parecen muy convincentes, por lo menos a primera vista. Por supuesto que, como reformadores de las polÃticas de drogas, sabemos que Walters ha infringido la ley al hacer campaña contra las iniciativas electorales de reforma de las leyes sobre la marihuana muchas veces.
Eso es un escándalo polÃtico. El escándalo polÃtico es que la agencia sigue financiando y haciendo presión por programas que saben que no funcionan. De la campaña publicitaria y los exámenes toxicológicos en estudiantes al Plan Colombia y a la guerra a las drogas como un todo, las pruebas muestran claramente que el precio supera la calidad o quizá que sólo hay precio. Sumándolo al disparate que emana constantemente de la agencia â tergiversaciones de hechos, infracciones de las leyes electorales estaduales y federales, anuncios y citas que pueden ser verdaderamente locos y raros -, esto parece ser un buen momento para preguntar si el ONDCP deberÃa existir. ¿Qué recibimos realmente de esta agencia que valga la pena mantener? Aun la gente que está de acuerdo con las leyes sobre las drogas debe quedar desconcertada con el comportamiento del ONDCP a estas alturas.
Atrapar el ONDCP en mentiras o locuras o improbidad está empezando a ser pan comido.
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