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Reseña de la Crónica de la Guerra Contra las Drogas: "Lies, Damned Lies, and Drug War Statistics: A Critical Analysis of Claims Made by the Office of National Drug Control Policy", de Matthew Robinson y Renee Scherlen (2007, State University of New York

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Probablemente no hay un único reformador de las políticas de drogas vivo que, en algún momento, no haya escupido en su taza de café tras oír algún pronunciamiento inane del secretario antidroga John Walters. Sabemos que lo que él está diciendo está equivocado y es injustificable. A veces, nosotros nos damos al trabajo de desbancar completamente una de sus afirmaciones ultrajantes. En verdad, eso no es muy difícil de hacer, pero, hasta ahora, nadie ha desconstruido totalmente las afirmaciones hechas por el Gabinete de Política Nacional de Control de las Drogas (el ONDCP, la secretaría antidroga), poniéndolas a prueba contra las normas de la ciencia y de la razón.

Eso ha cambiado con la reciente publicación de "Lies, Damned Lies, and Drug War Statistics” [Mentiras, Malditas Mentiras y las Estadísticas de la Guerra a las Drogas], del Profesor Adjunto de la Universidad Estadual Apalache, Matthew Robinson, y de la Profesora Adjunta de Ciencia Política, Renee Scherlen. Ya que los informes anuales de la Estrategia Nacional de Control de las Drogas divulgados por el ONDCP forman la base para redactar las políticas de drogas federales, este par de profesores decidió poner a prueba sistemáticamente las afirmaciones hechas por el ONDCP como fundación para esas políticas.

el ONDCP representa equívocamente la relación ‘Basta Decir No’, estrategia de 2003 (el gráfico aparece gracias al Prof. Robinson)
Toda burocracia federal tiene que justificar su presupuesto y lo hace estableciendo metas y demostrando cómo ha cumplido bien o no esas metas. Pero, como Robinson y Scherlen demuestran admirablemente con ejemplo tras ejemplo de uso equívoco de estadísticas y gráficos visuales, el ONDCP está muchas, muchas veces, distorsionando la realidad para dar una impresión más colorida de sus “éxitos” en la guerra contra las drogas. Ellos lo hacen de una manera calma, intencional y modesta en vez de meterse en un ataque partidario contra una serie de políticas que ellos sienten claramente que son un desastre.

A fin de estimar la precisión de los pronunciamientos del ONDCP, los autores examinan tres grupos amplios de afirmaciones hechas por el ONDCP: Afirmaciones de éxito en reducir el consumo de drogas; afirmaciones de éxito en “curar” a los usuarios de drogas de los Estados Unidos; y afirmaciones de éxito en desbaratar los mercados de drogas. Robinson y Scherlen examinan los informes anuales de la Estrategia Nacional de Drogas a partir de 2000 hasta 2005 para ver lo que el ONDCP dice que está logrando en estas tres áreas amplias. Estas tres categorías describen lo que el ONDCP debería estar logrando, pero, como ilustran los autores tan abarcadoramente, el ONDCP recurre en demasía a informaciones engañosas y equívocas.

Tomemos las afirmaciones de éxito en reducir el consumo de drogas, por ejemplo. En la Estrategia Nacional de Drogas de 2001, el ONDCP presenta una tabla que muestra una tendencia decreciente enorme en el consumo de drogas entre adolescentes a mediados de los años 1980 antes de permanecer esencialmente estable durante todos los años 1990. Pero, como el ONDCP y su mandato no existían antes de 1988, la tabla es engañosa. Lo que muestra realmente es que, durante el período de actividad del ONDCP, ello ha fracasado en su meta declarada de reducir el consumo de drogas entre los adolescentes.

Igualmente, en la Estrategia Nacional de Drogas de 2003, en un intento de justificar sus campañas de prevención, el ONDCP buscó mostrar que la campaña “Basta Decir No” de Nancy Reagan fue eficaz en la reducción del consumo de drogas entre adolescentes. Pero para hacerlo, el ONDCP confió solamente en los datos que involucraban a personas de 18 a 25 años. Ya que la campaña “Basta Decir No” visaba a los niños, usar datos sobre los adultos jóvenes es “un uso selectivo e inadecuado de la estadística”, como dicen tan amablemente Robinson y Scherlen.

El ONDCP también tiene la costumbre curiosa de mencionar “éxitos” en un año, pero no los revisa en los años anteriores cuando los números no los respaldan. En 2000 y 2001, por ejemplo, el ONDCP hizo alarde de la caída en el consumo de drogas, aunque los sondeos nacionales sobre las drogas no la respaldaran, excepto en categorías selectivas. Pero en los informes anuales de 2002 a 2005, con el consumo de marihuana siguiendo firme, el ONDCP no hace ninguna afirmación específica respecto a los índices de consumo de marihuana ni provee tablas o datos de fácil acceso. Como observan Robinson y Scherlen, “De hecho, parece que el ONDCP ignora las estadísticas que señalen resultados contrarios a la guerra a las drogas”.

Robinson y Scherlen pasan a disecar sistemáticamente las afirmaciones del ONDCP sobre la reducción del consumo de drogas, la “cura” de los usuarios de drogas y el desmantelamiento de los mercados de drogas. A veces, ellos aun descubren que las afirmaciones son justificadas, pero eso pasa raramente. Lo que los autores demuestran varias veces es que el ONDCP no es capaz o no está dispuesto a informar con precisión sus fracasos en lograr sus metas y es capaz y está dispuesto a recurrir a las chicanas estadísticas para encubrir esos fracasos.

En los dos capítulos finales del libro, Robinson y Scherlen intentan una evaluación justa de la guerra a las drogas y del poder del ONDCP de cumplir sus metas autoimpuestas de combate a las drogas y ofrecen una serie de recomendaciones para lo que podría ser una política de drogas más racional. De primero, sugieren los autores que el ONDCP sea extinto o quitado de la Casa Blanca. Para una presentación precisa de los números respecto al consumo de drogas, ellos deben ser quitados del clima político caliente de la Casa Blanca. Actualmente, debaten los autores, el ONDCP actúa como “generador y defensor de una dada ideología en la guerra a las drogas”.

"Lies, Damned Lies, and Drug War Statistics" es sorprendentemente fácil de leer y Robinson y Scherlen han prestado un servicio inmenso no sólo a los críticos de las políticas actuales de drogas al compilar esta crítica mordaz de las afirmaciones del ONDCP, sino también a cualquiera interesado en cómo los datos son compilados, presentados y mal usados por burócratas que intentan defender sus dominios. Ello debería ser lectura obligatoria de los congresistas, pese a que, desdichadamente, probablemente eso no vaya a suceder.

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