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Reportaje: Política “coca sí, cocaína no” de Bolivia está empezando a funcionar

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En la carretera larga y ardua que conecta Puno, la ciudad más grande del sur peruano, con la capital boliviana de La Paz, los viajantes que se aproximan de Bolivia cruzan la frontera en las orillas del Lago Titicaca cerca de la ciudadecita boliviana de Copacabana. Allí, el ingreso a Bolivia está marcado por una cartelera grande que proclama la intención de Bolivia de combatir el tráfico en cocaína y los precursores químicos necesarios para transformar la coca en la popular droga estimulante. La cartelera es un recuerdo visual duro de que aunque el presidente boliviano Evo Morales, él mismo un ex cocalero, haya adoptado una política de defensa de la coca, su gobierno tiene toda intención de desmantelar el negocio de la cocaína.

cartelera sobre la represión anticocaína en la frontera con el gobierno boliviano
Desde su elección en diciembre de 2005, Morales ha roto con dos décadas de la política “coca cero” de los Estados Unidos en el país y parece estar teniendo algún éxito en establecer límites sobre la producción de coca sin, en gran parte, desencadenar el conflicto social violento. Como sugiere la cartelera, él también ha tomado providencias agresivas contra el tráfico de cocaína. Ahora, con la certificación anual del Departamento de Estado de los EE.UU. de la obediencia de los países productores de drogas a los objetivos de las políticas de drogas estadounidenses avecinándose el próximo mes, la cuestión es si el gobierno Bush está dispuesto a dejar que Morales y los cocaleros del país tomen el tiempo necesario para alcanzar reducciones en la producción total de coca sin meterse en más conflicto social.

Siendo el tercer productor más grande de coca, de la cual se extrae la cocaína, durante décadas Bolivia ha observado una política de erradicación de la coca ordenada desde Washington, pero ha pagado un precio alto. En esta década, cinco presidentes fueron quitados del cargo en cinco años, por lo menos en parte a causa del resentimiento caldeado.

“Ha sido un abordaje negativo antiguo”, dijo Kathryn Ledebur de la Andean Information Network (AIN), cuyos análisis de la política boliviana de la coca informan gran parte de este artículo. “Los EE.UU. necesitan alejarse de la simple medida del tamaño del cultivo de coca o de la cantidad que es erradicada y ver cómo esto se desdoblará en los próximos años”, le dijo ella a la Crónica de la Guerra Contra las Drogas.

Como ex líder del sindicato de los cocaleros en el Chapare, Morales tiene credibilidad junto a los cocaleros para imponer lo que se conoce como “erradicación cooperativa”, a diferencia de la erradicación forzada en busca de las metas de las políticas estadounidenses que han engendrado conflicto e inestabilidad política en uno de los países más pobres de Latinoamérica (la renta media anual es de menos de $1.000). Aunque la erradicación cooperativa empezara en el Chapare antes de la elección de Morales, ella ha acumulado fuerza durante su presidencia, y, en los dos últimos años, Bolivia ha visto el menor aumento en la producción de coca de cualquiera de los tres grandes productores de la región andina.

Los otros dos grandes productores son Colombia y Perú. De acuerdo con las estimativas estadounidenses, la producción de la coca en Perú aumentó de 68.000 acres en 2004 para 95.000 acres en 2005, un aumento de 38%, mientras que la producción colombiana aumentó de 285.000 acres para 360.000 acres, un aumento de 26%, pese a la fumigación aérea esparcida a los cultivos de coca allá. En Bolivia, por el otro lado, los EE.UU. estimaron que la producción aumentó de 61.000 para 65.000 acres, un alza de sólo 8%. (La Oficina de la ONU Contra las Drogas y el Delito, por el otro lado, estimó una caída de 8% en la producción de la coca boliviana durante el mismo período, pero ambas estimativas están muy próximas en términos del tamaño real del cultivo boliviano en 2005.)

En total, cuando se examinan los datos regionales de producción de la coca para los cinco años anteriores, pese a la política estadounidense de buscar erradicar la coca agresivamente, la producción total de la coca ha aumentado de manera gradual, subiendo de 125.000 acres en total en 2000 para cerca de 500.000 acres en 2005. Esta subida firme en la producción total de coca plantea la cuestión sobre si cualquier política basada en la prohibición que vise reducir la producción tendrá éxito con tanto que la demanda global de cocaína siga alta. Pero, el gobierno Morales está haciendo lo que parece ser un esfuerzo de buena fe tanto para disminuir el índice del alza como para apaciguar a los estadounidenses.

Christo Deneumostier, dueño de The Coca Shop, Cusco, Perú
En Bolivia, hay dos grandes áreas de producción de coca, las Yungas de la provincia de La Paz y el Chapare en los llanos del este amazónico. Antes del acuerdo con los cocaleros del Chapare hecho en octubre de 2004, sólo los cocaleros en las Yungas, el hogar tradicional de la producción de la coca boliviana, podían cultivar la coca legalmente y ellos estaban limitados a 30.000 acres. Pero el acuerdo de 2004, que ha sido acelerado por el gobierno Morales, ignoró la regla de los 30.000 acres, permitiendo al contrario que todos los cocaleros en el programa cultivaran un cato (cerca de 1.600 metros cuadrados o cerca de un tercio del tamaño de una cancha de fútbol americano) de coca, a cambio de lo que los agricultores estuvieron de acuerdo en aceptar la erradicación en dos parques nacionales y erradicar cooperativamente cualquier coca además del límite de un cato. Al cultivar un cato de coca, los agricultores pueden generar una renta anual de entre $900 y $1.300 por año.

Ese plan debía seguir hasta el término de un estudio para ver cuánta coca es necesaria para los mercados legales, pero ese estudio aún tiene que ser acabado y el acuerdo sigue en vigor. La mayor parte de la reducción en la producción de coca informada por la ONU está ahora en el Chapare y el conflicto violento que plagó los esfuerzos anteriores de erradicación forzada es cosa del pasado.

A pesar del esfuerzo exitoso en el Chapare, los funcionarios estadounidenses han seguido criticando las políticas sobre la coca del gobierno Morales. El verano pasado, el secretario antidroga de los EE.UU., John Walters, les dijo a los reporteros que el “nivel actual de cooperación [antidroga]” de Bolivia “no es lo que ha sido en el pasado ni lo que necesita ser para seguir reduciendo el problema”. Y pocos días antes, un alto funcionario de la USAID, Adolfo Franco, declaró delante del Congreso que: “En Bolivia, Evo Morales y su partido Movimiento al Socialismo (MAS) han seguido flaqueando en la política económica, la democracia y el combate a los narcóticos...”.

Los EE.UU. también han sido críticos de un acuerdo entre Morales y los cocaleros para aumentar el límite legal de 30.000 acres para 50.000. Los funcionarios estadounidenses han criticado el acuerdo por permitir un aumento en la producción de coca. Pero, Ledebur de la AIN le dijo a la Crónica que “la idea de que el aumento en la producción permitida lleve a un aumento real en la producción está equivocada. El aumento responde simplemente por la coca que está siendo producida realmente”.

Pero, la Embajada de los EE.UU. en Bolivia ha adoptado un abordaje ligeramente más amistoso, el cual reconoce el éxito en el Chapare. El mayo pasado, un mes antes que Walters y Franco criticaran las políticas de la coca de Bolivia, la embajada le pidió a Bolivia que quitara la policía financiada por los EE.UU. del Chapare, donde había sido responsable por proteger a los erradicadores e impedir los cortes de ruta que habían plagado la región en el pasado. La embajada también alabó públicamente el nombramiento de Morales del ex cocalero del Chapare, Felipe Cáceres, como “zar antidroga” de Bolivia como una “opción excelente”.

Aunque el gobierno Morales haya adoptado la erradicación cooperativa en el Chapare y políticas pro coca que busquen aumentar los mercados legales para la coca y reconocer sus atributos positivos como parte de la cultura boliviana y como alimento y medicamento, también ha seguido trabajando con las autoridades estadounidenses en los esfuerzos de interdicción de la cocaína y ha informado niveles récordes de aprehensiones de cocaína el año pasado.

Irónicamente, con el Chapare esencialmente pacificado ahora, es en la región de las Yungas, hogar del cultivo permitido legal, que los problemas están surgiendo. La producción de la coca se ha expandido más allá de los 300.000 acres permitidos y los esfuerzos del gobierno boliviano para restringir el tamaño del cultivo han resultado en conflictos entre los cocaleros y las fuerzas armadas. El mayo pasado, el gobierno Morales firmó un acuerdo que permite a los cocaleros en una parte de las Yungas donde la producción ha sido ilegal cultivar un cato por familia, y las negociaciones están en curso con los cocaleros en otras partes de las Yungas.

Pero ese acuerdo también pedía que un destacamento gubernamental siguiera los esfuerzos de erradicación y el primer conflicto violento con los cocaleros en dos años sucedió allí en septiembre, cuando dos cocaleros fueron muertos a tiros por los miembros de un equipo conjunto de erradicación de militares y policías durante un choque por la erradicación. El conflicto había estado preparándose desde febrero pasado cuando el destacamento ingresó a las Yungas de Vandiola tras un acuerdo para eliminar la coca en un parque nacional. Pero otras negociaciones sobre el cultivo de coca fuera del parque flaquearon y, en septiembre, el destacamento armó campamentos en la región. Aunque los agricultores locales dejaran que la erradicación entrara en el parque, el 29 de septiembre ellos intentaron impedir que los erradicadores accediesen a lo que ellos consideraban un área legítima de cultivo de coca, con el saldo de dos agricultores muertos.

Desde entonces, las cosas se han calmado un poco en las Yungas de Vandiola después de un acuerdo que permite que 650 familias cultiven 400 catos de coca, pero sigue la tensión. Mientras tanto, en las principales regiones de cultivo de las Yungas, hay cada vez más tensión por los esfuerzos para reducir el cultivo allí, que excede en mucho el límite legal.

hay mucho más en Bolivia que la coca -- fiesta en el Altiplano
Como los cocaleros bolivianos aguardan el estudio que determinará el tamaño del mercado legítimo en coca, ellos están viendo no sólo a su gobierno, que está buscando expandir los mercados y ha firmado un acuerdo con el gobierno del presidente venezolano Hugo Chávez tanto para construir una planta de procesamiento en las Yungas como parar transportar la coca a Venezuela, sino también a empresarios como el peruano Christo Deneumostier, dueño de la Coca Shop, en Cusco, Perú, que vende de todo, de galletas y masas de coca a helados de coca. Él le dijo a la Crónica esta semana que quiere volverse la Starbucks de la coca al abrir una serie de franquicias de la Coca Shop por todo el Perú – y más allá. “Nosotros transformamos la coca en productos legales”, dijo. “Necesitamos empezar a comerciar la coca para expandir el mercado legal. El problema no es la planta, sino la demanda de cocaína. Si logramos expandir los mercados legales con nuestros productos, no tendremos que ver aquellas plantas siendo transformadas en cocaína”.

Pero, el comercio de coca para usos medicales y alimenticios legítimos aún está en su infancia y las tiendas de coca como Starbucks aún son un relámpago ante los ojos de empresarios entusiasmados. Con todo, el gobierno Morales ha logrado controlar considerablemente el conflicto civil alrededor de la coca, ha trabajado con el gobierno de los EE.UU. en los esfuerzos de interdicción y está llevando a cabo campañas reales de erradicación. En ese sentido, las políticas bolivianas de la coca están funcionando como nunca antes. ¿Será que el gobierno de los EE.UU. reconocerá esto o será que seguirá criticando a Morales por permitir que la producción aumente en algunas regiones? Busque una respuesta a esta pregunta el próximo mes, cuando salga el informe anual de certificación.

Mientras tanto, la Crónica de la Guerra Contra las Drogas va a visitar el Chapare y, probablemente, las Yungas la próxima semana y también va a buscar una comprensión más profunda de las cuestiones de analistas, cultivadores y funcionarios bolivianos y del gobierno estadounidense. Esté atento.

(Phil va a publicar más varios informes en las próximas semanas, durante y después de su estada. Lea el informe de la semana pasada desde Perú aquí y los informes corrientes de la bitácora de Phil desde la región aquí.)

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