Un nuevo informe de la Agencia de EstadÃsticas de la Justicia (BJS) del Departamento de Justicia muestra que el consumo anterior de drogas entre los presos estaduales es esencialmente el mismo en la última década, en tanto que el consumo anterior de drogas entre presos federales tuvo una ligera alza. Pero, al presentar el informe, Drug Use and Dependence, State and Federal Prisoners 2004 [Consumo de Drogas y Dependencia, Presos Estaduales y Federales 2004], el BJS enfatizó pequeños aumentos con relación al consumo anterior de metanfetamina entre presos estaduales y federales.
Lo que la BJS descubrió respecto de la metanfetamina fue que 7% de los presos estaduales informaron usarla en el mes anterior al arresto en 1997. Ese dato aumentó para 11% en 2004. El consumo de metanfetamina declarado entre presos estaduales en la época de la infracción aumentó de 4% para 6% durante el mismo perÃodo. Las prisiones federales mostraron aumentos similares. Entre los prisioneros blancos, 20% informaron usarla en el mes anterior al arresto, comparados con el 1% de los internos negros. Entre los hispanos, 12% de los presos estaduales y 5% de los presos federales informaron usar metanfetamina en el mes anterior al arresto. Entre las mujeres, 17% de las prisioneras estaduales y 15% de las presas federales declararon usarla, comparadas con los 10% de hombres en ambos sistemas, estadual y federal.
Generalmente hablando, el informe descubrió que una mayorÃa â 56% -- de los internos estaduales usaron drogas en el mes anterior al arresto, con 40% informando consumir marihuana, seguidos por la piedra o el polvo de cocaÃna (21%), estimulantes (12%) y la heroÃna y demás opiáceos (8%). La marihuana retuvo su estatus de droga predilecta, con 40% declarando usarla en el mes anterior al arresto. Estos datos estaduales son esencialmente los mismos desde 1997, la última vez que el sondeo fue realizado.
De modo interesante, los infractores violentos tenÃan menos probabilidad de haber usado metanfetamina que los infractores de la legislación antidroga y los infractores contra el patrimonio. Apenas 4% de los infractores violentos y contra el patrimonio informaron usarla en el mes anterior al arresto, comparados con los 14% de infractores de la legislación antidroga.
Eso da un sentido intuitivo â y también plantea preguntas sobre el significado de estos datos. ¿Los datos crecientes por consumo de metanfetamina sugieren aumentos en los Ãndices de consumo de metanfetamina, aumento en la atención a la represión legal o ambos? La BJS no ayudó mucho. Un empleado â que no fue Mumola â dijo apenas que âNo hacemos sociologÃa. No hay cómo determinar esoâ.
âYo no creo que sabemos si éste es el resultado del consumo creciente o de la represión crecienteâ, dijo Marc Mauer, director ejecutivo de The Sentencing Project, un instituto de consultorÃa en justicia criminal que enfatiza las alternativas a la reclusión. âSabemos que ha habido una tremenda asignación de recursos a la represión a la metanfetamina en los últimos años, pero eso puede indicar un enfoque más grande sobre la metanfetamina a costa de otros tipos de imposición de la legislación sobre las drogas. Esto puede no indicar ningún aumento en el uso o en las ventas, pero sà en las detenciones. También no sabemos con seguridad la grandeza del consumo de metanfetamina, que varÃa de región a región. Puede ser importante en San Diego, pero no en Filadelfiaâ, le dijo él a la Crónica.
Mauer quedó impresionado con el énfasis del informe sobre la metanfetamina. âEs medio raro que ellos resaltaran esto con tanta importanciaâ, dijo. âSi se examina la distribución total de drogas que las personas en la prisión han usado, la metanfetamina está en último lugar. Aunque haya algunas personas en la prisión que consumieron metanfetamina, aún es un número modesto. Resaltar aquellos datos entra en toda aquella discusión pública sobre la existencia de una epidemia de metanfetamina, pero cuando se examina generalmente toda la gama de drogas usada por los presos, se consigue un cuadro muy distintoâ.
También es posible conseguir un cuadro muy distinto del consumo anterior de drogas de los presos si el alcohol fuera incluido en el sondeo, como fue en 1997. La BJS presta un deservicio a sus clientes al no incluir el consumo de alcohol, dijo Mauer. âNo se puede hablar sobre la criminalidad sin hablar sobre el alcoholâ, exclamó. âEn términos de crÃmenes violentos, hay mucho más correlación con el alcohol que con las demás drogas. Si se desea echar un vistazo a las polÃticas de abuso quÃmico, se está omitiendo mitad del problema si no se examina el alcoholâ.
Los motivos para omitir el alcohol no eran siniestros, dijo Mumola de la BJS. âEl informe de 1997 tenÃa 16 páginas y esta vez tuvimos que cortarlo para 12â, explicó. âTuvimos que editarlo y volverlo más concentrado. Al mismo tiempo, habÃa tanto un aumento en la demanda de datos sobre la metanfetamina como nuevas medidas de la dependencia y del abuso. Hay una alta demanda de evaluaciones mejor hechas de quienes necesitan tratamiento, entonces habÃa harto contenido adicional que tuvimos que comprimir y habrÃa sido imposible dar un tratamiento completo a las cuestiones del alcohol, entonces lo simplificamosâ.
Una cosa que el informe no mencionó, pero eso podÃa ser desenredado examinando éste y otros informes de la BJS sobre la población penal, es que hay más de 44.000 personas cumpliendo sentencias de prisión por infracciones de la legislación antimarihuana. El jueves, en un comunicado de prensa, la National Organization for the Reform of Marijuana Laws (NORML) aplastó los números. âDe acuerdo con estos datos, cerca de 45.000 presos estaduales y federales están tras rejas por haber cometido algún tipo de infracción relacionada con el cannabisâ, dijo el director ejecutivo de la NORML, Allen St. Pierre. âEsto significa que los contribuyentes estadounidenses están gastando actualmente más de $1 billón anualmente para prender a estadounidenses a causa de la marihuanaâ.
Pero, no pensemos en eso. Más bien, concentrémonos en la droga demonÃaca del dÃa. Eso es lo que la BJS y su pesquisa clientelista hicieron.
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