El Festival del Cáñamo de Seattle cumplió 15 primaveras este año y los participantes del âprotestivalâ pro marihuana más grande del mundo se broncearon al sol, probaron los aperitivos, compraron narguiles de vidrio en grandes cantidades, escucharon a una formación estelaria de bandas del área y que estaban en gira, y algunos hicieron discursos serios sobre la reforma de las polÃticas de drogas. Con la comparecencia para los dos dÃas del evento anual estimada en cerca de 150.000 personas, el espacio fÃsico estaba lleno, pero habÃa espacio suficiente para la fiesta y la polÃtica.
Entre esas bandas estaba Los Marijuanos, un grupo bilingüe de hip-hop que se describe como âpoetas mexicanos pro marihuanaâ. El repertorio pro marihuana de Los Marijuanos fue de canciones inspiradas por Cypress Hill a regrabaciones de músicas rancheras clásicas, para gran diversión y asombro de la muchedumbre.
Aunque pueda asumir la apariencia de un concierto gigantesco de rock, el Festival del Cáñamo se trata de legalizar la marihuana. En una ciudad como Seattle, en la cual los habitantes aprobaron una iniciativa de âmenor prioridad legalâ en 2003, la batalla está media vencida â pero apenas media vencida. Pero, las filas de las fuerzas pro legalización de la marihuana están creciendo y ¿quién serÃa la mejor persona para demostrar eso que el ex comandante de la policÃa de la ciudad, Norm Stamper?
Stamper, miembro de Law Enforcement Against Prohibition, ha emergido como importante crÃtico policÃaco de la guerra a las drogas y seguramente aseguró el tiempo de discurso (entre otros) en el escenario principal que recibió. Los ciudadanos de Seattle que se recuerdan de Stamper principalmente como el jefe de la policÃa durante los disturbios contra la Organización Mundial del Comercio en 1999 se sorprendieron.
Stamper habló sobre los oficiales de la policÃa que él conoció o comandó que fueron muertos o heridos imponiendo la legislación sobre las drogas y él habló sobre la futilidad de esas polÃticas. âEs risible cuando la gente dice que estamos venciendo la guerra a las drogasâ, dijo. âNecesitamos legalizar todas las drogas. La policÃa deberÃa estar concentrada en los crÃmenes violentosâ, le dijo él a la muchedumbre.
Stamper no fue el único reformador importante de las polÃticas de drogas que participó del Festival del Cáñamo; en verdad, probablemente serÃa más rápido nombrar aquellos que no estaban presentes. Ellos estaban reunidos en el Cañamorio, un gran tienda llena de carpetas, en la cual los frecuentadores del festival podÃan entrar y probar un poco de lo que lÃderes como Ethan Nadelmann de la Drug Policy Alliance, Rob Kampia del Marijuana Policy Project, Keith Stroup, el fundador de la National Organization for the Reform of Marijuana Laws o David Guard de DRCNet están pensando actualmente.
Pero el número de personas en el Cañamorio fue pequeño. Para la mayorÃa de las personas, el Festival del Cáñamo es una fiesta, una oportunidad de ver algunas bandas, y, sÃ, una celebración de la cultura cannábica, pero eso no implica necesariamente en una conciencia polÃtica especialmente elevada. Estructurado como evento realizado integralmente por voluntarios y abierto al público, el Festival del Cáñamo atrae a muchos cuyo compromiso con la causa puede ser seriamente cuestionado si ellos tuvieran que pagar entrada.
âEstoy aquà por la hierba y las bandas y las chicas, hombreâ, dijo un joven descamisado de ojos rojos que llevaba un sombrero. âLa marihuana es bacán. El Festival del Cáñamo es bacánâ, le dijo él a la Crónica de la Guerra Contra las Drogas. Pero cuando inquirido si él habÃa puesto un dólar en uno de los receptáculos ubicuos de donación que eran pasados por los voluntarios, él apenas encogió los hombros.
De hecho, si habÃa una constante en el Festival del Cáñamo que no fuera el olor dulce de la quema de sin semilla era el pedido implacable de donaciones hecho por los voluntarios del festival. Con un presupuesto de centenas de millares de dólares, el Festival del Cáñamo confÃa en el apoyo de su público, pero si se presta atención a los rumores proféticos del director del Festival del Cáñamo, Vivian McPeak, y la legión de voluntarios, la muchedumbre no está contribuyendo con dinero suficiente para asegurar la próxima edición del Festival. ¿Ya no es hora de cobrar por la entrada?
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